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Juárez

Hasta 600 migrantes diarios sacian su hambre en comedor de Catedral

De lunes a viernes, de 10:00 de la mañana a 4:00 de la tarde, ofrece alimento a las personas en movilidad

Hérika Martínez Prado / El Diario de Juárez

jueves, 19 enero 2023 | 10:48

Hérika Martínez Prado / El Diario de Juárez Hérika Martínez Prado / El Diario de Juárez

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Ciudad Juárez.— Después de tres días sin comer, viajando en el tren, el guatemalteco William de León llegó ayer finalmente a Ciudad Juárez, en donde pudo disfrutar de un plato de comida, un pan y una bebida caliente en el comedor de la pastoral de Movilidad Humana de la Diócesis de Ciudad Juárez y del Ministerio para Migrantes de la Sociedad Misionera de San Columbano, instalado en las oficinas de la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe. 

El centroamericano, de 42 años de edad, quien salió de su país hace dos meses y medio fue uno de los casi 600 migrantes de países como Venezuela, Colombia, Guatemala, Nicaragua y México que acudieron ayer al comedor católico, que todos los días, de lunes a viernes, de 10:00 de la mañana a 4:00 de la tarde, ofrece alimento a las personas en movilidad en la ciudad.

De acuerdo con su coordinadora, Cristina Coronado, el comedor católico abrió sus puertas en octubre pasado, pero las nuevas políticas de Estados Unidos acordadas con México han incrementado la cantidad de migrantes en las calles de Juárez, por lo que diariamente llegan más buscando comida y ropa. 

Dijo que aunque los primeros días de enero en promedio se recibieron 400 personas al día, el martes la cifra llegó a casi 500 y ayer fueron casi 600 las personas que arribaron en busca de un plato de comida, la mayoría asegurando que no han encontrado refugio en la ciudad debido a que no viajan con hijos pequeños. 

“Unos 300 vienen diariamente y el resto son personas que van llegando a la ciudad, todos los días llegan en el tren y otros son devueltos de Estados Unidos –bajo el Titulo 42–”, explicó Coronado, quien constantemente canaliza los casos más vulnerables a la Casa el Migrante, como una familia que llegó ayer con un niño recién nacido. 

La activista lamentó que “desafortunadamente ellos –México y Estados Unidos– hacen acuerdos pero sin un plan, entonces la capacidad de los albergues del Estado es muy limitada y la mayoría queda fuera, entonces este nuevo acuerdo de aceptar 30 mil personas en la frontera durante un mes tiene crisis en la ciudad, porque la gente está deambulando… si no había capacidad antes de este acuerdo, pues ahora es imposible, por eso vemos tanta gente en las calles”. 

Dijo que las personas que acuden al comedor, ubicado en las oficinas de la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, son principalmente quienes están fuera de un albergue y duermen en la calle o en tapias. 

Otros no buscan albergue debido a que quieren estar cerca de la frontera o piensan que tendrán que estar encerrados si están en un albergue, comentó el sacerdote Guillermo Morton, párroco de la iglesia Corpus Christi, de Anapra, y miembro de la Sociedad Misionera de San Columbano, quien este año cumplirá 28 años de servir en la frontera Juárez-El Paso. 

Crisbel Pereira, de 32 años, viaja desde hace cinco meses de Venezuela con su esposo y sus dos hijos de 2 y 14 años de edad, y ésta es la segunda vez que están en Ciudad Juárez debido a que el 26 de diciembre se entregaron a los agentes de la Patrulla Fronteriza del Sector El Paso, pero fueron expulsados a través de Matamoros, de donde fueron devueltos a la Ciudad de México. 

Hace cinco días llegaron nuevamente a Juárez, y mientras su esposo trabaja ella acude diariamente al comedor católico con sus hijos. 

“Cuando no solamente almorzábamos y entre el día comíamos un pedazo de pan, una galleta o pedíamos algo en el semáforo. Pero la primera vez que yo vine era poquita, poquita gente la que venía y a veces quedaba hasta comida, ahora veo que hace más bien falta”, dijo al ser parte del quinto grupo de cien personas que ingresaron ayer a comer. 

Después de orar y dar gracias por los alimentos, cada grupo disfruta del plato del día, el cual ayer fue una bebida caliente, ensalada de atún y pan. 

Coronado invitó a los juarenses a apoyar con alimento y ropa de abrigo, además de pedirles que sean solidarios con quienes vean en las calles de la ciudad, principalmente ante las bajas temperaturas que se viven actualmente. 

El sacerdote Morton pidió el apoyo de voluntarios que puedan cocinar y llevar alimentos ya preparados algún día de la semana; la religiosa Mónica Alejandra Olivas, de Siervas de los Pobres, también pidió el apoyo de la comunidad binacional ante la emergencia que está viviendo la frontera, para que ayude con alimentos, comida, ropa, cobijas o leche. 

“Yo estuve tres días en el tren y sí es feo porque es mucho frío y todo el tiempo escuchas el ruido. Yo me vine en tren de Monterrey, pero fueron tres días, y nos podíamos bajar en donde se paraba, pero no comíamos, nos volvíamos a subir y veníamos sin comer; yo venía con ocho, todos ellos venezolanos, venían con familia, con niños, todos traíamos una cobija”, narró William.

Agregó que al decirle a un señor que tenía hambre lo llevó hasta el Centro de la ciudad, y le dijo que fuera a la Catedral, a donde acudió, todavía sordo por el constante ruido del tren, y al terminar agradeció a quienes le dieron el alimento, narrándoles que acababa de llegar a la ciudad y después de días era lo primero que comía. 

“Estados Unidos está mandando para acá a la gente sin programas, y si hay programa de apoyo yo sabemos en dónde está ese fondo que pudieron haber dado, porque es muy militado el número de personas que reciben los albergues, el Gobierno municipal y el Gobierno federal, yo sé que es imposible, pero como gobiernos hicieron acuerdos y no tenían capacidad para recibir a tanta gente. Y esto es responsabilidad de los dos gobiernos, de Estados Unidos que hace lo que quiere y México que acepta sin tener un plan”, denunció Coronado.

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