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Opinion El Paso

El esfuerzo de destitución en California

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Ruben Navarrette Jr. / The Washington Post

lunes, 18 enero 2021 | 06:00

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San Diego— Como periodista que ha cubierto desde hace tiempo las noticias sobre política, uno cree que ha visto lo peor de la naturaleza humana. Luego, llega alguien que está desesperado por explotar la tragedia nacional por conveniencia política y uno se da cuenta que –en términos de lo horrible– no ha visto nada.

Eso es lo que sucedió esta semana en el Estado Dorado cuando Rusty Hicks, presidente del Partido Demócrata de California se encontró en un dilema.  Al parecer, Hicks no pudo soportar la idea de que la reciente crisis en el Capitolio de Estados Unidos se desperdiciara. En lugar de eso, se apropió de ese violento acto de sedición que impactó al mundo y trató de usarlo para salvar la carrera del atribulado gobernador Gavin Newson de California.

Debido a que una elección de destitución está rondando en el estado, se necesitan 1.5 millones de firmas para mediados de marzo para poner en las urnas el destino de Newsom. Actualmente hay más de 1 millón de firmas.

El esfuerzo de anulación empezó el verano pasado, en relativa tranquilidad. Aunque la mayoría del país estaba en llamas con las protestas de Las Vidas de los Afroamericanos Importa (BLM, por sus siglas en inglés), California parecía que la estaba pasando mejor que otros estados.

La mayoría de la tensión política en el estado tuvo que ver con el cierre de restaurantes y otros negocios debido al Covd-19. Y eso fue lo que impulsó la destitución.

Durante los tres primeros meses, el esfuerzo fue considerado como una broma por los observadores políticos. Muchos lo consideraron como nada más que una frustración de algunos republicanos insatisfechos que nunca quisieron que Newsom fuera gobernador. No pudieron derrotarlo en las urnas cuando se postuló en 1998, debido a que el Partido Republicano estatal –que tiene una crisis de identidad y cambia de moderado a extremista– es pésimo para escoger a sus candidatos.

Pero ahora, nadie se está riendo. Especialmente, no lo están haciendo los demócratas que finalmente están tomando en serio la posibilidad de que Newsom será destituido –aun cuando las encuestas de aprobación superan el 60 por ciento.

Hicks comentó: “Este esfuerzo para destituirlo, que realmente debería llamarse ‘El golpe de estado de California’, está siendo encabezado por los teóricos de la conspiración de la Derecha, nacionalistas anglosajones, anti-vaxxers y grupos que alientan la violencia en nuestras instituciones democráticas”.

Bueno, eso lo abarca todo. El problema es que no es cierto, ni justo, ni bueno para el proceso democrático aquí en California. A diferencia del ataque contra el Capitolio de Estados Unidos, el FBI probablemente no se va a involucrar en la elección de destitución. Eso es perfectamente legal. De hecho, hace más de un siglo que la Constitución de California ha permitido que los votantes utilicen el proceso de destitución para remover a los funcionarios locales o estatales antes de que concluyan sus términos por alguna razón.

Newsom está luchando por su vida, pero no debido a los extremistas partidistas o políticos. Sino porque fue extremadamente incompetente, negligente, arrogante y sordo para combatir a un verdadero villano y a un adversario mucho más peligrosos: el Covid-19.

Al igual que la mayoría de los gobernadores, Newsom subestimó totalmente y manejó mal la pandemia global. Tomó el virus a la ligera, y el desagradable y pequeño virus lo destrozó pedazo a pedazo. Newsom pensó que las charlas diarias de motivación a través de la televisión podrían sustituir las medidas estrictas contra los negocios que desafiaron las órdenes de cerrar y cumplir las amenazas de retención de fondos a los condados que desobedecieran el protocolo de usar mascarilla cuando asistían a una fiesta de cumpleaños en un elegante restaurante de Napa.

Después de cerrar los restaurantes y otros negocios, y de provocar que los dueños sufrieran la escasez de fondos, la María Antonieta de California pareció decirle a sus paisanos: “Déjenlos que coman en la Lavandería Francesa”.

Por último pero no lo menos, está la ambición de Newsom. No hubo golpe de estado en California, aunque lo que sí hay es una maldición en California. Ataca a los gobernadores del Estado Dorado poniendo un ojo en la Casa Blanca y hace que ellos tomen decisiones tontas y exhiban su pésimo juicio.

Habría que preguntarle al gobernador Gray Davis sobre eso. Él fue pura política y fue destituido en el 2003 debido a que cada decisión parecía calculada para que lo ayudara a llegar a Washington.

Hay algo acerca de ser electo para dirigir un estado gigantesco que representa 55 votos electorales, más de una décima parte de los 538 totales, que le susurra: “Tú deberías ser presidente”.

Con esa amabilidad y buena presencia, es posible creer que Newsom de 53 años, escuchara ese susurro fuerte y claro.

Aunque el marcador también es claro: Newsom cero, el Covid mil.

De hecho, es mejor ponerle 30 mil 500, que es el número de californianos que murieron después de contraer el coronavirus.

Esas personas no están aquí para firmar la petición para destituir de Gavin Newsom. Pero si lo estuvieran, pueden estar seguros que lo lograrían fácilmente.

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