Preservan la tradición en honor a sus padres

A más de cinco décadas de ser fieles a la tradición de instalar un nacimiento navideño en el interior de su hogar, el próximo 24 de diciembre será la primera Nochebuena en que el pesebre de la familia Almada Mireles cumpla un año sin haber sido retirado: se mantuvo en pie en honor a la señora María Teresa Mireles, quien inició junto a su marido la costumbre de poner la representación de Belén y falleció el pasado mes de abril. 

En una casa ubicada en la esquina de las avenidas Hermanos Escobar y Abraham Lincoln, a finales de la década de los 60 nació la costumbre familiar de instalar el nacimiento de Jesucristo y con el paso de los años incrementó su tamaño al albergar figuras de cerámica que María Teresa y su esposo Hugo Almada trajeron de distintas partes del país, tradición a la que se sumaron sus once hijos e incluso sus nietos. 

En sus inicios, el pesebre que ahora mide cerca de seis metros cuadrados, fue elaborado con una base de algodón y la representación de la escena del nacimiento con unos pequeños portales y figuras de María y el Niño Dios, además estuvo acompañado de un árbol de Navidad, pero alrededor de 1971 algunos niños de la familia decidieron agregar unas velas que terminaron por provocar un incendio y consumir el nacimiento. 

Fue entonces cuando María Teresa y Hugo decidieron ampliarlo y sustituir el algodón por papel tipo cartón recubierto de heno y musgo, el cual ha sido guardado desde entonces y se ha empleado año con año, a excepción del papel que con el transcurso de los años se deterioró y fue sustituido, incluso con los restos del árbol navideño fueron construidos pequeños pinos que se sumaron a la escena del nacimiento. 

En 1974 la familia Almada Mireles se mudó a una casa ubicada en la colonia Hidalgo, en la calle Atotonilco, donde continuó con la tradición de instalar el pesebre durante la época decembrina, festividad a la que se sumaron amigos y conocidos que cada año visitan el hogar para conocer las nuevas figuras que componen al nacimiento y compartir un momento consumiendo tamales, galletas y café. 

Cada año Hugo Mireles acostumbraba a viajar a distintas partes del país por motivos de trabajo, ya que laboraba en la Extensión Agrícola y en la Productora Nacional de Semillas, y siempre aprovechaba la oportunidad para adquirir nuevas piezas para el nacimiento, sobre todo acudía a los mercados de Coyoacán y de Sonora, en la Ciudad de México, y compraba distintas figuras miniatura de animales o personas, contaron sus hijos Lourdes y Hugo Almada Mireles. 

El mayor cambio en la instalación del nacimiento se dio después de que el señor Mireles conoció a un hombre que en su casa tenía un pequeño pesebre con una fuente de agua. Ese día regresó a su casa y construyó una estructura hidráulica para que cruzaran distintos arroyos de agua por la representación miniatura de Belén, la cual aún forma parte de la instalación que año con año se realiza.

Hace tres años falleció el señor Hugo Mireles, pero antes consiguió las últimas figuras que agregó al nacimiento, en ese entonces tenía 90 años y fue en compañía de su hijo Hugo a la librería de San Lorenzo; al morir, su esposa María Teresa continuó con la tradición familiar que inició a su lado e instaló por última vez el nacimiento en diciembre de 2020, pero con el paso de los meses decidió no quitarlo, por lo que al fallecer en abril de este año sus hijos lo dejaron puesto. 

“Mi mamá siempre nos reunía alrededor del nacimiento para dar las gracias y para darle un sentido a la Navidad en torno al Niño Dios”, dijo Lourdes Almada, quien este mes redecoró la instalación que estuvo en pie durante todo el año en honor a la memoria de sus padres y una tradición familiar que refuerza su fe. 

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