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Juárez

‘Un chorrito de agua … es una bendición’

La vida en Barreales se dificulta debido a la falta del líquido, imprescindible para las labores del hogar y para la higiene personal

Luz del Carmen Sosa
El Diario de Juárez

viernes, 20 mayo 2022 | 13:17

Staff / El Diario de Juárez | Aprovechan para llenar botes con el agua que llega temporalmente Staff / El Diario de Juárez | Un pozo del agua de la JCAS

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Barreales, Guadalupe— El baño con agua tibia bajo la regadera parece un mero recuerdo para José, quien dice tener seis meses sin darse una ducha “como Dios manda”. Para Rosa, el chorrito de agua que corre por la llave en el exterior de la casa es “una bendición”, mientras que Martha dice que ayer que llegó a su casa se sorprendió al encontrar su único tambo lleno con agua potable.

Así es la vida en esta comunidad situada 54 kilómetros al este de Ciudad Juárez, muy cerca del muro fronterizo entre México y Estados Unidos.

“Aquí sobrevivimos, imagínese con seis meses sin agua, un chorrito que sale de la llave ya nos alegra el día”, comenta Rosaura. Los nombres de los entrevistados fueron modificados a petición de los vecinos que temen represalias en sus recibos de cobro por parte del personal de la Junta Rural de Agua y Saneamiento (JRAS). 

Aquí en el ejido Barreales, una de las comunidades que conforman el municipio de Guadalupe, quedan decenas de fincas abandonadas como vestigios de la violencia que obligó al desplazamiento de cientos de familias hacia Estados Unidos o a Juárez.

Entre amplias calles sin pavimentar, se observan las casas de madera y adobe, algunas de ladrillo y otras de block; todas ellas carecen de aparatos de aire acondicionado ya sea en techos o ventanas precisamente por la falta de agua. 

Son contadas las viviendas que cuentan con contenedores llamados rotoplas, por lo que predominan los tambos de plástico en color azul o blanco con tapadera o cubiertos con bolsas de plástico para mantener limpio el líquido que beberán o con el que se bañarán, lavarán sus trastes, su ropa o usarán en el sanitario.

“Ya no podemos vivir más tiempo sin agua, nuestra vida ha cambiado totalmente porque tenemos que movernos de nuestras casas para buscar dónde bañarnos, para lavar en lavadora, para lavar los autos. La higiene ha decaído mucho, imagínese ahora con la pandemia, ha sido un suplicio”, asegura la mujer que cada tarde viaja a casa de sus familiares en “San Nacho”, la cabecera municipal, para bañarse ella y sus hijos. 

El recorrido realizado ayer en esta comunidad incluyó una visita a las oficinas de la Junta Rural de Agua y Saneamiento, ubicadas en el ejido Doctor Porfirio Parra (Caseta), para entrevistar a su titular Daniel Gutiérrez, sin embargo, el servidor público estaba ausente.

En Barreales, los habitantes de las primeras calles aseguraron que contaban “con un chorrito” de agua de manera permanente. 

“Yo tengo agua, muy poquita, pero sale”, dijo la propietaria de la primera casa frente a la plaza pública, entre las calles Chihuahua y Coahuila.

A unos cuantos metros, se encuentra un dispensario de agua. 

“Pero se descompuso desde hace como tres semanas y nadie lo arregla”, dijo un alumno de la escuela primaria Benito Juárez que se dirigía caminando a su rancho junto con su hermano. Ambos menores habían rellenado las botellas de agua del garrafón de sus respectivos salones.

“Ya nadie rellena los garrafones aquí, se tienen que ir a las tiendas a comprar garrafones nuevos o buscar máquinas, pero pues muchas personas no tienen carro para moverse”, contó de prisa el alumno con mochila a la espalda, mientras mostraba el estado de suciedad en el que se encontraba el despachador de agua automático de la Junta Central de Agua y Saneamiento.  

Los residentes de las calles Sinaloa dijeron tener agua, muy poca, de la red. Esta parte del pueblo es surtida del pozo de agua de El Millón, el último ejido de Juárez. La otra mitad del pueblo recibe el agua del pozo ubicado en Caseta –ejido Doctor Porfirio Parra– que está paralizado desde antes del mes de diciembre del año pasado. 

En esa misma calle, los residentes de calles más al sur, ya carecen del servicio y son quienes esta semana han recibido el líquido por parte de la pipa que fue prestada por la Junta de Agua del Municipio de Ahumada. 

Para la próxima semana, los vecinos dicen que será la pipa de Praxedis la que los dote de agua mientras esperan a que la JCAS resuelva la falla del pozo, que tendrá un costo de 900 mil pesos para el Gobierno municipal de Guadalupe.

Varios vecinos han logrado que los recibos reciban el descuento o cancelación del cobro mensual, al argumentar que la asignación de agua no ha sido frecuente y que semanas atrás ni en pipas llevaban el agua.

“La situación es muy difícil, aquí no tenemos agua, por eso aquellos que la tengan cuídenla, porque no sabemos valorar el agua y la desperdiciamos”, resumió Rosa frente a sus cuatro tambos de agua y media decena de perros sedientos. 

lsosa@redaccion.diario.com.mx

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