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Opinion El Paso

El Mes del Legado Hispano prometió mostrarlos, pero no fue así

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Ruben Navarrette Jr. / The Washington Post

domingo, 17 octubre 2021 | 06:00

San Diego— Afortunadamente, ya se va a acabar el Mes del Legado Hispano.

Estados Unidos alberga a 62 millones de hispanos, que representan 1 de cada 5 estadounidenses.Y de acuerdo al Instituto de Políticas Migratorias el 44 por ciento de los hispanos que viven en Estados Unidos nacieron en el extranjero.

Mi esposa —quien nació en Guadalajara, México e inmigró a Estados Unidos legalmente cuando era niña— cae en esa categoría.

Yo no. A través de un heroico esfuerzo de mi parte, nací en Estados Unidos, al igual que mis padres y tres de mis cuatro abuelos.

tengo la corazonada de que la inmensa mayoría de los hispanos como mi esposa —que tiene sus raíces en otro lado— el Mes del Legado Hispano no es la gran cosa.

Debido a que ellos son inmigrantes, probablemente no van a poder celebrar de todas maneras, ya que están muy ocupados trabajando. De acuerdo al Buró de Estadística Laborales de Estados Unidos, aproximadamente el 44.8 por ciento de los hispanos que actualmente forman parte de la fuerza laboral nacieron en el extranjero.

La designación ha estado en los libros desde el 14 de septiembre de 1989, cuando el presidente George H. W. Bush estableció que del 15 de septiembre al 15 de octubre era el Mes Nacional del Legado Hispano. La idea era que los estadounidenses reflexionaran acerca de las muchas contribuciones culturales, históricas y sociales de los hispanoamericanos.

Ese grupo está integrado por una tonelada de primos distantes cuyo linaje se remonta a México, Puerto Rico, Cuba, El Salvador, Guatemala, Colombia, Venezuela, Perú, República Dominicana y más de una docena de países de habla hispana en Latinoamérica y el Caribe.

Hasta hace poco, como méxicoamericano, acostumbraba a esperar con ansia esta época del año.Era un tiempo en que los medios de comunicación, las empresas importantes y los partidos políticos que rompieron con el agobiante paradigma de los afroamericanos y anglosajones –aunque sea por unas cuantas semanas– se fijaban en mis compatriotas. Valoro eso.

Pero ya no es así. Para mí, el concepto del Mes del Legado Hispano ya se agotó. Se ha convertido en algo trillado, predecible y comercializado.

No soy el único que piensa eso. Una compañera méxicoamericana y yo estamos planeando hacer un nuevo podcast, y ella insistió en que no lo publiquemos entre el 15 de septiembre y 15 de octubre porque sería muy cursi.

También me molesta que muchas de las mismas instituciones que celebran a los hispanos durante 30 días nos excluyan e ignoren en los siguientes 11 meses.

Francamente, se siente como si el Mes del Legado Hispano hubiera sido instituido por los anglosajones para los hispanos que nacieron en Estados Unidos, como yo. Nosotros somos los que hemos lidiado con las inseguridades culturales, y queremos respeto y reconocimiento.

Los inmigrantes hispanos que ven todo esto concluyen que todos los que nacimos en Estados Unidos necesitamos pasar un tiempo tranquilos.

Ellos no nos pidieron alojamiento. Ellos vinieron a trabajar duro, a darles a sus hijos un mejor mañana y contribuir con un país que los aceptó.

No crean esa basura que escuchan de los conservadores anglosajones de la derecha cultural, que se encienden con la inmigración pero no sabe mucho acerca de eso. ¿Cómo podrían hacerlo? Ellos usualmente no hablan con los inmigrantes, sólo con otros acerca de los inmigrantes.

Por ejemplo, esos policías culturales insisten en que los inmigrantes mexicanos vienen a este país y se rehúsan a adaptarse. Lo que ellos realmente quieren decir es que, desde su punto de vista, los inmigrantes no tienen como prioridad ser unas copias al carbón de otros estadounidenses.

Eso es suficientemente justo. Sin embargo, los inmigrantes no están luchando por mantener su cultura e idioma. Ellos están luchando por no adoptar los malos hábitos de los estadounidenses.

Como un débil trabajo de ética, es absurdo que Estados Unidos esté tan desesperado por alejar a los haitianos, salvadoreños, guatemaltecos y hondureños que desean trabajar, mientras que simultáneamente le han suplicado a los estadounidenses nativos que regresen a trabajar ahora que la pandemia del Covid-19 ha disminuido un poco.

O como sus vínculos familiares que no son muy fuertes. La hora de la cena familiar es una reliquia de una era que ya se fue. Y cuando nos sentamos juntos, todos están viendo el teléfono inteligente. Al escuchar a escondidas la lista de contactos del vecindario, veo que no soy el único padre que se siente contento de que sus hijos adolescentes regresen a la escuela después de haber estado encerrado con ellos durante 18 meses—  lidiando con sus cambios de carácter.

En el debate de la inmigración, lo tenemos al revés. No hay muchas cosas que los estadounidenses nativos puedan enseñarles a los inmigrantes, pero los inmigrantes pueden enseñarle un poco a los nativos.

Celebremos esa realidad, no sólo durante un mes, sino durante todo el año.

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