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Compre El Diario, vea las noticias para estar más informado, que nadie se lo cuente”, ofrece Máximo Casanova con su acento isleño a los usuarios del puente internacional Paso del Norte-Santa Fe, a quienes busca vender el periódico antes de su ingreso a Estados Unidos. 

Máximo, de 35 años de edad, es uno de los más de 71 mil migrantes que fueron retornados por el gobierno de Donald Trump a México bajo los Protocolos de Protección a Migrantes (MPP, por sus siglas en inglés), 22 mil 967 de ellos con una cita ante una Corte migratoria de El Paso, por lo que mientras espera su turno de cruzar a Estados Unidos comenzó a trabajar como voceador de El Diario. 

“Soy cubano, de la capital, de La Habana. En Ciudad Juárez llevo alrededor de tres meses, pero ya llevo un año y seis meses aquí en México; soy MPP, estoy esperando mi cita, ya estoy en el programa pero todavía no me han llamado (para cruzar la frontera)”, narró el isleño ayer junto a la Cruz de Clavos ubicada en el puente internacional.

Protegido contra Covid-19 con un cubrebocas y del sol con una gorra, el cubano muestra la portada del periódico a los automovilistas y peatones, sobre la avenida Juárez, en donde dice que le ha ido “bastante chido”.

“Hay que trabajar y pedirle a Dios, salir todos los días y buscar el pan nuestro de cada día (…) Yo, en lo personal, le doy muchas gracias  a México por abrirnos las puertas a mí y a mi familia, y a muchos cubanos”, destacó. 

Máximo logró salir de su país con su esposa y su hija de 5 años, ya que asegura no compartir las ideas comunistas de su Gobierno.

“Hay muchas cosas que nos prohíben y realmente el ser humano tiene derecho a expresarse y a decir lo que quiera y a hacer lo que quiera, todo con respeto, como hemos estado nosotros aquí en México, con respeto; por eso, la comunidad de aquí, de Juárez, y de México, nos ha abierto las puertas a muchos cubanos, porque hemos sabido respetar. En Cuba no comparten eso, en Cuba el Gobierno quiere que hagas lo que ellos digan y no es así, el ser humano decide por lo que quiere hacer en su vida. Y por eso estamos aquí tratando de migrar, muchos se han quedado en México y muchos han tratado de ir a Estados Unidos. Somos seres humanos, escogemos el lugar a donde queremos ir”, explicó. 

“Tuve la suerte de sacar (de Cuba) a mi mujer y a mi hija, dejé a mi mamá y a mi hermano allá en Cuba”, dijo Máximo, quien paga renta en Ciudad Juárez, por lo que tiene que trabajar en espera de poder ingresar al vecino país, mientras tanto viven felices en México, aseguró el hojalatero que tenía un taller en Cuba para pintar automóviles. 

Lejos de su país, y en espera de la llamada de la Agencia para los Refugiados de Naciones Unidas (Acnur) para saber la fecha en la que podrá ingresar con su familia a Estados Unidos, para continuar allá con su proceso de asilo político, el migrante destacó que “todos tenemos derecho a migrar” y nadie está exento de tener que hacerlo algún día. 

“Para mí migrar es algo normal, existe desde los tiempos de la Prehistoria; cada quien busca el lugar en donde mejor quiera estar y migrar es algo normal para todo ser humano, tanto aquí en México como en Estados Unidos, al final todos somos hijos de Dios; donde estemos todos somos hijos de Dios y todos somos iguales”, destacó. 

“De hecho me encanta Ciudad Juárez, estaba en Cancún, pero siempre venía aquí a Ciudad Juárez a mi cita de Corte (de Inmigración a El Paso) y siempre me ha gustado Ciudad Juárez, su gente; el trato es diferente al del sur, nos respetan mucho más a los cubanos aquí en Juárez”, dijo quien decidió vivir en esta frontera mientras toca su turno de cruzar al vecino país.

hmartinez@redaccion.diario.com.mx