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Juárez

Paciente narra recuperación

‘Héroes siempre nos animaban’

Madre de familia demuestra que el virus no es sinónimo de muerte

Hérika Martínez Prado
El Diario de Juárez

sábado, 13 junio 2020 | 08:48

Tomada de Internet | Imagen ilustrativa

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Ciudad Juárez— “Es una enfermedad muy dolorosa, duele mucho el cuerpo, no puedes respirar, ni hablar; no tienes fuerzas anímicas ni físicas, así de difícil es la enfermedad”, narró Esther, una madre de familia de 46 años, con diabetes e hipertensión, quien demostró que el Covid-19 no siempre es sinónimo de muerte.

Esther Hernández González estuvo en el área Covid del Hospital General, donde al llegar con dificultad para respirar y subir la rampa sólo pensaba en su esposo, sus hijos y le pedía a Dios que le ayudara a los médicos, los mismos que después de una semana celebraron su salida del hospital.

Ella es ama de casa, pero fue contagiada por su hermana, quien a diferencia de ella sí se pudo recuperar en su casa.

El primer síntoma de Esther fue un dolor de cabeza muy intenso que comenzó a sentir entre el 14 y 15 de mayo, el cual confundió con la migraña que padece, pero luego comenzó a sentir mucho dolor en el cuerpo.

“Parecía migraña, pero los medicamentos no me la quitaron, fue cuando hablé al doctor y me dio un tratamiento. A los tres días empecé con un dolor en el cuerpo como si fueran reumas y el doctor me dijo que cuidado porque podía ser Covid”, recordó.

Desde entonces decidió aislarse en su casa, para no contagiar a sus hijos, de 14 y 19 años, ni a su esposo. “Era como alergia. Yo me quedé en otro lugar, en otra habitación, y nada más mi esposo y mi hermana se acercaban a darme de comer, con cubrebocas y guantes… y hasta ahorita nadie ha tenido síntomas”, celebró a casi un mes de haber comenzado su lucha contra el virus.

El cuarto día comenzó con diarrea, vómito y temperatura muy alta, para lo cual el doctor le dio un tratamiento bajo la advertencia de que si no reaccionaba adecuadamente a él se iba a tener que internar.

Esther es diabética e hipertensa, por lo que su temor fue mayor cuando a una semana y media del primer síntoma comenzó a tener problemas para respirar y le pidió a su esposo que la llevara al hospital.

“Yo ya no podía respirar bien, estaba muy débil, tenía dificultad hasta para hablar de lo mal que me sentía, empecé a vomitar otra vez pero ya más seguido, al ver que me estaba debilitando le dije a mi esposo ‘me tengo que internar’”, relató.

“Cuando yo llegué al Hospital General llevaba 39.9 grados de temperatura, yo siempre tenía mi diabetes controlada y la hipertensión, pero llevaba 399 de alta el azúcar y dice el doctor que llegué con los latidos del corazón muy débiles”, recordó.

Al llegar al hospital le tomaron los signos vitales y le explicaron a su esposo que “nada más el paciente entra, el familiar no”, por lo que todos los días se comunicarían con él para decirle cómo iba evolucionando.

Esther recuerda que al ser separada de su esposo y subir la rampa iba preocupada por él y por sus hijos. “Yo entré pidiéndole a Dios que me diera fuerzas y que los médicos hicieran su trabajo, porque yo me sentía muy muy mal”, pero al llegar fue atendida inmediatamente por una doctora y las enfermeras.

“A los doctores yo les doy las gracias infinitas por toda la ayuda que me dieron, toda la atención y dedicación, a los enfermeros… yo veía que sufren mucho con sus trajes, usan varios gorros, yo les conté tres guantes, a veces traían los lentes empañados, su equipo es muy caliente… no pueden hacer de sus necesidades. Y siempre nos animaban”, agradeció la mujer a los héroes de la salud.

Al verla entrar, el personal de Urgencias le ayudó a quitarse la ropa, a ponerse una bata y le pusieron oxígeno.

“Cuando me estabilizaron la doctora me decía ‘te voy a poner paracetamol para bajarte la temperatura y quitarte el dolor’. Todo me explicaron desde que entré”, dijo quien aún recuerda la voz de los dos doctores que la atendieron.

También recuerda a los enfermeros de los diferentes turnos, que siempre estuvieron al pendiente de ella, en especial a Luis y a su compañera de apellido Nájera, cuya actitud de servicio le ayudó a recuperarse más pronto.

“Entré el miércoles 27 de mayo y salí hasta el siguiente miércoles, que ya era junio.

El martes el doctor me dijo ‘ya vamos a empezar a usar menos oxígeno para ver si ya te puedes ir a tu casa’ y me checó y me quitó el oxígeno; estuve platicando con él y él me revisaba. Y los enfermeros siempre iban con una sonrisa, siempre nos ayudaban, iban por la silla, siempre nos decían ‘tienen que echarle ganas, porque su familia les espera en casa’”, recordó Esther, que dejó el hospital el miércoles 3 de junio.

Al ingresar le hicieron la prueba de Covid-19, con un hisopo que le metieron primero en la garganta y luego en cada fosa de la nariz, lo cual fue molesto, confesó.

Al tercer día le dijeron que el resultado había sido positivo, de lo cual fue difícil enterarse, pero a la vez sentía que iba mejorando y las enfermeras le aseguraban que su esposo sabía cada procedimiento que le realizaban.

Aunque ya no tiene ningún síntoma, por órdenes de su médico Esther permanece aislada en su casa y la próxima semana tendrá que ser revisada nuevamente por su doctor. Hasta entonces podrá volver a abrazar a sus hijos, a quienes hasta ayer veía sólo a través de videollamadas o de lejos, cuando se asoman a su cuarto para preguntarle cómo está.

“Mi esposo y mi otra hermana, que está aquí conmigo y nos está ayudando mucho, son quienes se acercan a darme comida con cubrebocas y guantes. El doctor nos recomendó usar sólo desechables para no ir a contagiar a los demás con los trastes, tener mi bote de basura tapado y cuando cambiamos de bolsas las rociáramos con cloro”, narró.

Después de haber luchado contra el virus, le pidió a la comunidad que se proteja con lentes, cubrebocas, caretas y que laven todo, incluso su mandado.

“Desgraciadamente hay mucha gente que cree que es una manipulación del Gobierno, pero es una enfermedad muy dolorosa, que tiene a muchas personas intubadas”, dijo quien fue testigo también de la recuperación de dos pacientes más de Covid en el HG.

“Cuando alguien sale del Hospital General, todos se ponen muy contentos; el día que yo salí salimos tres pacientes. Y yo les digo que muchas gracias a todo el personal médico de todos los hospitales, que se cuiden y se protejan mucho. Yo les doy las gracias infinitas por toda la ayuda que me dieron, toda la atención, la dedicación que me dieron los doctores Aguilar y Jiménez”, narró.

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