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Juárez

Los mensajes en desmembrados, decapitados… vestidos de mujer

Los atroces crímenes y su significado, según especialistas

El Diario de Juárez

martes, 02 agosto 2022 | 10:48

Staff / El Diario de Juárez

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Los cuerpos mutilados de Tania M. H. y Nohemí M. M. aparecieron una mañana de enero sobre la carretera Juárez-Porvenir. Un día antes, vecinos de la colonia Urbi Villa del Cedro vieron a un perro olfateando lo que resultó ser una cabeza humana, mientras que otras dos extremidades cefálicas fueron localizadas también en el Valle, en junio, clavadas con palos al suelo.

Y, apenas el pasado domingo, entre un montón de basura en el suroriente de la ciudad, las autoridades reportaron el hallazgo de un torso, dos cabezas, dos brazos y dos piernas humanas.

Cada hecho con este tipo de crueldad extrema –presente en al menos 20 asesinatos este año– es potencialmente un mensaje, de acuerdo con lo que explica Alfredo Velazco Cruz, uno de los perfiladores criminales más reconocidos del país y originario de esta frontera.

Al descuartizar, explicó, en la mayoría de los casos los responsables pueden buscar la desaparición del cuerpo para lograr su impunidad y eludir la justicia, pero también se realiza con fines más sádicos, como crear miedo y que se conozca el grado de ferocidad.

Vestir de mujer el cadáver de un hombre, agregó, representa un mensaje de traición y se comete principalmente cuando la víctima cambió de bando delictivo o “puso dedo” a algún grupo o persona.

La decapitación, dijo en entrevista, está considerada como un acto con simbolismo psicológico, en el que cortar de tajo el mecanismo pensante o autor de ideas a un generador de problemas es parte de una “firma”.

De acuerdo con datos de la Unidad de Delitos contra la Vida de la Fiscalía General del Estado (FGE), en 2022 se han iniciado las carpetas de investigación por al menos 11 personas desmembradas y otras siete de hechos con decapitaciones, modalidad ésta de la que uno de los últimos casos se presentó el pasado martes 26.

“El cadáver estaba cubierto con una cobija azul y otra blanca, los pies estaban atados con una sábana blanca y presentaba heridas cortopenetrantes en el pecho y hombros, justo donde tenía tatuadas unas figuras de estrellas”, publicó este medio.

“La cabeza estaba dentro de una bolsa negra de plástico, que fue hallada a un lado del cuerpo”, agregó el reporte.

La FGE tiene también carpetas por los homicidios de dos hombres localizados vestidos con ropa de mujer.

Este tipo de ilícitos ha sido tan frecuente que, en la administración anterior, el departamento de Comunicación Social de la FGE contaba con estadística que, entre otros datos, desglosaba si el cuerpo había sido decapitado, maniatado, “entambado”, “embolsado”, “encobijado”, “encajuelado”, calcinado, mutilado o abandonado “en maleta”.

La FGE no respondió una solicitud de información actualizada sobre estas cifras ni sobre la interpretación que tiene de estas formas de violencia extrema.

De acuerdo con Velazco, también integrante de la Academia Mexicana de Investigadores Forenses, la frecuencia de estas escenas de crimen catalogadas como aberrantes, obliga a las autoridades a realizar un análisis del contexto criminal.

Esto, expuso, porque es la mejor herramienta para conocer el tipo de manifestaciones e identificaciones de los grupos delictivos, los perfiles de las víctimas, la interconexión de ciertos ilícitos con conflictos de relevancia social, dinámicas en determinadas zonas geográficas y, por supuesto, datos sobre los motivos del agresor.

                            Staff / El Diario de Juárez - Bolsas con restos humanos, tiradas en un terreno baldío

Chihuahua atroz

Los delitos contra la vida en Ciudad Juárez y en el estado de Chihuahua, por los que desde 2008 se han colocado en los primeros lugares de violencia a nivel nacional, han mostrado una disminución.

En esta frontera, de acuerdo con el archivo periodístico, la cifra de víctimas que en 2020 fue de mil 642, cerró en 2021 con mil 415, o un 14 por ciento menos.

Hasta julio, muestran datos oficiales y el seguimiento de este medio, en esta ciudad se habían contabilizado 590 asesinatos, o un 30 por ciento menos de los 841 que iban en el mismo período del año pasado.

Crímenes como el de Tania M. H. y Nohemí M. M, cuyos restos fueron encontrados en un radio de 1.6 kilómetros el 16 de enero en San Agustín, o los encontrados el domingo en la colonia Vistas de Zaragoza, sin embargo, presentan la característica de descuartizamiento que, de acuerdo con la organización Causa en Común, es una de las categorías de “atrocidades” que, en general, muestran indicios de aumento en el estado.

“El caso de Chihuahua es particular ya que en el estado, en este primer semestre de 2022 se registraron 119 atrocidades en medios de comunicación, y este número es muy interesante, porque haciendo una comparación de todo 2021, de enero a diciembre, Chihuahua contabilizó 174 notas de atrocidades, y tan sólo en la mitad de este año se han contabilizado 119”, dijo Estefanía López, investigadora de Causa en Común.

“Se contabilizaron 37 casos de tortura en Chihuahua, 17 casos de asesinatos de mujeres con violencia extrema, 18 masacres y dos asesinatos de defensores de derechos humanos”, agregó.

En comentarios para este medio, López mencionó que estos datos –que en sus informes de atrocidades incluyen fosas clandestinas y crímenes contra menores de edad o migrantes, entre otros– exponen la necesidad de estrategias de seguridad regionalizadas y diferenciadas.

“Estas categorías nos permiten ver que se debe cambiar el discurso que se tiene sobre la violencia, y hablar de violencias, porque son distintas”, dijo.

                              Staff / El Diario de Juárez - Elementos policiacos en una escena de crimen

Descomposición e impunidad

En agosto de 2020, el entonces fiscal en la Zona Norte, Jorge Nava, atribuyó la saña registrada en diferentes crímenes a “una descomposición social traducida en mensajes intimidatorios que el o los agresores pretenden enviar a grupos criminales contrarios”.

Para expertos entrevistados previamente, sin embargo, en la problemática inciden también la impunidad e incluso una reconfiguración de valores en la que se exalta infringir la ley.

“Y la única institución que termina recompensando el talento es el crimen organizado, porque entre más inteligente y agresivo seas, más vas a progresar, a diferencia del otro sistema (el legal) que depende de a quién conoces”, dijo en 2018 el académico de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Oscar Máynez.

También ese año, David Barrios Rodríguez, del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica de la Universidad Nacional Autónoma de México, planteó que la impunidad alrededor de los asesinatos de mujeres en esta frontera desde la década de los 90 es un ejemplo de las prácticas institucionales que contribuyeron a la “normalización” de la violencia.

El investigador mencionó entonces el período registrado a partir de 2011, cuando diferentes familias de mujeres desaparecidas empezaron a recibir sólo fragmentos de las víctimas –en su mayoría encontradas en el Arroyo El Navajo, en el Valle de Juárez.

“Me parece que esta manera de entregar estos restos a cuentagotas, con el objetivo de desmovilizar a las madres, es una estrategia de un Estado que busca torturar psicológicamente a estos familiares de víctimas”, dijo Barrios, que se especializa en el fenómeno de la violencia urbana en América Latina.

“Entonces, por ese lado está también el sadismo, la impunidad, y es algo que alimenta cultural y socialmente cómo se procesa toda esta violencia”, agregó entonces el también autor de ensayos como “Ciudad sádica”, sobre Río de Janeiro, y “Juárez: la ciudad de las últimas cosas”. 

redaccion@redaccion.diario.com.mx

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