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Opinion El Paso

Ambos partidos quieren el voto latino pero nada saben de ellos

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Ruben Navarrette Jr./The Washington Post

sábado, 05 noviembre 2022 | 06:00

San Diego— A medida que nos acercamos a las elecciones de medio término del 8 de noviembre, la mayoría de los medios de comunicación están comentando acerca del voto latino.  Si sólo el Cuarto Poder supiera algo acerca del tema.

Esto es lo que sabemos: Existen aproximadamente 34.5 millones de latinos que son votantes elegibles. Vivimos en estados que son un importante campo de batalla, como Texas, Arizona, Nevada y Florida.

Nosotros cambiamos de un lado al otro y usualmente votamos por la persona en lugar del partido. Nuestro voto es más matizado y complicado.

Desafortunadamente, los medios de comunicación, que gravitan en los extremos, no se sienten cómodos con los “matices” y lo “complicado”.

Actualmente, existe un grupo de derecha de los latinos que se están alejando del Partido Demócrata.  Los hombres latinos en particular se acuerdan del “deportador en jefe”, el presidente Barack Obama y están diciendo, “esa no es la manera”.

De acuerdo a los sondeos, los principales problemas de los latinos para el 2022 son el empleo, inflación, crimen e inmigración. Los demócratas han fallado en esas cuatro cosas.

Algunos de los que se están moviendo hacia el Partido Republicano, que ha pasado los últimos 30 años asustando a los votantes anglosajones y convenciéndolos de que el país está siendo invadido por personas que son parecidas a los votantes latinos que el Partido Republicano está atrayendo actualmente.

Así que, los republicanos quieren deshacerse de nosotros, a menos que votemos por ellos –¿en cuál caso podríamos quedarnos?

Claramente, los republicanos están alardeando como si hubiera un gran debate nacional por el voto latino y ellos fueran a ganar.

Muchos republicanos piensan que los latinos se sienten atraídos hacia ellos debido a sus ideas y cálidas personalidades.  Esas personas no tienen idea.  Si los republicanos pensaran la mitad de lo que muchos latinos piensan de sí mismos, serían mejores.

Sin embargo, de acuerdo a una encuesta reciente realizada por la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Designados, NALEO por sus siglas en inglés, un Fondo Educativo en sociedad con BSP Research, el 40 por ciento de los latinos independientes sigue indeciso sobre por quién votar en las elecciones de medio término.

Los latinos más jóvenes no han decidido si van a votar. 

No me sorprende eso. Esto es lo que pasa con la sensación de disgusto y desencanto como si no tuvieran opción sino votar por el menos malo –sólo que aún no pueden detectar quién es.

En el 2022, los votantes latinos están viviendo las repercusiones de la elección del 2020.  Lo que sucedió entonces ha establecido el tono para lo que está sucediendo ahora.

En el 2020, de acuerdo al Centro de Investigación Pew, Joe Biden obtuvo el 59 por ciento del voto latino, y Donald Trump recibió el 38 por ciento.

Eso es sólo un margen de 21 puntos de victoria en contra de un presidente en funciones que era anti-latino.  Justo cuatro años antes, en el 2016, Hillary Clinton derrotó a Trump con los latinos por un margen mucho más respetable: 38 puntos.

El día de hoy, el Partido Republicano está convencido de que tiene una oportunidad de obtener esos votos, mientras que los demócratas siguen estancados con el líder de su partido, alguien que no les importa mucho a los latinos.

En respuesta a esto, los demócratas han concluido que algo está mal con los latinos.  Algunos dicen que esos votantes están fallando debido a la “desinformación” que hace que los demócratas se vean radicales, particularmente en los temas culturales como el aborto, identidad de género o quitarle el financiamiento a la policía.

Ellos tampoco tienen idea. Los demócratas reaccionan a los latinos con condescendencia e insulto. Un electorado leal que ha apoyado al nominado demócrata en las últimas 16 elecciones presidenciales merece algo mejor.

La implicación de la acusación de “desinformación” es que los latinos son inocentones que fácilmente son embaucados. Actualmente, en lo que se refiere a los votantes, somos mucho más sofisticados que lo que cree el Partido Demócrata. Déjenme compartirles una historia acerca de una de las votantes más sofisticadas de la que he reportado: mi mamá.

En el año 2000, mi mamá –quien toda la vida ha sido demócrata y creció en el sur de Texas– estaba muy impresionada por la biografía del senador republicano John McCain de Arizona, al grado que cambió su registro de partido a los republicanos, justo para poder votar por él en la elección primaria presidencial del Partido Republicano.

Cuando McCain perdió la nominación ante el gobernador de Texas George W. Bush, le pregunté a mi mamá si estaba emocionada de poder votar por Bush en la elección general. “No realmente”, me dijo, explicando que se había vuelto a cambiar y ahora era demócrata.

“¿Por qué? Le pregunté. “Mira”, respondió.

“McCAin es un héroe, ¿pero Bush? Es un hombre totalmente diferente. No hay comparación entre los dos”. Mi mamá sigue siendo demócrata desde entonces.

La moraleja de esta historia es que al igual que los votantes indecisos, los latinos vamos a cambiar de parecer. Ese es nuestro derecho y no sentimos ninguna pena de ejercerlo. Estoy consciente que eso provoca una locura partidista, pero esa no es la razón por la que lo hacemos. Eso es tan sólo algo adicional.

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