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Juárez

Jornada de Personas Migrantes y Refugiadas

Llama Iglesia a derribar la discriminación

Obispo hace un llamado a la comunidad juarense a abrir las puertas y acoger a todos fraternalmente y a vivir la caridad

Hérika Martínez Prado
El Diario de Juárez

lunes, 27 septiembre 2021 | 12:44

Cortesía | Extranjeros en la Eucaristía en Catedral Cortesía | Algunos de los migrantes que fueron al evento Cortesía | Pide iglesia ayudar a quienes más sufren

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“Hacia un nosotros cada vez más grande”, este domingo la Iglesia católica celebró la 107 Jornada Mundial de las Personas Migrantes y Refugiadas, en la que el obispo de Ciudad Juárez, quien también es responsable de la Dimensión Episcopal de Pastoral de la Movilidad Humana en México, José Guadalupe Torres Campos, hizo un llamado para derribar los muros de la discriminación, de los prejuicios y el rechazo a quienes más sufren. 

“La tendencia del mundo es ver al otro con desprecio, con indiferencia, con enojo, como un problema, una dificultad, a veces hasta criminalizamos al otro, al migrante (…) tuve hambre y me diste de comer, fui forastero y me recibiste y me hospedaste. No debe existir ‘el otro’, ‘los otros’, sino un ‘nosotros’. Pueblo, humanidad, familia, comunión”, destacó el obispo ayer durante la misa que celebró en la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe.

Acompañado por un grupo de 40 migrantes de México y Centroamérica, quienes ondeaban las banderas de las diferentes naciones, el obispo celebró la Jornada Mundial de las Personas Migrantes y Refugiadas, después de mantener una semana de actividades en la Casa del Migrante de Ciudad Juárez. 

“Hoy se nos invita a mirar a nuestros hermanos migrantes como hermanos, como un ‘nosotros’, un gran ‘nosotros’, cada vez más grande ese ‘nosotros’. Jesús señala a los apóstoles: no se lo prohíban. Hoy también hay voces que nos prohíben hablar de la verdad, de la justicia, de la vida; hay voces en el mundo que nos quieren callar, no nos dejemos. Seamos valientes, Dios está con nosotros”, apuntó. 

El obispo señaló que “nuestros hermanos migrantes, en todo el mundo, aquí en nuestro México, sufren, son retenidos con violencia, al llegar a nuestro país, en la frontera sur, en el tránsito se enfrentan a muchas dificultades, y al llegar a la frontera norte se topan también con violencia, con un muro, un muro político, de leyes”. 

Torres Campos hizo un llamado a la comunidad juarense a abrir las puertas y acoger a todos fraternalmente y a vivir la caridad.

“Las personas migrantes, quienes solicitan asilo y refugio, y quienes son víctimas de desplazamiento forzado interno, son los rostros de esta Iglesia peregrina, llena de color, diversidad y sueños por cumplir. Hacemos un llamado a la Iglesia de México para que, en comunión con el Santo Padre, abramos nuestros corazones y derribemos los muros de la discriminación, de los prejuicios, y el rechazo a quienes más sufren”, pidió también a través de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM). 

Los representantes de los cerca de 3 mil migrantes que actualmente permanecen en Ciudad Juárez, en espera de que Estados Unidos les dé una oportunidad de asilo, ofrecieron parte de sus “tesoros” a Dios. 

“Sus tenis y mochila, como signo de cansancio; los sombreros que usan para cubrirse del sol, la fatiga, el desgaste del caminar y los sueños de todos los que van en busca de bienestar para todos sus amados; una fotografía, signo del inmortal recuerdo de un ser querido que guarda la esperanza ferviente de volver a encontrarse con aquellos que van en la búsqueda de un sueño que se hará realidad; y el pan y vino, signo de trabajo en el campo de los migrantes, sustento de cada día y fruto de su esfuerzo”, fueron parte de los objetos simbólicos que los migrantes colocaron bajo el altar de esta frontera. 

El sacerdote Francisco Javier Calvillo Salazar, director de la Casa del Migrante de Ciudad Juárez, donde actualmente son albergadas 340 personas, también destacó que la violencia, el hambre y la propia pandemia son un reto a no ser egoístas y ver más allá, porque nadie está exento de ser migrante. 

“La realidad está cambiando y México está dejando de ser un lugar de paso para convertirse en uno de destino, pero no hay una política, hay persecución, violencia, golpes. Ahorita más que nunca tenemos que levantar la voz, no podemos guardar silencio, la humanidad tiene que ser un puente porque nadie está exento de migrar, y más en Ciudad Juárez”, destacó el sacerdote. 

Como representante de la Iglesia católica, el obispo de Ciudad Juárez exhortó también al Gobierno mexicano a abandonar la política migratoria de brazos armados y recuperar la tradición de país de brazos abiertos para acoger, proteger, promover e integrar a las personas migrantes, y poder formar un “nosotros” cada vez más grande, donde haya espacio y oportunidades para todos.

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