Juárez

Infancia interrumpida

Alrededor de 400 niños mexicanos pasan día y noche en los puentes internacionales en espera de ser recibidos por EU para solicitar asilo

Hérika Martínez Prado/
El Diario

lunes, 23 septiembre 2019 | 06:00

Desde hace 15 días, Ana, de tres años, vive en las puertas de Estados Unidos con sus padres, quienes al ser amenazados por un grupo criminal huyeron de Michoacán, donde, aseguran, la vida de la menor corría peligro.

Como ella, según datos de Cruz Roja, otros 400 niños y adolescentes forman parte de los casi mil migrantes mexicanos desplazados por la violencia que permanecen en los tres principales puentes internacionales de Ciudad Juárez en busca del asilo político en Estados Unidos.

Durante el día Ana juega con otros pequeños migrantes a quienes considera sus nuevos amigos, luego se cubre del sol con cobijas; cuando llueve se esconde bajo plásticos atados de la pared y en las noches duerme en la banqueta sobre colchonetas que le fueron prestadas a sus padres.

Ella y sus padres cumplieron ayer 15 días en el puente internacional Paso del Norte-Santa Fe, donde Kevin de dos meses de nacido ya tiene una semana, luego de que sus padres tuvieron que huir también de Michoacán debido a la violencia que ejercen en aquel estado los grupos criminales.

“Muchos nos pueden criticar porque estamos aquí con nuestros niños, en la calle, pero no es porque queramos tenerlos así, en la calle. Nosotros no vivíamos así, muchos trabajamos en el campo, pero ya no se puede vivir allá, la violencia no nos deja… estamos aquí porque queremos ir al otro lado para darles una vida mejor a ellos, porque no queremos que se los lleven el crimen o que nos los vayan a matar”, argumentó “José”, un migrante originario de Zacatecas, quien arribó la mañana del viernes con su esposa y su hija de cuatro años de edad, al puente Córdova-Américas.

Según datos del Consejo Estatal de Población y Atención a Migrantes (Coespo), el desplazamiento de mexicanos por esta frontera comenzó en julio y agosto, cuando sumaron 998 migrantes registrados, los cuales se apuntaban en la lista para solicitar el asilo político, pero luego se iban a los puentes internacionales, donde eran aceptados por los agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP).

De acuerdo con Adrián Meléndez, coordinador de proyectos especiales de la Cruz Roja, el fin de semana pasado ya había ya unas 144 personas en el puente Paso del Norte-Santa Fe, otros 450 en Zaragoza-Ysleta y 400 en el Córdova-Américas; 40 por ciento de ellos menores de edad.

Pero según los propios migrantes, cientos más ya han cruzado durante septiembre por los diferentes puentes, algunos respetando sus propias listas y otros ingresando en grupos durante las madrugadas.

“Nos vinimos por aquí porque dicen que ésta es la única frontera donde están dejando entrar a los mexicanos. Ya tenemos aquí 15 días y no nos vamos a regresar, no podemos porque corre riesgo la vida de mi esposo y la mía”, aseguró una mujer de Michoacán, quien dijo que otras familias que llegaron antes y después que ellos ya han ingresado.

La mujer aseguró que desde que llegaron, ella y su marido han intentado cruzar entre una y dos veces al día, pero siempre los regresan los agentes de CBP, mientras que a otros que llegaban después sí los aceptaban.

“Unos ya están allá con su familia, en el otro lado”, aseguró quien ayer ya contaba con el número uno para cruzar.

Dijo que dos noches se fueron a dormir a la Casa del Migrante de Ciudad Juárez, esperando que les tocara su turno de cruzar, pero cuando regresaron al puente ya habían cruzado la frontera otros que llegaron después que ellos, por lo cual decidieron postrarse junto a la entrada de Estados Unidos.

Otra noche se quedaron cerca de 50 personas a dormir frente al puente de la avenida Juárez y en la noche todos se levantaron y pidieron el refugio a los agentes estadounidenses, “todos entraron, pero nosotros nos quedamos dormidos”, lamentó.

La mayoría de los connacionales vienen huyendo de los grupos delictivos pertenecientes a los cárteles de las drogas de Zacatecas, Michoacán y Guerrero, pero también han llegado migrantes originarios de Guanajuato, Durango y Oaxaca, la mayoría con sus hijos menores de edad.

La noche del sábado, las familias que esperaban junto a la avenida Juárez fueron trasladadas al Centro de Atención Integral para Migrantes (CAIM) para que durmieran, y durante la mañana pudieran regresar a esperar su ingreso al vecino país.

“Nos dejaron dormir ahí y nada más se escuchan que tosían los niños”, confesó una de las connacionales, quien los primeros días tuvo que dormir con su hija sobre cartones, hasta que les prestaron colchonetas.

“La Cruz Roja nos trae comida una vez al día, y gente nos ha venido a apoyar”, pero necesitan también ropa para todas las edades, desde bebés hasta adultos; ropa interior, como calzones, calcetas, calcetines y brasieres; pañales y leche para bebés; papel higiénico; agua embotellada y juguetes o artículos de entretenimiento para los niños.

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