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Opinion El Paso

En California, Newsom arrasa con la política pero no pasa la prueba de liderazgo

El llamado a convocar una elección podría ser impulsada si los simpatizantes reúnen aproximadamente 1.5 millones de firmas válidas

Ruben Navarrette Jr. / The Washington Post

sábado, 17 abril 2021 | 06:00

 San Diego— El llamado a convocar una nueva elección parece estar en el horizonte del Estado Dorado.

En el 2018, Gavin Newsom fue electo como gobernador de California con el 62 por ciento de los votos. El futuro parecía no tener límite. Uno podría imaginar fácilmente que ganaría la elección en el 2022, y que luego se postularía a la Casa Blanca en el 2024.

Sin embargo, llegó el 2020, el año del Covid-19 con todos sus dañinos efectos colaterales. Y en California, que tiene un Producto Interno Bruto de 3.2 trillones de dólares, que representa casi el 15 por ciento del total de la economía de Estados Unidos, el peor efecto colateral fue el cierre gubernamental que clausuró escuelas y afectó a los negocios.

Al igual que en otros estados, el cierre fue una función ejecutiva y así lo hizo Newsom.

El gobernador también cometió algunos errores tontos, como asistir a una cena sin mascarilla en un lujoso restaurante de Napa Valley el pasado mes de noviembre mientras que otros restaurantes estaban cerrados.

Sin embargo, los californianos están notoriamente en contra de la autoridad.  Muchos de ellos de mudaron a este lugar provenientes de otros estados para poder hacer lo que ellos quisieran, cuando lo quisieran y cómo lo quisieran. Ellos no ven con agrado que alguien les diga que no pueden hacer algo. Para los tipos de radicales que no desean que los molesten, Newsom pasó de ser el rostro del futuro a ser el rostro del fascismo.

Al inicio de la pandemia, cuando estaban cerradas las playas, un amigo que trabaja para el municipio en una comunidad costera me dijo que estaba recibiendo llamadas telefónicas de iracundas personas que nacieron después de la Segunda Guerra Mundial, que querían surfear. En California, el navegar sobre una ola está considerada como “una tarea esencial”.

El llamado a convocar una elección podría ser impulsada si los simpatizantes reúnen aproximadamente 1.5 millones de firmas válidas.  Los simpatizantes consiguieron más de 2 millones y ya se verificaron 1.2 millones. El convocar a una nueva elección es algo seguro, y es probable que se lleve a cabo en noviembre.

Newsom lo sabe.  El mes pasado, apareció en el programa “The View” de ABC, el santo grial de las mujeres liberales, y dejó en claro que luchará para salvar por lo menos un puesto: el suyo.

Cuando le preguntaron de dónde provino el llamado a convocar a una nueva elección, Newsom señaló directamene a la política. Culpó “al mejor 10 por ciento de los proponentes, y a la gente que está detrás de ellos, como miembros del 3 por ciento, a grupos de milicias de derecha, los Proud Boys, quienes apoyaron la insurrección y a personas que literal y entusiastamente apoyan las conspiraciones QAnon”.

Increíble.  Este pobre hombre no tiene ninguna pista acerca de cómo llegó aquí. El esfuerzo de convocar una nueva elección en California va más allá de los amargados republicanos que ya no han podido ganar elecciones estatales. Cada vez que ellos encuentran un candidato que les agrada, ese candidato es de extrema derecha y termina rechazado intensamente por el resto del estado.

También hay demócratas decepcionados que votaron por Newsom y ahora piensan que este hombre no era apto para el puesto.  Todos ellos incluyen a maestros, dueños de restaurantes y trabajadores de la salud que han calificado mal a Newsom.

Es verdad que los sondeos sugieren que la convocatoria a las elecciones no pasará de las líneas partidistas. Un sondeo reciente realizado por el Instituto de Políticas Públicas de California encontró que sólo el 40 por ciento de los posibles votantes apoyan la convocatoria, mientras que el 56 por ciento se opone a ella. El 79 por ciento de los republicanos podría votar con un “sí” y sólo el 15 por ciento de los demócratas haría lo mismo.

Aunque sería un enorme error pensar que esas cifras se traducen en un voto de confianza para el gobernador.

No es así. Los californianos están preocupados acerca de lo que está detrás de la segunda opción, si Newsom es derrotado y un republicano toma su lugar. No se podría arriesgar algo por nada. El Partido Republicano de California tiene algo menos que nada qué ofrecer.

Sin embargo, el arma principal en el arsenal de Newsom es, irónicamente algo que lo ha afectado durante la pandemia debido a que provocó que tomara malas decisiones:  sus instintos políticos. El problema no fue que cerró el estado. El problema es que lo cerró, luego lo abrió y luego lo cerró a la mitad, luego lo abrió a la mitad y luego hizo quién sabe qué.

Newsom es un político natural. No es un buen gobernador, pero es un gran candidato. Le fascina luchar.  La campaña en contra de la convocatoria a nuevas elecciones está enviando correos electrónicos, solicitando donaciones para derrotar a la “convocatoria de los republicanos”.

La política es la única línea de trabajo en la que ha estado Newsom. Tiene 53 años y está en la política desde que tenía 29 y prestaba sus servicios en el Consejo de Supervisores de San Francisco. Es un maestro en la política.

Los republicanos de California, que de muchas maneras están en más problemas que él, no pueden tocarlo. El gobernador está en la modalidad de hacer campaña de manera completa. Newsom está decidido a salvar su puesto, haciendo un llamado a una competencia que tristemente no hubo cuando llegó el tiempo para que hiciera el trabajo que ahora está tratando de salvar.

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