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Juárez

Permanecen cientos en línea divisoria

Suman 8 días de crisis migratoria en el bordo

Han sido expulsados cerca de 2 mil venezolanos por esta frontera

Hérika Martínez Prado
El Diario de Juárez

sábado, 22 octubre 2022 | 08:01

Manuel Sáenz / El Diario de Juárez | Sudamericanos acampan en los límites de la frontera Manuel Sáenz / El Diario de Juárez Manuel Sáenz / El Diario de Juárez

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Ciudad Juárez.- En espera de poder ser recibidos por el Gobierno de Joe Biden, cientos de migrantes venezolanos suman ocho días durmiendo sobre el bordo del río Bravo, a la intemperie, con niños enfermos e incluso con las mascotas con las que atravesaron la selva entre Colombia y Panamá.

Hasta ayer habían sido expulsados cerca de 2 mil sudamericanos de Estados Unidos a Ciudad Juárez bajo el Título 42, aproximadamente 500 de los cuales se encontraban albergados, mientras que unos 300 permanecían acampando en los límites de la frontera.

No podemos ir a un albergue porque los albergues son cerrados y así no podemos trabajar y nosotros lo que necesitamos es trabajar, y estar pendientes de si hay algún cambio en la frontera”, dijo María, de 24 años, quien desde hace seis días duerme frente al edificio del Consejo Estatal de Población (Coespo), hasta donde familias de ambos lados de la frontera les han llevado ropa, cobijas y comida, mientras que ellos pagan algunos días para entrar a bañarse a un hotel.

“Denos una oportunidad, sólo queremos trabajar, no vamos a pedir, vamos a trabajar”, se manifestó ayer pacíficamente y con cartulinas un grupo de ellos frente a Estados Unidos, luego de pedir apoyo a los representantes de la Unión Europea que acudieron al bordo mexicano, pero que no dialogaron con ellos.

Durante la madrugada, unos 200 venezolanos llegaron al exterior de las oficinas del Instituto Nacional de Migración (INM) con el objetivo de obtener una Fórmula Migratoria Múltiple (FMM) para poder permanecer en el país o trabajar en la ciudad durante 180 días; sin embargo, se les informó que sólo serán otorgadas 50 por día, de lunes a viernes, por lo que ellos mismos se organizaron para acudir diariamente hasta que puedan obtenerla.

“Nos dijeron de este permiso por 180 días para poder transitar por todo el territorio de México y poder trabajar en esos 180 días. Estamos esperando porque están atendiendo nada más 50 personas por día, están entregando 50 permisos por día, pero las personas rebasan esa cantidad, nos pueden atender por ahí de martes o miércoles, pero con ese papel si la Policía nos para no nos puede detener”, dijo Gabriel Pico Pérez, de 29 años.

El primer grupo de sudamericanos expulsados a Ciudad Juárez fue enviado la tarde del miércoles 12 de octubre, horas antes de que los gobiernos de México y Estados Unidos informaran sobre el acuerdo en el que se estableció que la administración de Biden recibirá a 24 mil venezolanos vía área, que hayan entrado a México antes del 12 de octubre y tras la petición de un patrocinador económico que sea residente o ciudadano estadounidense, pero que quienes entraran a través de las fronteras mexicanas serían devueltos.

Esa noche los primeros expulsados durmieron bajo el llamado “puente negro”, por temor a ser deportados por México. El jueves 13 el Sector El Paso devolvió a 200 más, algunos de los cuales comenzaron a volver a entregarse a la Patrulla Fronteriza, mientras que otros rentaron hoteles por esa noche y los que acudieron a Coespo fueron trasladados a un albergue para que pasaran la noche.

La expulsión del viernes 14 sumó a más familias, por lo que desde entonces entre 200 y 300 personas duermen cada noche en el bordo fronterizo y el exterior del Coespo y del centro de salud Todos Somos Mexicanos, en donde también se han sumado los venezolanos que llegan a la frontera con el objetivo de cruzar, pero al enterarse de la nueva política de expulsión deciden esperar un apoyo humanitario.

Pico Pérez llegó a Juárez hace siete días, durante los cuales ha tenido que dormir en la calle, bañarse con el apoyo de agrupaciones como Comunidad Olivo que les llevaron una regadera móvil la mañana del jueves, y se ha cubierto con lo que la comunidad fronteriza los ha apoyado.

“Estoy aquí pegado al muro, estamos durmiendo en la calle, a la intemperie, no nos ha faltado abrigo ni comida, gracias a Dios a la comunidad del pueblo de México, la ciudad como tal se han acercado a donde estamos y nos dan comida, cobijas, bandas. Todo lo que cargo puesto prácticamente la gente me lo ha dado, la comida, mucha comida, el apoyo del pueblo mexicano ha sido muy bueno hacia los venezolanos”, destacó.

Aunque aseguró que no les ha faltado comida, durante la noche tienen que padecer las bajas temperaturas, al igual que las decenas de niños, principalmente menores de 10 años que forman parte del éxodo venezolano.

Tres de ellos, entre los cuatro y 12 años, llegaron el jueves y ayer durmieron su primera noche sobre el bordo mexicano, bajo el puente internacional Paso del Norte, acompañados de sus padres y una perrita que les regalaron en Perú y que los niños adoptaron.

Dos de los menores llegaron enfermos a Juárez debido a los cambios de clima, la deshidratación y el cansancio, por lo que ayer fueron trasladados al centro de salud Todos Somos Mexicanos.

“La más pequeña estuvo internada en México, todavía está enferma, y la mamá está ahorita con el mayor en el centro de salud, llevó primero a uno y ahorita llevará al otro”, narró el padre de familia que cuidaba a sus dos hijas menores, acostadas sobre una cobija a unos metros del río Bravo, mientras que la perrita jugaba con otra familia de migrantes.

Otra pequeña de nueve años también ha pasado ya tres noches frente al muro fronterizo, acompañada de sus padres, su hermano con autismo y su pequeño cachorro llamado León, con quien juega durante el día sobre el concreto y duerme en la noche bajo sábanas que colocaron varias familias en forma de casa de campaña para protegerse del frío.

“Antes nos dejaban bañarnos aquí (Coespo) pero se hizo mucho desorden, ahora vamos a un hotel y pagamos para que nos dejen bañarnos”, dijo una de las migrantes, quien pidió el apoyo para que les lleven baños móviles.

La desconfianza a las autoridades, la espera de familiares que cruzaron con ellos pero que continúan detenidos en Estados Unidos, la falta de dinero para regresar a su país y la expectativa de lo que pueda ocurrir en la frontera, mantiene a cientos en el bordo mexicano.

“Estamos a la expectativa de lo que suceda, todavía no sabemos qué vamos a hacer, vamos a sacar este permiso para ver si podemos trabajar, a ver qué podemos solucionar porque no estamos generando nada de ingreso y nos afecta, mientras a ver qué nos dicen de aquel lado para ver cuándo podemos pasar”, dijo Pico, quien combinaba en su país sus estudios de arquitectura con su trabajo como mesero.

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