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Nacional

Cruzan la frontera para atenderse en EU

Los hospitales de California están abarrotados con pacientes de México

Kevin Sieff / The Washington Post

domingo, 31 mayo 2020 | 06:00

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El Centro, California— Cuando Manuel Ochoa empezó a sentirse enfermo –le dolía el cuerpo y no podía respirar bien– manejó desde la casa de su madre en Mexicali, México a la frontera con Estados Unidos.

Este hombre de 65 años, que está pensionado, estacionó su auto en el puente internacional y trató de llegar hasta el país en donde tiene una residencia permanente, y en donde es válido su seguro médico. Justo antes de que llegara al puesto de revisión de la Patrulla Fronteriza, se colapsó bajo el sol.

En ese momento fue cuando los oficiales de inmigración de Estados Unidos hicieron una llamada que se ha convertido en algo cada vez más común durante la pandemia del coronavirus: a una ambulancia para que traslade a los ciudadanos o residentes estadounidenses de la frontera mexicana al hospital estadounidense más cercano.

Debido a que el sistema de salud de México se encuentra presionado debido al coronavirus, los hospitales de la pequeña comunidad del sur de California, una de las más pobres del estado, ha sido inundados con estadounidenses que han enfermado y cruzado la frontera.

Son ciudadanos pensionados que tienen la doble ciudadanía, estadounidenses que trabajan en México o van a visitar a su familia que está allá.

Éste es un ejemplo de lo fácil que se mueve el virus entre los dos países, aun cuando los gobiernos –y particularmente la administración Trump– han intentado cerrar las fronteras.

Y es una ventana por la que se puede ver cuántas vidas estadounidenses viven entre la frontera de Estados y México, incluyendo a familias que se han movido libremente por la región desde antes que fuera trazada la línea y cuyo movimiento continuó durante la pandemia.

Los problemas de salud pública siempre se han expandido en ambos lados de la frontera. Texas lleva a cabo campañas de fumigación contra los mosquitos junto con el estado de Tamaulipas en México durante los brotes de dengue. Arizona ha realizado ejercicios conjuntos con Sonora para combatir los incendios forestales.

California y Baja California han luchado juntos desde hace tiempo contra la epidemia de la tuberculosis en la frontera. El puente internacional de San Ysidro, en el sur de San Diego, es el punto más concurrido para las ambulancias de Estados Unidos.

Durante años, la Comisión de Salud Fronteriza entre Estados Unidos y México ha realizado simulacros sobre cómo podrían responder los dos países si ocurriera una pandemia en la frontera.

Un procedimiento especial fue creado por las ambulancias mexicanas para trasladar a pacientes a las ambulancias que están en suelo estadounidense.

Pero luego, ocurrió una pandemia real. Actualmente, aproximadamente la mitad de los pacientes de coronavirus que hay en varios hospitales fronterizos de California, incluyendo el Centro Médico Regional El Centro, han llegado recientemente de México.

Como resultado de esa oleada, el Condado Imperial, que alberga a El Centro, ha tenido una mucho más alta concentración de casos de coronavirus –760 por cada 100 mil residentes– que cualquier otro condado en California.

“Es increíble cómo esta enfermedad nos ha enseñado que las fronteras no existen”, comentó Adolphe Edward, director ejecutivo de El Centro Regional. Los empleados del hospital incluyen a 60 personas que cruzan cada día la frontera desde Mexicali para trabajar.

Aproximadamente 1.5 millones de estadounidenses viven en México, y más de 250 mil de ellos viven en ciudades que están en el sur de California. Esas ciudades han sido afectadas más fuerte por el coronavirus que casi cualquier otro lugar en México.

Más de 300 miembros del personal médico en Tijuana y en las afueras de esta ciudad han sido infectados, de acuerdo con Yanin Rendón Machuca, jefa del sindicato local de trabajadores de la salud.

En el hospital general de la ciudad, sólo una cuarta parte de los empleados sigue trabajando.

En algunas ocasiones, los choferes de las ambulancias de Mexicali esperan horas mientras los empleados del hospital hacen un espacio en los pasillos para los pacientes del Covid-19, la enfermedad causada por el nuevo coronavirus.

Algunas clínicas públicas que están abarrotadas en la ciudad fronteriza ya no están aceptando pacientes.

“Hemos visto pacientes que han estado en los hospitales mexicanos durante dos, tres o cuatro días antes de que puedan cruzar la frontera y venir con nosotros”, comentó Dennis Amundson, director médico de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Scripps Mercy de Chula Vista.

Los ciudadanos estadounidenses y personas que tienen tarjetas verdes en el norte de México empezaron a compartir mensajes en grupos de Facebook, tales como “Rosarito Living” y “Expats in Mexico”. Si se enferman, dicen, crucen la frontera.

Y eso fue lo que hizo Ochoa. Él es un residente permanente de Estados Unidos desde 1978. Se retiró hace unos años después de ser chofer de camiones en Los Angeles.

El domingo por la mañana, la ambulancia lo trasladó las 10 millas que hay entre el puente internacional a El Centro Regional, que ya estaba atendiendo a 43 pacientes de coronavirus y en donde el equipo de respuesta a desastres estaba preparando una tienda de campaña estilo militar debido al desbordamiento del número de pacientes.

“Aquí es en donde yo tengo un seguro médico y en donde hay una mejor atención”, dijo en el hospital. La máquina que leía su ritmo cardíaco oscilaba entre 128 y 135 latidos por minuto.

Durante la pandemia, el influjo de pacientes de México ha representado un desafío sin precedentes. El Centro Regional normalmente sirve a un condado con una población de unos 180 mil residentes, muchos de los cuales viven por debajo de la línea de pobreza.

Inesperadamente, el hospital estuvo atendiendo a una comunidad adicional de estadounidenses de Mexicali, que se cree asciende a 100 mil personas.

La semana pasada, cuando Edward publicó un video con información actualizada en Facebook, explicando que su hospital estaba abarrotado y que temporalmente dejaría de aceptar más pacientes de Covid-19, recibió una lluvia de mensajes criticándolo por darles prioridad a pacientes del otro lado de la frontera.

“Regrésalos a México”, escribió una persona. “La frontera debió haberse cerrado desde el primer día”, escribió otra.

Edward, un exmédico de la Fuerza Aérea que fue uno de los que encabezó un equipo médico militar de Estados Unidos en Bagdad, trató de explicar que eran estadounidenses a los que estaba atendiendo.

“Podemos pretender que los 275 mil pensionados estadounidenses que viven en Baja California no existen, pero sí existen y también los 35 mil miembros del Ejército”, dijo.

El pico de casos a lo largo de la frontera está ocurriendo a medida que California está tratando de reabrir. En San Diego, el fin de semana del Día de los Caídos, los restaurantes y bares estaban llenos de personas, muchas de las cuales no usaban mascarillas.

Los expertos médicos están advirtiendo que, al relajar esas reglas, además de los casos que vienen del otro lado de la frontera, podría dar lugar a una oleada de infecciones.

“Yo creo que México va a tener su punto álgido en este mes, aunque luego, cuando San Diego abra, también veremos un incremento en este lado”, comentó Juan Tovar, un médico que es director de operaciones en Scripps Mercy.

“Nuestro pico va a depender en esos dos factores”.

Entre los pacientes que han llegado de México en las últimas semanas se encuentra Patricia González Zúñiga, una doctora de Tijuana que trabaja frecuentemente con la Universidad de California en San Diego.

González Zúñiga y su esposo fueron diagnosticados con Covid-19 el mes pasado. La salud de su esposo se deterioró rápidamente.

“No tengo duda de que él hubiera muerto si nos hubiéramos quedado en Tijuana y hubiéramos ido a un hospital de allá”, dijo.

Otros ciudadanos estadounidenses llevaron sus hijos a México para recibir una atención infantil más asequible. Algunos son estadounidenses que perdieron su trabajo durante las primeras semanas de la pandemia en Estados Unidos y se fueron a vivir con sus parientes en México para ahorrar dinero.

“Allí es en donde se infectaron”, comentó Amundson, director médico de Cuidados Intensivos en Scripps Mercy. “Y luego regresaron para que los atendieran aquí”.

Antes de la epidemia, más de 200 mil personas al día cruzaban la frontera desde México a California. La administración Trump cerró la frontera a los viajes “no esenciales” en el mes de marzo, y el presidente Donald Trump prometió “suspender la inmigración” para detener la propagación del virus.

Sin embargo, después de un desplome inicial en las entradas al país, el ritmo empezó a recuperarse. Un promedio de 86 mil personas al día cruzó la frontera durante la semana del 11 al 18 de mayo, siendo una mezcla de ciudadanos y residentes estadounidenses y mexicanos que tienen visas para trabajar legalmente y cuyos empleos fueron catalogados como esenciales.

No se han realizado revisiones médicas en la frontera. Cuando un reportero de The Washington Post cruzó la semana pasada, un agente de inmigración lo miró y le preguntó, “No estás enfermo, ¿verdad?”, antes de escanear su pasaporte.

Un oficial de operaciones médicas de alto rango del Departamento de Seguridad Interna, Alex Eastman, les comentó a unos médicos del sur de California en este mes que deberían estar preparados porque los ciudadanos o residentes permanentes de Estados Unidos van a seguir cruzando la frontera, incluyendo para recibir atención médica.

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