Opinion El Paso

Postúlate, Joe, postúlate

David Leonhardt/The New York Times

lunes, 14 enero 2019 | 17:30

Nueva York – En el verano de 2016, se hacía cada vez más evidente que Hillary Clinton era una candidata presidencial más débil de lo que muchos demócratas esperaban. Ella misma causó algunos problemas (los discursos de Wall Street), mientras que otros fueron exageraciones de los medios (¡los emails!). Sin importar las causas, a fin de cuentas no fue la candidata ideal para el momento político que atravesaba el país. Era una política experimentada de la clase dirigente en una época populista.

Por desgracia, ese verano ya era demasiado tarde para que los demócratas pudieran hacer algo al respecto.

Los candidatos con mejores probabilidades de derrotar a Clinton, o al menos generar reacciones, ya habían decidido no participar en la contienda, como Elizabeth Warren y Joe Biden. Bernie Sanders realizó una campaña muy sólida para un político desconocido. Sin embargo, que un socialista de Vermont obtenga el 43 por ciento de los votos en las primarias dice mucho de la ganadora.

La lección es que intentar identificar al nominado perfecto con tanta anticipación es absurdo. Cuando arranca una campaña presidencial, es difícil saber quién brillará y quién se verá en dificultades. También es difícil saber cuál será la atmósfera nacional al año siguiente, el de las elecciones.

Por eso quisiera hablar de la tan debatida posible candidatura de Biden en esta ocasión. Me atreveré a darle un consejo al ex vicepresidente, al estilo del filme ‘Run Lola Run’: Postúlate, Joe, postúlate.

Postúlate, porque tienes fortalezas que no tiene ningún otro candidato demócrata, como tu profunda experiencia y conexiones con el gobierno de Obama. Postúlate porque tu imagen populista se ajusta a la estrategia política de los demócratas que ha logrado más éxito desde la generación pasada. Postúlate porque nunca tendrás otra oportunidad, y porque no tienes miedo de perder.

Comprendo a quienes se oponen a Biden. Mi colega Frank Bruni lo explicó, y muy bien, al igual que Matthew Yglesias, de Vox, entre otros. A sus 76 años de edad, Biden no representa una nueva era ni es una opción emocionante. Es un tipo blanco y viejo que apoyó medidas severas en materia de justicia penal, manejó muy mal las audiencias de Anita Hill y sufrió dos derrotas en campañas presidenciales. Si Biden compitiera en este momento, creo que no le pronosticaría un triunfo.

Pero creo que sí debe postularse porque el país necesita tener todas las opciones que pueda para lograr que la presidencia de Trump concluya lo más pronto posible y, por supuesto, para el 20 de enero de 2021. Que Biden se postule contribuye a ese objetivo, porque les da más opciones a los demócratas. Crea un terreno más firme para que logren encontrar al nominado más fuerte (muchas veces se exageran las desventajas de contar con muchas opciones, pero tener unas primarias divididas no perjudicó a Barack Obama en 2008, sino que lo ayudó). Si Biden tiene todos los defectos que sus críticos argumentan, no podrá ganar la nominación.

Sobre todo, el hecho de que Biden se postule garantiza que no se repita el error de 2016: la soberbia de la predicción imperfecta.

Por la misma razón, me encanta la idea de que compita Warren. Porque combina pasión progresista con políticas serias. Respaldo las campañas de Kamala Harris y Beto O’Rourke, que sí parecen opciones frescas y emocionantes. Espero que Sherrod Brown y Amy Klobuchar, dos populistas del Medio Oeste, también se postulen. Espero que también lo haga Mitch Landrieu, con su carisma tan poco común. Este grupo, con Biden, es mi preferido. Tampoco me extrañaría que otro candidato con buenos resultados quedara incluido en la lista de favoritos.

Sin embargo, Biden es único en este grupo. Para empezar, aportaría fortalezas al cargo de presidente en la práctica que otros no tienen. Tiene un conocimiento íntimo de la presidencia moderna. Ha enfrentado durante décadas —literalmente, como acostumbra decir— a un Partido Republicano radicalizado.

También tiene fortalezas como candidato de las que otros carecen. Imaginen que el gobierno de Trump se sume más en el caos, víctima de una combinación de investigaciones e incompetencia. No hay duda de que es posible. En tal caso, quizá los encantos de alguien ajeno a la política ya no resulten tan atractivos para los estadounidenses. Podrían buscar una figura que les dé más seguridad que, por ejemplo, un candidato al Senado que sufrió una derrota reciente. En otras palabras: si Mike Pence es presidente para fin de año, ¿los demócratas no querrían incluir a Biden en sus opciones?

Por último, Biden puede enfrentarse a Trump, desde ahora, de manera muy particular. Como candidato favorito, Biden atraerá atención que puede aprovechar para ofrecer vencer a la presidencia de Trump. Biden puede denunciar las conductas fraudulentas de Trump —un viejo blanco contra otro— y eso podría calmar a Trump independientemente de quién resulte nominado.

Para que quede claro: no estoy diciendo que Biden sería el mejor candidato. No estoy de acuerdo con la idea que se ha dicho que tiene de que es el único demócrata que puede vencer a Trump. Además, tiene verdaderos defectos, como la verborrea que padecen tantos senadores de larga trayectoria. En cierta ocasión que asistí a una sesión en la Casa Blanca, llegué a dudar que algún día fuera a callarse. Si se postula, espero que tenga la inteligencia y la humildad suficientes para insistir en que sus asesores expresen con honestidad todas sus críticas.

Mi argumento es que nadie, ni los candidatos, ni los encuestadores, ni nosotros los críticos, sabe quién será el mejor candidato para 2020. Lo cierto es que Biden es distinto a los demás. Incluirlo en las opciones garantiza que los demócratas estén en una mejor posición que si no lo incluyeran.

En este momento, el único error sería eliminar de entrada a cualquier candidato que tenga ciertas posibilidades de ganar. Los demócratas ya intentaron esa estrategia, no hace mucho, y resultó un favor gigante para Donald Trump.

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