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Nacional

Las irregularidades que anunciaron la tragedia

Se cumplió un mes del accidente en la mina El Pinabete, en Sabinas, Coahuila

Rolando Chacón
Agencia Reforma

domingo, 04 septiembre 2022 | 06:50

Agencia Reforma

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Ayer se cumplió un mes del accidente en la mina El Pinabete, en Sabinas, Coahuila, que atrapó a 10 mineros a unos 60 metros de profundidad, cuyo rescate podría demorarse unos seis meses más con un costo de cientos de millones de pesos.

Aunque la minería de carbón es considerada la más riesgosas de todas las actividades mineras por ser un combustible en estado sólido asociado al gas que intoxica a los mineros o genera explosiones, el caso de El Pinabete, como en otros sitios donde hubo accidentes fatales, tiene tintes donde parecen intervenir la corrupción, la mezcla de intereses económicos y hasta políticos.

De acuerdo con diversos testimonios de mineros que ahí trabajaban ese miércoles 3 de agosto cerca del mediodía, el techo de la mina colapsó.

"Tronó la tierra bien gacho y como que tembló", dice el minero sobreviviente Roberto Ríos, "fue demasiado aire el que aventó para afuera y en cuatro minutos se inundó todo".

Además de estar a 370 metros del cauce del Río Sabinas, una zona llena de mantos acuíferos, el sitio donde se encuentra la mina El Pinabete está rodeado por minas antiguas, algunas de más de 100 años, que, por las características de la zona, se llenan de agua.

Un productor minero consultado, quien pidió el anonimato, afirma que los mantos uno y dos, los más superficiales, estaban ya explotados en la zona por las minas antiguas y, al estar abandonados, se inundaron.

"Estas gentes se metieron al manto tres, el de más abajo, entran abajo de donde había acumulación de agua y se quiebra el techo", explica.

"Los mismos mineros dijeron que era el techo, que por ahí entró el agua".

En una zona donde los vecinos que viven a unos 150 metros de la entrada del Pozo 4 sacan agua en norias de apenas 10 metros de profundidad, los mineros en El Pinabete perforaban la tierra a unos 60 metros de profundidad donde se requería que las tres bombas desaguaran las galerías las 24 horas.

"Creo que les faltó un tema de ingeniería, seguimiento y supervisión", dice el productor consultado.

En la mina, que tenía más de un año en funcionamiento, no hubo una exploración previa ni supervisión por parte de Protección Civil ni de inspectores de la Secretaría del Trabajo federal.

Cristina Auerbach, defensora de derechos humanos y coordinadora de la Asociación Familia Pasta de Conchos, organización que vela por la seguridad en minas de carbón, afirma que con el actual Gobierno federal se redujo el número de inspectores de la Secretaría del Trabajo.

Apenas un año atrás, en junio de 2021, en el vecino Municipio de Múzquiz, una inundación en una mina de carbón quitó la vida de siete mineros, pero nada cambió.

"Cuando sucedió la tragedia en Rancherías, en Múzquiz, donde murieron ahogados siete trabajadores, creí que se iban a tomar medidas drásticas, pero no, y ahora llegó el caso de El Pinabete y sigue la misma situación", lamenta Auerbach.

A punto de cumplirse un mes del accidente, el Gobierno federal acordó con las esposas de los 10 mineros el pago de una indemnización "digna" y una obra de mina a cielo abierto que, se espera, llegue en seis meses a las galerías para rescatar los cuerpos.

Sin embargo, una de las peticiones vigentes, de las esposas y otros familiares, es que el Gobierno identifique y actúe contra el dueño de la mina, una información que parece estar en una maraña.

De acuerdo con la Secretaría de Economía, el predio donde está la explotación de El Pinabete corresponde a la concesión 221087, en una superficie de 25 hectáreas perteneciente a Minera Río Sabinas.

Sin embargo, estaría operada por Compañía Minera El Pinabete, cuyo propietario, según el Registro Público de Comercio, es Rafael García Luna Acuña, con domicilio en San Pedro, Garza García, Nuevo León, un hombre relacionado con funcionarios públicos de Tamaulipas y con negocios con el Gobernador panista Francisco García Cabeza de Vaca.

El 11 de agosto, la FGR imputó a Cristian "S", como responsable de la mina, un hombre conocido como el yerno de "El Choco", capataz de la mina. Según los mineros, el presunto responsable no era el verdadero patrón.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró tener información de que el que aparece como encargado de la mina, por registrar a los trabajadores ante el Seguro Social, es quizá un "prestanombres", ya que inscribió a los mineros ante el IMSS después de ocurrido el accidente.

De acuerdo con productores carboneros consultados, la corrupción en el manejo del carbón no desapareció, como anunció el Presidente López Obrador a inicios de su administración, sino que se mantiene, con un deterioro en las condiciones de seguridad.

En sexenios anteriores, cuando el carbón se comercializaba a través de la Promotora del Desarrollo Minero de Coahuila (Prodemi), un oscuro fideicomiso manejado por el Gobierno de Coahuila, con señalamientos constantes de malos manejos, les cobraba a los productores un porcentaje que se invertía en supervisiones de seguridad y equipos de rescate minero.

"Tenían departamentos de ingeniería que prestaban el servicio, iban y te supervisaban", explica un carbonero.

"Entra López Obrador, entran los contratos directos con la Comisión Federal de Electricidad y borran a Prodemi, eso se acaba y como los productores somos muy necios, si no me lo cobran, yo no lo hago y pasan los accidentes", resume. 

'Es un trabajo de alto riesgo'

 Aunque existen maneras de trabajar con medidas de seguridad, los accidentes mineros ocurren y más en la minería de carbón porque es un trabajo de alto riesgo, sostiene un productor de carbón de Coahuila que pidió el anonimato.

"En la minería corres riesgos, los accidentes mineros ocurren porque es un trabajo de alto riesgo, así está clasificado por el IMSS", afirma.

"Yo no pago la misma prima de riesgo que una ferretera, que una maquiladora. El factor de riesgo, por lo general es 2 por ciento, nosotros por los mineros pagamos el 8 por ciento, tenemos la prima más alta".

El accidente ocurrido en El Pinabete, donde los mineros ingresan por un tiro vertical, puso bajo los reflectores a los "pocitos", como se le conoce a ese tipo de explotaciones de carbón, aunque, como ocurre con otras actividades, existen quienes cumplen con las normas de seguridad y quienes no lo hacen.

"Los 'pocitos', para mí son tiros verticales, hay tiros verticales que cumplen con toda la norma y son muy productivos, ¿por qué satanizar?, obvio, hay gente que les vale madre y por eso pasan estos accidentes".

Hace unos 10 años, cuando Los Zetas en Coahuila intervenían en muchas actividades económicas del Estado, también lo hicieron en la minería de carbón y los "pocitos" sin supervisión y sin medidas de seguridad eran parte de sus actividades, incluso en terrenos invadidos.

De acuerdo con estimaciones actuales, la cantidad de este tipo de explotaciones en la Región Carbonífera es de unos 50 distribuidos en los municipios de Sabinas, San Juan de Sabinas y Múzquiz, principalmente.

Otro productor de carbón consultado afirma que en todo México existe gran cantidad de explotaciones de tiro vertical o "pocitos", desde donde se extraen todo tipo de minerales.

"En Sonora hay infinidad de 'pocitos' que extraen un carbón de edad diferente al de Coahuila llamado antracita.

"Hay minas rudimentarias en muchas partes del País que extraen otros minerales. A todas las rigen las mismas leyes", explica.

Llueve todo el día

 En las minas Conchas Norte llueve todo el día.

A tan solo 400 metros de distancia de donde los 10 mineros que quedaron atrapados perforaban las paredes para sacar carbón se encuentra la mina abandonada Conchas Norte.

De acuerdo con mineros de la zona, la mina que baja a más de 300 metros de profundidad y tiene galerías de kilómetros de largo, dejó de ser rentable hace unos 30 años por problemas de inundaciones.

Desde entonces las instalaciones quedaron abandonadas y el tiempo deterioró toda la infraestructura que se convirtió en escombros llenos de basura.

También permanece abierta la boca de la mina.

Primero se toma una rampa de concreto por donde cientos de mineros en tres turnos, descendían unos 5 metros hacia una especie de patio, donde, ahora, las paredes de tierra se han desgajado y han cubierto el piso original de unos 50 metros de largo que mantiene su descenso hasta la boca de la mina, de unos 8 metros de diámetro.

En ese punto, a unos 15 metros de la superficie y en medio de la sequía de meses, las gotas caen constantemente como una lluvia incesante.

A los vecinos de la zona, en la ribera del Río Sabinas, les basta perforar el suelo a 10 metros de profundidad para sacar agua de pozo para su ganado o regar pequeñas parcelas.

Es la misma zona donde está El Pinabete, que, con 60 metros de profundidad, no significó riesgo para el dueño de la concesión y para el capataz de los mineros, quienes el lunes anterior al accidente --el cual se registró el miércoles-- no pudieron trabajar porque la mina estuvo inundada con más de un metro de agua 

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