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Juárez

'Fue cerca de la X, me querían robar, ya había cruzado, ya estaba de aquél lado'

Extranjeros enfrentan hambre, frío y hasta a delincuentes

Hérika Martínez Prado / El Diario de Juárez

miércoles, 01 febrero 2023 | 12:17

Hérika Martínez Prado / El Diario de Juárez | Un venezolano muestra las heridas que sufrió durante un intento de robo

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Ciudad Juárez.— Con una herida en la mano izquierda que asegura le duele aún más con el frío, desde hace semanas Wilfrer tiene que dormir en unas tapias, bajo cartones, debido a que no ha logrado encontrar albergue en la ciudad, ni atención médica, aseguró.

Como él, todos los días al menos cien migrantes, principalmente de origen venezolano, buscan refugio en el comedor de la Catedral Nuestra Señora de Guadalupe, informó su coordinadora, Cristina Coronado.

Sin que su cuerpo lograra dejar de temblar debido al frío que se sentía la mañana de ayer en la ciudad, el sudamericano narró que cuando llegó a Ciudad Juárez buscó un albergue, pero le dijeron que todos los espacios estaban llenos, por lo que comenzó a dormir en la calle, hasta que hace 13 noches la desesperación lo llevó a cruzar el río Bravo –llamado río Grande en Estados Unidos-, en donde fue lesionado. 

“Fue cerca de la ‘X’, me querían robar, ya había cruzado, ya estaba de aquél lado, pero unos mexicanos me echaron la luz y me cortaron pa’robarme el teléfono, pero salí corriendo”, dijo al descubrir la mano que envuelve en una bufanda para tratar de mantenerla caliente. 

Aseguró que aunque fue a pedir atención médica ni en el Centro de Salud Todos Somos Mexicanos ni en la Cruz Roja lo quisieron atender, “me mandaron a Migración, ¿usted cree que yo voy a ir a Migración?”, cuestionó el padre de once hijos, a quienes dejó en su país, la menor de ellos de apenas 18 días de nacida.

La herida le ha dificultado encontrar un trabajo en la ciudad, por lo que ha tenido que dormir en unas tapias con 16 venezolanos más, quienes tampoco han logrado encontrar albergue, y buscan calentarse durante las madrugadas con cartones y fogatas. 

“Me dicen que están llenos –los albergues-, que todos están llenos, que hay demasiados migrantes, que busque la manera de conseguir un trabajo para ver si pago un hotel, ¿pero qué hotel voy a conseguir si mire cómo tengo la mano?”, lamentó. 

Wilfrer es uno de las 650 personas migrantes que acuden en promedio a comer diariamente, de lunes a viernes a las oficinas de Catedral, de los cuales al menos un centenar busca refugio, de acuerdo con coordinadora y responsable del Ministerio para Migrantes de la Sociedad Misionera de San Columbano en Ciudad Juárez. 

“Muchos viven en tapias, algunos ni siquiera pueden acercarse para el Centro por miedo, pero la mayoría de ellos está comentando que ha ido a buscar albergue a Grupo Beta, ha ido a Coespo (Consejo Estatal de Población) a preguntar y les dicen que están saturados los albergues, incluso mujeres con niños hemos de aquí enviado, les hemos hecho un croquis para que lleguen a Beta, pero les dicen que están saturados los albergues”, informó la activista. 

Ante la saturación, que la propia autoridad federal les ha confirmado, el personal que alimenta diariamente a los migrantes canaliza algunas veces a familias a la Casa del Migrante e incluso ha apoyado a los migrantes con la renta de habitaciones de hotel. 

“Optamos también por rentar habitaciones –de hotel-, porque de repente encontramos niños y niñas con mujeres en situación de calle, y no podíamos dejarlos aquí abandonados; también llevamos –a personas- a nuestros espacios de acogida… pareciera como que son los que están en los albergues, pero no, los migrantes que están afuera son quienes están más vulnerables, son quienes están expuestos a las redadas, a ser criminalizados y a ser perseguidos”, señaló. 

Entre las al menos cien personas que llegan diariamente buscando albergue, se encuentran oriundas de Venezuela, Ecuador, Centroamérica y de República Dominicana, informó. 

“Hace cinco meses que salí de Venezuela, allá trabajaba en una terminal de pasajeros. En realidad, yo no quiero ir a Estados Unidos, quiero ir a Canadá, ya que en Estados Unidos no quieren a los inmigrantes venezolanos, yo quiero seguir adelante para tener un buen trabajo y poderle solucionar la vida a mi familia”, dijo Wilfrer al asegurar que la ropa que lleva puesta y un par de calcetines es todo lo que tiene en la ciudad.

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