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Juárez

Pasaron de víctimas a victimarios

Son ‘huérfanos’ de la violencia muchos de los internos actuales

Diego Villa / El Diario de Juárez

sábado, 14 enero 2023 | 12:05

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En los nueve centros penitenciarios del estado de Chihuahua, tres de cada cuatro de las personas privadas de la libertad que los habitan tienen entre cero y nueve años de escolaridad, lo que se traduce como tener analfabetismo y apenas la secundaria completa, de acuerdo con datos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno federal.

Asimismo, se puede detallar con dichos datos que 51 de cada 100 de los reos están entre los 18 y los 34 años de edad, y el grupo coetáneo más numeroso es el de personas entre 30 y 34 años, con mil 820 de los 8 mil 900 que se registraron privadas de la libertad hasta octubre de 2022 en el cuaderno de información estadística penitenciaria nacional.

Este grupo de personas, entre 18 y 34 años de edad, vivieron su niñez y adolescencia entre 2006 y 2012, cuando la guerra contra el narcotráfico declarada por Felipe Calderón Hinojosa golpeó Ciudad Juárez, afirmó José Luis Flores Cervantes, consultor en temas sobre niñas, niños y adolescentes (NNA).

Vivir en esos tiempos trajo para esos jóvenes un impacto negativo, relató Flores. Se trata de quienes fueron niños y adolescentes que empezaron a cometer delitos de alto impacto como consecuencia de lo que vieron esos años, aseguró. 

El grado de escolaridad más recurrente entre los reos de los Centros de Reinserción Social (Cereso) chihuahuenses es la secundaria completa, con 2 mil 564 personas en ese nivel, de los ocho mil 901.

Destaca que se registraron aquel mes 167 personas que no sabían leer ni escribir y terminaron presos en las cárceles chihuahuenses, mientras que hubo tres casos de personas con doctorado completo que fueron privadas legalmente de la libertad, y ocho con maestría.

Para las investigadoras Cirenia Chávez Villegas y Elena Butti, las experiencias escolares de los jóvenes y su participación en el tráfico de drogas se relacionan de manera estrecha mediante un círculo vicioso de “estigmatización, separación, castigo y exclusión”.

El abandono escolar no ocurrió porque fueran malos estudiantes, precisaron en su estudio publicado en la Red Interagencial para la Educación en Situaciones de Emergencia, ni porque en casa no tuvieran dinero y necesitaban llevar el pan a la mesa. 

Se trata, más bien, de “ser alguien”, de poder hacer algo con su inteligencia, que no fue valorada en la escuela por la estigmatización que tienen por verse involucrados en actividades delictivas. “Estos jóvenes a menudo destacan que ellos son inteligentes y tienen talento, un talento que la escuela nunca les reconoció”, dicen las investigadoras.

Ante esta pared de rechazo y autoritarismo por parte de los directivos y docentes, dijeron Chávez Villegas y Butti, los jóvenes optan por continuar desarrollándose para “ser alguien” en círculos sociales en los que delinquir es la norma. 

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