Opinion El Paso

Cómo darle más significado a dar gracias

Créanme, ustedes lo han visto millones de veces, sólo hay que buscar en Google la frase “dar gracias” y ya verán lo que quiero decir.

Esther Cepeda / The Washington Post

viernes, 29 noviembre 2019 | 06:00

Chicago— Nos encontramos rodeados de tristeza, temor y conflictos, aunque cada año por una semana, hemos sigo regañados por no ser lo suficientemente agradecidos.

Tristemente, la gratitud se ha convertido en otro cliché corporizado diseñado para tocar las fibras de nuestro corazón y para que abramos la billetera.

La orden para mostrar aprecio puede ser ejecutada a través de la adquisición de cojines, tazas, pads para el mouse y candelabros en lo que Vox cataloga como “el estilo de escritura de una dama de honor… una escritura vivaz e hiperfemenina”.

Créanme, ustedes lo han visto millones de veces, sólo hay que buscar en Google la frase “dar gracias” y ya verán lo que quiero decir.

“Cuidar de sí mismo”, la nueva reiteración más atractiva comercialmente del movimiento de autoayuda se ha apoderado de la sabiduría de la introspección y ha ganado millones, si no es que billones de dólares, al vender lociones costosas, velas, diarios para llevar un registro de las cosas por las que hay que dar gracias, cosméticos y artilugios aromáticos  –mayormente para las mujeres agobiadas que tienen muchas cosas qué hacer y que no tienen tiempo para disfrutarlas.

Tal vez, el problema es que el concepto general de la gratitud es amorfo. Como lo es “dar gracias”.

Para los cínicos   —como yo e incontables personas más— la frase conlleva la rápida y cortante pregunta “¿a quién?” y “¿para qué?”.

Los eventos del mundo han aportado un nuevo lente con el cual ver los trucos y consejos para ser una persona más agradecida. Pienso en los refugiados centroamericanos y mexicanos en la frontera que claman por asilo y que en algunas ocasiones entran a nuestro país y acaban en una congelante casita para perros en donde hay pocas cosas para satisfacer sus necesidades básicas como el agua fresca.

Pienso en las familias que viven en las partes rurales de nuestro país — como la de mi familia política  — cuyas poblaciones destruidas han dejado a unas comunidades que anteriormente eran vibrantes padeciendo enfermedades como la adicción a las drogas y la dependencia en lugares lejanos en donde sirven comida gratuita y en los profesionales médicos para obtener los servicios básicos.

También pondero las estrategias para salir adelante de los niños de bajos ingresos que sufren de malnutrición y poca atención debido a que sus padres no conocen una mejor manera de enviarlos a la escuela que con una bolsa de frituras con sabor a queso, un pastelillo dulce y una botella de plástico con “jugo” para su lonche.

Tal vez, sus padres son demasiado orgullosos para aceptar los servicios de comida gratuita o a precio reducido. O no entienden cómo funciona el programa o tienen miedo de aceptar ese beneficio debido a que temen que será usado en su contra.

¿Pueden imaginar a alguna de esas personas que están en esas condiciones prender una vela —en un baño relajante— y abrir su diario de gratitud para escribir  por lo menos que tienen salud?  Si lo tienen todo, sí pueden hacerlo.

No me malinterpreten:  los diarios de gratitud son herramientas poderosas para concientizarse de lo bueno, alegre e importante que son las personas y cosas en nuestra vida.

Aunque dos años después de abandonar mi diario debido a un padecimiento crónico que me estaba causando mucho dolor, y que me hacía caer cada noche en una especie sueño parecido a un coma, me doy cuenta que eso no funciona para todos.

Aunque no existe nada malo en adoptar el comportamiento ético de dar más gracias —­­­ es un ejercicio crucial e importante para nuestra salud mental y física, aun cuando ha sido mercantilizado por las personas que desean vendernos cosas.

Mis observaciones solo tienen la intención de aportarle más significado a un ejercicio que rápidamente puede convertirse en otra tarea diaria.

Si se dedica a escribir todas las cosas por las que debe estar agradecido, o hace una lista mental mientras saborea el pavo y el puré de papas, tal vez debería hacer algo más profundo.

Sólo piense en una respuesta a las preguntas de a quién y por qué hay que darle gracias.

La respuesta será diferente para todos. No existe una respuesta errónea.  Y no necesitará un cuaderno especial, papelería especial ni regalos.

Solo encuentre a esas personas — ya sea en persona o por teléfono, una videollamada en Internet, no opte por los mensajes de texto, mensajes de Facebook o correos electrónicos  — y dígales que está agradecido por tenerlos en su vida.

Y no solo les diga “gracias”.  Eso tiende a sentirse como una transacción. Ya que puede provocar una reacción como “¿Para qué?”.  Es mejor ser directo. Déjenme darles un ejemplo:

Me siento agradecida con cada uno de ustedes, queridos lectores, por su dedicación al ejercicio de confrontar unas nuevas, diferentes o desafiantes ideas, o analizar críticamente las ideas con las que puedan estar de acuerdo.  Valoro su tiempo y su atención.  Por favor, sepan que aprecio que me lean y sus correos electrónicos y cartas, aun cuando no puedo responderlas individualmente a cada uno. Sepan que mientras escribo siempre pienso en ustedes.

¡Feliz fin de semana de Acción de Gracias!

Notas de Interés

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