PUBLICIDAD

Opinion El Paso

A los conservadores les importa más la Suprema Corte

La campaña del 2020 empezó a replicar esa diferencia con énfasis

Ramesh Ponnuru / Bloomberg

sábado, 26 septiembre 2020 | 06:00

Nueva York— Los liberales que se preguntan por qué están decididos a perder la batalla para la Suprema Corte han notado una asimetría en la política de las confirmaciones de jueces.  Por lo menos durante una generación, a los conservadores les ha importado mucho más las cortes que a ellos.

Usted puede verlo en los sondeos de salida de la elección presidencial del 2016.  Los votantes que escogieron a su candidato en base a las designaciones de jueces se decidieron mayormente por Donald Trump que por Hillary Clinton.

También puede revisar la retórica de la campaña de ese año.  Regularmente, Trump dijo que designar a un reemplazo conservador para el juez Antonin Scalia, que acababa de morir, era un tema importante de su campaña.  En la Convención Demócrata, en contraste, Clinton llevó a los activistas liberales legales a la desesperanza, ya que ni siquiera mencionó que el presidente Barack Obama había nominado un reemplazo, al juez Merrick Garland, y que los republicanos se rehusaron a considerar su nominación.

La campaña del 2020 empezó a replicar esa diferencia con énfasis.  Trump dio a conocer lista tras lista de los posibles nominados a la Suprema Corte, mientras que Joe Biden ha rechazado el desafío de Trump de hacer lo mismo.

Una teoría que probablemente vamos a escuchar para explicar este patrón es que los conservadores han perdido el apoyo político de la población en general, y por lo tanto, están buscando el uso de cortes para atrincherar sus políticas preferidas.  Sin embargo, a los conservadores les importan más las cortes que a los liberales en temporadas políticas favorables y también en las desfavorables.  Sospecho que la explicación real recae en tres hechos que están relacionados.

Primero, la política de los jueces es mayormente la política del aborto, y el tema ha sido consistentemente una mayor prioridad para sus contrincantes que para sus simpatizantes.

Segundo, en repetidas ocasiones, los republicanos han quedado decepcionados de los jueces designados por los republicanos de una manera en que los demócratas no lo han hecho.  Los designados republicanos han integrado continuamente la mayoría de la Suprema Corte desde 1970,  con una breve excepción, la de una corte dividida equitativamente entre ocho jueces en el 2016-17.

Sin embargo, los designados republicanos han votado frecuentemente junto con los liberales en temas de alto perfil tales como el aborto, discriminación positiva y matrimonios entre personas del mismo sexo.  Algunos de los designados republicanos hicieron hincapié en retirarse cuando un presidente demócrata pudiera escoger su reemplazo.

Por el contrario, un designado demócrata en raras ocasiones se ha retirado.  El último designado demócrata que no estuvo de acuerdo con el caso Roe contra Wade, que estableció el derecho constitucional al aborto en 1973, ingresó a la Suprema Corte en 1962.

Tercero, las controversias en la Suprema Corte han estado involucradas más frecuentemente en decisiones para imponer políticas liberales y prohibir las conservadoras que viceversa.  Los conservadores no han demandado al estado de California que dé por terminado el aborto.  Los liberales han estado pidiendo a Louisiana que lo permitan.  Años antes del 2015, cuando la Suprema Corte comentó que todos los Gobiernos deberían reconocer a los matrimonios del mismo sexo, nadie trató de que las cortes federales impidieran que cualquier estado las reconociera.

Por supuesto que hay excepciones.  Los conservadores han tratado que las cortes anulen las políticas liberales sobre las armas, finanzas de las campañas y discriminación positiva, entre otras cosas.  La diferencia, dejando a un lado la pregunta vital de quién está en lo correcto en cuanto a los méritos legales de las políticas individuales, es que los conservadores no han sido muy exitosos en lograr que las cortes den por terminadas políticas en la que millones de votantes liberales están comprometidos.  A muchos votantes no les importan las regulaciones sobre el financiamiento de campañas.  Las cortes no han prohibido las políticas de admisión a las universidades en base a la raza.

El lograr que la Suprema Corte decidiera que la Segunda Enmienda protege el derecho que tiene una persona a poseer armas fue una de las victorias judiciales más grandes de los conservadores.  Aun cuando esto puede ser exagerado.  Hasta ahora, la corte ha permitido que la mayoría de las restricciones sobre las armas sigan vigentes y han anulado sólo la prohibición total a poseer armas.  La Suprema Corte no es la razón principal por la que los liberales no han podido aprobar restricciones a las armas, aunque es su principal obstáculo a las leyes contra el aborto o leyes que permitan las oraciones escolares organizadas.

Los votantes conservadores en repetidas ocasiones han tenido la experiencia de ganar competencias políticas duramente peleadas en los referéndums y legislaturas y luego han visto que las cortes les quitan sus ganancias políticas.  Los votantes liberales de manera general no lo han hecho. Ese reclamo es una poderosa fuerza motivadora en la política.

Aun cuando los presidentes republicanos han designado juez tras juez, la Suprema Corte ha hecho más de eso para la derecha que para la izquierda.

Pero no van a seguir haciéndolo por siempre. Tal vez, la Suprema Corte va a decidir en el futuro anular el Decreto de Atención Asequible, u otros elementos del bienestar estatal, y los liberales empezarán a ver la designación de jueces con la misma urgencia que lo hacen los conservadores.  Si eso sucede, una razón será que los conservadores, después de pagar los platos rotos durante 50 años de acción judicial, finalmente tuvieron suficiente.

PUBLICIDAD

ENLACES PATROCINADOS

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

close
search