Suman aquí casi 3 mil menores retornados

Esperan en Juárez que se resuelva su proceso de asilo político para ingresar a EU

Hérika Martínez Prado / El Diario

Para Lesly el sueño americano significa convertirse en abogada, un sueño que ahora atesora en la Casa del Migrante de Ciudad Juárez, donde celebró sus 15 años y donde ayuda en la cocina mientras su padre sale a trabajar, en espera de su tercera cita ante la Corte de Estados Unidos como solicitantes de asilo político.

Al igual que Melany de Guatemala, Adrián de Honduras, Jacob de El Salvador y otros 60 niños y adolescentes migrantes que viven actualmente en el albergue católico, Lesly forma parte de los 2 mil 850 menores de edad que ha retornado el Gobierno de Donald Trump a Ciudad Juárez bajo el programa Permanecer en México, del llamado Protocolo de Protección a Migrantes (PPM).

Según cifras del Instituto Nacional de Migración (Inami) esta frontera ha recibido a más de 9 mil 500 de los 20 mil extranjeros hispanoparlantes solicitantes de asilo político que ha retornado Estados Unidos a México, 30 por ciento de ellos menores de edad que cruzaron la frontera junto a sus padres.

Lesly y su padre, José Danilo, son originarios de Macuelizo, Honduras, donde ella estudiaba el segundo grado de plan básico, equivalente a la secundaria en México, hasta que ambos salieron el martes 19 de marzo hacia Estados Unidos, con el único objetivo de buscar una vida mejor. 

Su padre decidió que hicieran el viaje solos por temor a que le pasara algo a ella si se integraban a una caravana, y después de atravesar México en ocho días de camino, el miércoles 27 de marzo llegaron hasta los límites de Estados Unidos, donde cruzaron un río Bravo seco para entregarse a la Patrulla Fronteriza en El Paso, Texas.

Pensaron que ése iba a ser el inicio de su sueño, pero después de estar detenidos “como siete días”, “castigados”, fueron retornados a Ciudad Juárez, con una primera cita ante la Corte, por la que tuvieron que esperar 25 días, pero al presentarse fueron retornados nuevamente por una segunda cita 33 días después, pero al no acudir con un abogado fueron retornados por tercera vez con una nueva cita para el 1 de agosto.

“Lo que realmente necesitamos es un abogado”, dijo José Danilo, quien todos los días sale de la Casa del Migrante a las 8:00 a.m. para ir a trabajar en la construcción, y regresa a las 6:00 p.m.

Para Lesly el albergue se ha convertido en su casa, donde en complicidad con su papá el 7 de junio le organizaron su fiesta de 15 años, donde tiene amigas, ayuda en la cocina para dar de comer a los más de 400 migrantes que actualmente tiene el lugar, y juega con los niños.

Jacob, de 4 años, salió con sus padres huyendo de la violencia de El Salvador, por lo que desde hace tres semanas esperan en la Casa del Migrante su primera cita en la Corte de Estados Unidos. Mientras tanto, él se queda con su mamá en el albergue, mientras su papá sale a trabajar a una recicladora.

“Ya está aburrido de estar aquí, me dice que quiere regresar a su casa”, aseguró su mamá mientras el niño lloraba en la explanada del mismo albergue donde Ian, un peque centroamericano de siete años, es cuidado por otra migrante mientras su padre sale a trabajar, y donde Adrián, de Honduras, explica que él es un migrante.

“Nosotros somos migrantes… vamos para Estados Unidos”, dice el niño de seis años, quien fue retornado de Estados Unidos a Ciudad Juárez junto a su mamá y su hermano de cuatro años.

Melany de Guatemala también cumplió sus 15 años dentro del albergue, donde su mamá, Candy Pérez de 37 años, y sus hermanos Emely de 18 y Jostin de 13 años, se coordinaron con las trabajadoras para organizarle una fiesta sorpresa el pasado 1 de julio.

El sueño de Melany siempre había sido tener una fiesta de 15 años, y aunque fue a más de 3 mil 200 kilómetros de su país, de su familia y de sus amigos, pudo celebrar con un vestido nuevo, pollo dorado, ensalada, puré de papa, y aguas frescas que disfrutó junto a más de 300 migrantes con su mismo sueño. 

En abril la psicóloga de la Casa del Migrante, Diana Berenice Ivón Beltrán, explicó a El Diario las condiciones emocionales con las que llegan los niños migrantes al albergue, muchas de las veces con sólo uno de sus padres.

“Los niños tienen un panorama fragmentado, se separa la familia y el migrante viene acompañado de un niño por la premisa de ‘voy a conseguir más rápido el asilo político’. A los niños les dan la postura de ‘vamos a ir a Estados Unidos, allá vas a tener juguetes, allá vas a aprender inglés’, pero no les explican todo lo que van a vivir en el camino”, destacó.

Los migrantes han confesado que a veces durante el trayecto no comían por días o tenían que hacer una sola comida al día, se enfrentaron a cambios bruscos de temperatura o tuvieron que caminar con sus hijos por kilómetros.

Pero las cosas no cambian al llegar a Estados Unidos, donde permanecen detenidos por días, duermen en el suelo y se enfrentan al extremoso calor de los patios o las frías estaciones, para luego ser devueltos a México con citas en algunos casos hasta octubre del año próximo.

De acuerdo con Horacio Duarte Olivares, subsecretario federal de Empleo, quien fue nombrado por el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como responsable de la migración en la frontera norte del país, la cifra del 30 por ciento que señala Inami en esta frontera sobre los menores de edad retornados, es similar a nivel nacional, lo que significaría que México ya ha recibido a cerca de 6 mil niños y adolescentes acompañados por sus padres, para que esperen aquí su proceso migratorio.

Y aunque desde el martes de la semana pasada Estados Unidos amplió su programa Permanecer en México a una cuarta frontera mexicana, Ciudad Juárez ha recibido a casi el 50 por ciento de los extranjeros hispanoparlantes solicitantes de asilo.

Hasta el 11 de julio el vecino país había retornado 6 mil 649 personas a Tijuana, 3 mil 887 a Mexicali, 9 mil 314 de Ciudad Juárez y 61 a Nuevo Laredo, Tamaulipas, pero según cifras de Inami, hasta el fin de mes sumaban ya 9 mil 500 retornos por esta frontera.

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