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Juárez

Nada le corta las alas

El venezolano Adrián Cázares improvisa una barbería frente al río Bravo, mientras espera para cruzar a Estados Unidos

Hérika Martínez Prado / El Diario de Juárez

lunes, 07 noviembre 2022 | 13:23

Carlos Sánchez / El Diario de Juárez | El hombre, de 23 años, es parte de un grupo de cinco barberos que han sido apoyados por vecinos del lugar Carlos Sánchez / El Diario de Juárez | Sus herramientas de trabajo sobre una mesa que él mismo armó Carlos Sánchez / El Diario de Juárez | Dando los últimos cortes a su cliente

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Después de cruzar ocho países con la esperanza de llegar a Atlanta para apoyar a sus padres, al arribar a Ciudad Juárez, Adrián Cázares, de 23 años de edad, se encontró con un muro político llamado Título 42, por lo que en espera de derribarlo decidió emprender aquí su propio negocio.

El originario de Maracaibo, Venezuela, tenía tres años como barbero cuando comenzó su viaje junto a su primo, y al quedar varado en esta frontera decidió ponerse a vender jugos en un crucero para comprar sus herramientas y seguir con su trabajo.

“Me puse a vender jugos como una semana allá por la ‘X’, la gente se portó muy bien, tuve buena respuesta… y compré mi máquina”, narró el sudamericano, quien llegó hace cerca de tres semanas a esta frontera y todos los días de 8:00 o 9:00 de la mañana a 7:00 de la tarde se instala frente al bordo fronterizo para atender tanto a venezolanos como a fronterizos.

Adrián es uno de los cinco barberos originarios de Venezuela que han sido apoyados por los vecinos del bulevar Bernardo Norzagaray para que puedan trabajar y cortar el cabello y la barba tanto a sus propios compatriotas como a los juarenses que llegan a solicitar sus servicios. 

A cambio de un pago diario para la luz, el joven migrante cuenta también con una conexión prestada, mientras que utiliza un árbol y una pequeña tabla que acondicionó como su espacio de trabajo.

“Al principio usaba una bolsa como capa, pero vino un señor de aquí para preguntarme qué me faltaba y me trajo la capa y me ayudó y a mi primo le prestó una máquina”, dijo quien está agradecido con los fronterizos por el apoyo que les han dado.

“Es difícil porque aquí el frío se le mete a uno por los pies y cala en la nariz y yo duermo en el suelo”, dijo quien busca poder ser uno de los 24 mil venezolanos que reciba el Gobierno de Estados Unidos, por lo que forma parte de los cientos de personas que acampan en el bordo del río Bravo.

Adrián no ha cruzado el río Bravo –llamado río Grande en Estados Unidos–, debido a que no quiere ser expulsado bajo el Título 42, una política sanitaria impuesta desde marzo de 2020 por el expresidente Donald Trump, la cual argumenta que los migrantes que ingresan por las fronteras de México y Canadá representan un “grave riesgo” para la propagación del Covid-19 entre la población estadounidense.

Dicha política no aplica para todas las nacionalidades, pero desde el pasado 12 de octubre fue extendida por la adminstración de Joe Biden para los venezolanos, por lo que desde ese día ha expulsado a más de 2 mil 200 de ellos a Ciudad Juárez, tras un acuerdo con el Gobierno federal mexicano.

“En Venezuela tengo a mi papá y a mi mamá... se siente mal porque uno salió con un propósito, de ayudarlos a ellos, pa’que ellos estén bien, que se sientan orgullosos de uno. Por eso seguiré echando pa’lante, claro que ellos saben que estoy trabajando”, aseguró el migrante venezolano.

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