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Opinion El Paso

Biden y Trump, más parecidos que diferentes

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Ruben Navarrette Jr./The Washington Post

domingo, 22 enero 2023 | 06:00

San Diego— Los sucesos actuales me ponen contento porque estoy –como sugiere el título de mi podcast– “Rubén en el Centro”.

Yo desprecio a los dos partidos. Ni mis amigos liberales ni los que son conservadores se enojan conmigo por decir eso. Lo que les moletas es cuando agrego “y usualmente, no puedo diferenciarlos”.

Mis amigos de los dos partidos han invertido mucho tiempo en tratar de convencer a los contribuyentes y votantes de que existen importantes diferencias entre esos partidos.

Pero a lo que ellos se refieren son las políticas, por ejemplo, sólo a los liberales les importa el cambio climático, y a los conservadores sólo les importa la seguridad en la frontera entre Estados Unidos y México.

Yo no le apuesto mucho a las políticas, porque las posiciones cambian, las promesas se rompen y los políticos son expertos camaleones, ya que saben cómo sobrevivir.

Aunque prestó sus servicios en la Asamblea del Estado de California a principios de los años 2000, Kevin McCarthy fue considerado como un moderado en la inmigración, quien estaba ansioso por hacer las paces con los latinos después que el Partido Republicano estatal los alienó.

Actualmente, el nuevo presidente de la Cámara falsamente dice que la frontera está abierta y amenaza con enjuiciar políticamente al secretario de Seguridad Interna Alejandro Mayorkas por no sellar la frontera. Él sabe mejor de eso.

En 1994, Joe Biden –que entonces era senador demócrata de Delaware y era muy indulgente con los anglosajones de la clase trabajadora– hizo equipo con un grupo de autoridades para escribir una propuesta de ley racista contra el crimen que provocó un encarcelamiento masivo de afroamericanos.

Actualmente, el presidente Biden –quien escogió a una mujer afroamericana como vicepresidenta y a otra como juez de la Suprema Corte– está cortejando a los afroamericanos y aspira a ser uno de los presidentes más sensitivos racialmente en la historia de Estados Unidos.

Uno no puede contar con esas políticas. Lo único que importa es el personaje.  Y tristemente, hay una escasez de ellos en la política actual.

Nada podría ser mejor para ilustrar ese punto que el escándalo que involucra el desastroso manejo de Biden de lo que parece ser se trata de documentos clasificados de la Era Obama.

De acuerdo a la Casa Blanca, cuatro legajos de documentos han sido descubiertos hasta ahora; una “pequeña” cantidad el 2 de noviembre en una oficina de Washington en el Centro Penn Biden utilizada por Biden después que fue vicepresidente, otra parte en un garaje de su residencia en Wilmington, Delaware el 20 de diciembre, un solo documentos clasificado en una habitación adyacente al garaje, el 11 de enero, y cinco páginas más en la casa de Wilmington el 12 de enero.

Biden insistió en cierto momento que no tenía conocimiento acerca de los documentos. Por supuesto, posteriormente –en un punto diferente– sabía lo suficiente acerca de los documentos para asegurarle a los reporteros que estaban seguros en “un garaje cerrado” al lado de su Corvette.

En Washington, “la consistencia moral” es otra frase presuntuosa que los legisladores de ambos partidos se deshacen de ella como si fuera algo raro.

Parece como si fuera ayer –o más precisamente el mes de agosto– cuando los republicanos pretendieron protegerse a sí mismos al insistir en que el hecho de que el ex presidente Donald Trump inadecuadamente guardó material clasificado, incluyendo documentos ultra-secretos, en su residencia privada de Mar-a-Lago no era algo importante.

Además, dijeron, el público estadounidense no le importaba nada de eso, ya que sólo les importaba el precio de la leche.

Mientras tanto, los demócratas aseguraron que estaban molestos e insistieron en que este tipo de ofensa era una violación negligente e irresponsable a la seguridad nacional que con toda seguridad podría causar el colapso de la república si Trump no era severamente castigado –y preferiblemente deberían prohibirle que nunca más ocupara un puesto de elección.

Y también argumentaron que a los estadounidenses les importa que los documentos clasificados se mantengan en un lugar seguro.

Pero eso fue en aquel momento. Y esto sucedió actualmente. Los dos partidos han cambiado el guion y están recitando el diálogo del otro.

Los republicanos ahora ven que es sabio actuar severamente contra cualquier vicepresidente o actual presidente que haga un mal manejo de documentos clasificados, algunos demócratas están argumentando que a los estadounidenses no les importa este problema casi tanto como el precio de los huevos.

Por supuesto, ambos partidos van a retroceder. Los republicanos descartarán cualquier comparación entre lo que hizo Trump y lo que hizo Biden. Los demócratas harán lo mismo por diferentes razones.

¿Ven lo que les quiero decir? Estos dos gemelos fueron separados al nacer. Aunque las circunstancias son diferentes, pero el fondo es el mismo.

Se trata de una persona que estaba en un alto puesto –un ex presidente, un vicepresidente, un actual presidente– que se llevó a casa documentos clasificados que se supone que debería entregar a los Archivos Nacionales.

Trump y Biden tienen a fiscales especiales investigándolos a ellos y su comportamiento. Ambos hombres están bajo una nube.

Tal vez haya un lado positivo en esta situación –o dos. Tal vez ambos partidos van a surgir de esos escándalos un poco escarmentados. Tal vez, en el futuro, no se deleiten tan rápidamente con la mala fortuna de sus contrincantes porque, tomando en cuenta la naturaleza cíclica de la política –es probable que les llegue su turno.

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