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Juárez

Sobreviven migrantes en la selva de asfalto

Para pagar el alojamiento o comprar algún alimento, venezolanos deciden vender dulces en las calles

Hérika Martínez Prado / El Diario de Juárez

viernes, 20 enero 2023 | 12:58

Manuel Sáenz / El Diario de Juárez | Entre los vehículos, un sudamericano ofrece sus paletas Manuel Sáenz / El Diario de Juárez | Una mujer y su hijo solicitan ayuda en la zona Centro de la ciudad Manuel Sáenz / El Diario de Juárez | Algunas de las personas en movilidad buscan empleo, pero al no conseguirlo optan por limpiar vidrios o pedir dinero, exponen

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Sin haber logrado aún una cita ante las autoridades de Estados Unidos para solicitar una excepción humanitaria al Título 42, Sandra y su familia tienen que vender dulces en las calles de la ciudad para poder reunir los mil pesos semanales que les cobran en el albergue en donde duermen. 

La pareja venezolana que arribó a Ciudad Juárez a principios de enero acudió al Consejo Estatal de Población (Coespo) en busca de un lugar en dónde dormir con sus dos hijos, pero debido a la saturación de los espacios humanitarios, sólo encontraron lugar en el único albergue de la ciudad en el que los migrantes tienen que pagar.

“Pagamos mil pesos por los cuatro, la familia. Salimos con las chupetitas porque hay que pagar”, explicó la pareja. 

Otra pareja integrada por una venezolana y un colombiano, quienes viajan con dos hijos, de 2 y 6 años de edad, también sale a veces a vender dulces a las calles de Juárez, debido a que él estaba trabajando en una empresa de instalación de publicidad, pero se lesionó un ojo y está en espera de recibir la atención médica. 

Ellos también se encuentran en un espacio de la Red de Albergues de Ciudad Juárez, en donde pagan mil pesos cada semana, desde el 3 de enero pasado, por lo que decidieron vender dulces en las calles para reunir el dinero. 

“A veces nos apoya la gente, muy poco, porque hay gente que estará cansada ya –de los migrantes–, porque hay mucha gente en las calles, son la mayoría venezolanos los que están durmiendo en la calle”, dijo la sudamericana. 

En el albergue les dan desayuno, cena, pañales y tienen un lugar cálido donde dormir, por lo que están contentos de estar ahí. “El día que estaba lloviendo yo agradecí a Dios estar ahí”, comentó. 

“Pablo”, quien con 17 años permanece desde hace más de una semana en la ciudad, pidió omitir su nombre y aseguró que ha buscado trabajo, en la zona Centro, pero cuando saben su edad no lo quieren contratar, por lo que ha tenido que dedicarse a limpiar vidrios o pedir dinero en los semáforos.

‘Tengo que pedir una ayuda’

“La gente me dice que me ponga a trabajar, que estoy joven para pedir, y les digo que ando buscando un trabajito, pero no me quieren –contratar– y tengo que pedir una ayuda”, dijo quien duerme en “donde llega la noche”, debido a que constantemente se está escondiendo de los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM). 

De Venezuela, Crisbel Pereira, de 32 años, viaja desde hace cinco meses con su esposo y sus dos hijos, de 2 y 14 años de edad, y ésta es la segunda vez que están en Ciudad Juárez, debido a que el 26 de diciembre se entregaron a los agentes de la Patrulla Fronteriza del Sector El Paso, pero fueron expulsados a través de Matamoros, de donde fueron devueltos a la Ciudad de México. 

Aunque de lunes a viernes acude con sus hijos al comedor de la pastoral de Movilidad Humana coordinado por el Ministerio para Migrantes de la Sociedad Misionera de San Columbano, instalado en las oficinas de la Catedral Nuestra Señora de Guadalupe, siempre en los semáforos la apoyan, aseguró.

‘Un pedazo de pan’

“Cuando no –acudían a Catedral– solamente almorzábamos y entre el día comíamos un pedazo de pan, una galleta o siempre le regalan a uno algo en la calle. Cuando uno está en el semáforo siempre le dan algo, hasta que podamos reunir y comprar algo. Aquí lo más común para nosotros los venezolanos es el arroz chino o la pizza; sin embargo, hemos tenido la oportunidad de que nos han invitado a almorzar sin picante y muy sabrosa, por ahí nos invitaron unas flautas, una señora el domingo nos llevó a comer flautas y… divinas, muy sabrosas”, relató.

hmartinez@redaccion.diario.com.mx

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