Opinion El Paso

El gran experimento libertario de Trump

Paul Krugman/The New York Times

lunes, 14 enero 2019 | 17:33

Nueva York – “El gobierno”, declaró Ronald Reagan en su discurso de toma de protesta, “no es la solución a nuestro problema, el gobierno es el problema”. Desde entonces, los republicanos han hecho eco de su retórica. Aunque, de algún modo, nunca han llevado a cabo la disminución radical del gobierno que demanda su ideología.

No obstante, ahora Donald Trump está, en efecto, implementando al menos parte de la reducción drástica en el papel del Estado por la que su partido se ha pronunciado desde siempre. Si el cierre se extiende durante meses —lo cual parece muy posible— tendremos la oportunidad de ver cómo se ve Estados Unidos sin diversos programas públicos que la derecha ha venido insistiendo desde hace tiempo en que no necesitamos. Olvídense del muro; piensen en lo que está sucediendo como un enorme y hermoso experimento libertario.

En serio, es sorprendente cómo muchos de los pagos que el gobierno federal ya no puede hacer o está a punto de dejar de hacer son para cosas en las que los libertarios insisten en que no deberíamos estar gastando los dólares de los contribuyentes de todos modos.

Por ejemplo, los cheques federales a los agricultores no van a expedirse, pero organizaciones libertarias como el Instituto Cato han denunciado desde hace mucho que los subsidios a la agricultura son solo otra forma de capitalismo clientelista.

Los empresarios están furiosos porque la Administración de Pequeños Negocios de Estados Unidos no va a otorgar préstamos, pero los libertarios quieren que esta agencia desaparezca en su totalidad.

Si el cierre se extiende hasta marzo —lo cual, repito, parece ser totalmente posible— el dinero para los cupones de alimentos se acabará. Sin embargo, los republicanos han rechazado fuertemente el programa de cupones de alimentos desde hace mucho tiempo. El senador Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana, ha denunciado el programa por “hacer que sea excesivamente sencillo no ser productivo”.

El cierre ha limitado drásticamente el trabajo en la Oficina de Alimentos y Medicamentos (por su sigla FDA, en inglés), que entre otras cosas trata de evitar la contaminación de los alimentos; la agencia ya detuvo sus inspecciones rutinarias a mariscos, verduras, frutas y otros alimentos. No obstante, existe una larga tradición conservadora, que se remonta a Milton Friedman, que condena la existencia de la FDA por ser una interferencia injustificada en el libre mercado.

No obstante, por extraño que parezca, ni el gobierno de Trump ni sus aliados en el congreso están celebrando el fin actual o futuro de los servicios gubernamentales que según su ideología no deberían existir. En cambio, están inmersos en maniobras administrativas y jurídicas frenéticas en un intento por mitigar esos recortes de programas. ¿Por qué?

Bueno, no deberíamos ser totalmente escépticos (escépticos sí, pero no totalmente). Incluso donde hay una solución a un problema que no involucra al gobierno, tal vez les preocupe que tome tiempo implementarla. Tal vez ustedes sean de la idea de que las empresas privadas podrían asumir la función de la FDA de mantener los alimentos seguros, pero dichas empresas no existen ahora y no pueden hacerse aparecer en cuestión de semanas. Así que ni los verdaderos libertarios necesariamente celebrarían un cierre repentino del gobierno.

Dicho eso, la verdad es que la ideología libertaria no es una fuerza real dentro del Partido Republicano; es más bien una pantalla de la verdadera agenda del partido.

En el caso de la clase dirigente del partido, esa agenda tiene que ver con la redistribución del ingreso entre los que más tienen y, en específico, servir a los intereses de los donadores importantes. Los políticos republicanos pueden hacer alusión a la retórica de los libres mercados para justificar los recortes fiscales a los ricos y los beneficios a los pobres, pero en realidad no les importan los libres mercados por sí mismos. Después de todo, el partido no tuvo mucho problema para alinearse con la aceptación de los aranceles de Trump.

Mientras tanto, la filosofía de la base del partido es, en esencia, la de un gobierno grande para mí, pero no para ti. Al diablo los beneficios sociales, pero no me toquen esos subsidios agrícolas. Reveladoramente, el principal elemento de la larga yihad del Partido Republicano en contra de Obamacare fue el falso argumento de que dañaría Medicare.

Como vemos, muchos de los recortes fiscales que el cierre gubernamental está obligando a hacer repercuten fuerte y evidentemente en los electores de la base. Los propietarios de pequeños negocios son mucho más conservadores que toda la nación, pero realmente van a echar de menos esos préstamos gubernamentales. Los electores rurales se volvieron republicanos como resultado de su rechazo a los demócratas en las elecciones intermedias, pero quieren esos cheques. Puede que McConnell haya hablado pestes de los cupones de alimentos en el pasado, pero un recorte repentino tendría un efecto catastrófico en las zonas de su estado que son más republicanas.

El único elemento del cierre gubernamental con el que los republicanos parecen estar muy tranquilos es con no pagarles a los trabajadores federales. Tal vez el partido crea, como Trump, que esos trabajadores son demócratas en su mayoría, pero cuando los efectos de no pagar comiencen a hacerse notar, esa indiferencia podría desaparecer.

En todo caso, aunque la brecha entre la supuesta ideología de los republicanos y su reacción verdadera al cierre sea comprensible, eso no la vuelve inocente. Si un partido va a afirmar, año tras año, que cree que el gobierno es el problema, no la solución, y luego se va a quejar amargamente cuando el gobierno deje de entregar cheques, deberíamos poner atención.

Y si ustedes tienen inclinaciones libertarias, deberían preguntarse si están contentos con lo que está sucediendo ahora que el gobierno ha desaparecido del mapa parcialmente. Sabiendo que ahora es más probable que antes que los alimentos que se están comiendo estén contaminados, ¿les parece que esa posible contaminación huele a libertad?

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