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Juárez

Especial

Feminicidios, 28 años sin verdad ni justicia

En enero de 1993 se documentó el primer caso en Juárez, y ya suman más de 2 mil víctimas

Hérika Martínez Prado
El Diario de Juárez

domingo, 24 enero 2021 | 06:00

Hérika Martínez Prado / El Diario de Juárez 1993 | ONU emite declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer 1995 | Se encuentran los cuerpos de ocho mujeres en Lote Bravo 1996 | Se encuentran los cuerpos de ocho mujeres en Lomas de Poleo 1998 | Padres y familiares se agrupan por primera vez bajo el nombre Voces sin Eco / Se crea la Fiscalía Especial para la Investigación de Homicidios Contra Mujeres (FEIHM) 2001 | Se encuentran los cuerpos de ocho mujeres en Campo Algodonero 2002 | Activistas colocan la Cruz de Clavos, en el puente internacional Paso del Norte. 2005-2006 | Se encuentran los cuerpos de seis mujeres Cristo Negro 2008 | Inicia la Operación Conjunta Chihuahua 2012 | Se encuentran los cuerpos de al menos 16 mujeres en Arroyo El Navajo 2012 | Se encuentran los cuerpos de al menos 16 mujeres en Arroyo El Navajo

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Ciudad Juárez— Alma Chavira Farel tenía 13 años cuando de-sapareció, fue golpeada, violentada sexualmente y luego asesinada; su cuerpo fue encontrado el 23 de enero de 1993 en la colonia Campestre Virreyes. 

Con su muerte, comenzó hace 28 años la documentación del feminicidio que suma ya más de 2 mil víctimas en Ciudad Juárez.

Sin ellas... sin olvido

Desde entonces, según cifras oficiales, en promedio ha sido asesinada una mujer cada 110 horas en esta frontera, conocida a nivel mundial por la violencia que se ejerce en sus calles y en los hogares contra las mujeres, una ciudad de cruces rosas y exigencias de justicia, en donde la mañana de ayer fue encontrada otra mujer sin vida, envuelta entre cobijas, junto al cadáver de un hombre en el fraccionamiento Riberas del Bravo.

Tras 28 años de asesinatos, no existe todavía por parte de los tres niveles de gobierno una política de seguridad integral para el cuidado de las niñas y de las mujeres en Juárez, señaló la profesora investigadora de El Colegio de la Frontera Norte (Colef), Julia Monárrez Fragoso.

“Gobiernos pasan, gobiernos vienen –y estoy hablando desde los tres niveles de gobierno, que son los que conforman el Estado mexicano– y no hay una política de seguridad que tome en cuenta la diferencia de género o cómo las mujeres son asesinadas, maltratadas o abusadas. Esa es una problemática, aunada a la gran impunidad que tenemos en el país”, lamentó.

Mientras la verdad y la justicia no estén presentes en la vida de las madres y de los familiares de las víctimas, y no estén claras para una sociedad, el feminicidio tiene carta abierta para seguir sucediendo, como sucede ahora, dijo Monárrez Fragoso, cuyo monitoreo suma 2 mil 198 víctimas desde 1993 hasta diciembre de 2020.

Según cifras oficiales de la Fiscalía del Estado de Chihuahua (FGE), 2 mil 093 mujeres han sido asesinadas en esta frontera, sin embargo, la autoridad estatal no ha contabilizado en su histórico los cuerpos de las jóvenes desaparecidas que han sido encontrados años después, como Rubí Marisol Frayre, de 17 años, quien fue asesinada en agosto de 2008, pero cuyos restos fueron encontrados el 18 de junio de 2009.

La FGE no sumó a Rubí en la estadística de las mujeres asesinadas ese mes ni ese año, pero tampoco la sumó a las de 2008. Lo mismo ocurrió con las al menos 16 mujeres localizadas en Arroyo El Navajo, cuyos fragmentos han sido encontrados desde 2012, pero no fueron agregadas a las cifras ese año porque habían sido asesinadas años antes, además de que entonces la autoridad argumentó que no fueron encontradas en Juárez, sino en el Valle de Juárez.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el Servicio Médico Forense (Semefo), la Fiscalía General del Estado de Chihuahua y seguimientos periodísticos, sumarían entonces al menos 2 mil 248 mujeres, cuya sangre ha corrido por Ciudad Juárez y el Valle desde que se comenzó a documentar el feminicidio hasta el 23 de enero de 2021.

Alma encabeza esos 28 años de violencia feminicida. La adolescente vestía una sudadera blanca y una pantalonera azul; su asesino le dio un golpe en un ojo al tratar de someterla sexualmente y finalmente la estranguló. 

Después de ella, más de 2 mil historias de mujeres se han sumado a la muerte.

El 13 de septiembre de 2020 Anahí Hernández Galo, de 19 años y originaria de Veracruz, fue estrangulada y luego su cuerpo fue tirado desnudo entre la maleza y la basura en un terreno baldío, entre Riberas del Bravo y El Sauzal.

El 5 de abril de 2019 la universitaria Dana Lizeth Lozano Chávez, de 18 años, fue asesinada por su exnovio en un parque cercano a la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ).

Idalí Juache Laguna y Mónica Alanís Esparza son parte de las jóvenes desaparecidas y luego encontradas sin vida en el desierto del Valle de Juárez en 2012. Por todas se ha demandado justicia. 

Los períodos

Monárrez Fragoso señaló dos períodos en la historia del feminicidio en esta frontera, el primero de 1993 hasta 2007, etapa en la que suma 490 víctimas. Y el segundo, a partir de 2008, con el inicio de la versión local de la guerra contra las drogas, etapa en la que han sido privadas de la vida la mayor cantidad de mujeres documentadas.

Érika fue víctima de tres balazos, después de ver morir a su mamá justo el día de su cumpleaños número seis. Ambas fueron lo que las autoridades llaman víctimas colaterales.

Era el 5 de enero de 2010. Érika de León fue con su mamá, Eva Ordaz de León, de 42 años, a comprar su uniforme para el kínder a una tienda de deportes ubicada en las calles Hiedra y Cártamo, del Infonavit Juárez Nuevo. Al salir del negocio, un grupo de extorsionadores confundió la camioneta de su madre y las atacó a balazos.

Érika era la menor de cuatro hermanos, por lo que Eva dejó a tres hijos huérfanos, de 14, 17 y 18 años de edad. Eva murió inmediatamente, mientras que Érika fue trasladada al Hospital General Regional número 66 del IMSS, donde al llegar les pedía a las enfermeras que le contaran un cuento.

Durante su funeral, su familia la describió como una niña muy soñadora, alegre y a quien le gustaba tener muchas amiguitas. Por las noches antes de dormir su mamá le contaba historias infantiles, por eso ella les pedía a las enfermeras “cuéntame un cuento”.

Mujeres como Érika y Eva “no pueden ser víctimas colaterales ni circunstanciales, porque cuando se lanza una ofensiva bélica se tiene que tener cuidado de que la población civil no sea dañada, entonces es hablándolo como en términos de conflicto armado interno. Lo que la guerra contra las drogas es, es un conflicto armado interno, aunque nos llega del exterior, porque es una guerra de las drogas que surge en Estados Unidos, donde tienen esta política prohibicionista y racista, y finalmente no son sus mujeres ni son sus hombres los que están siendo asesinados. Son los y las nuestras”, señaló la investigadora de El Colef.

El Operativo Conjunto Chihuahua, apuntó Monárrez Fragoso, fue creado sin una estrategia de inteligencia, y “ante el fallo de esa estrategia lo que se dijo fue ‘no, es que se están matando entre ellos’ (…). Y el Estado se limpia las manos diciendo ‘pues es que es entre ellos’, y como es entre ellos, pues ellos son los malos y ellos se pueden desaparecer y ellos se pueden mutilar y ellos se pueden decapitar porque son malos. Y esta cuestión es la ausencia de un Estado, o mejor dicho, un Estado cuya voluntad política es no poner un alto a esta guerra”.

Desde 2015 el número de mujeres asesinadas ha aumentado anualmente, y Juárez continúa sin una política integral.

“Esta nueva administración gubernamental desde el ámbito federal –de Andrés Manuel López Obrador– como que inspiró, porque nos abrió la imaginación de una paz anhelada. Sin embargo, en 2018 tuvimos los foros de víctimas, ahí fueron muchas de las madres de mujeres asesinadas, familiares de mujeres asesinadas, y hombres también. Pero nunca supimos cuál iba a ser la política en general de eso que planteaba el Gobierno que iba a poner en el centro de atención, en el centro de su política para sanar al país, a las víctimas”, dijo Monárrez Fragoso.

Agregó: “La vida se sustenta con bases materiales, y también con políticas públicas que estén sustentadas en programas que reciben por parte del Gobierno fondos para atender a las mujeres en situación de violencia, y nosotros sabemos que con este Gobierno, con esta nueva administración de López Obrador, todo esto se retiró”.

El Gobierno estatal, dijo, tampoco tiene un política claramente definida de lo que es la protección a la vida de las mujeres, y en los últimos años se ha registrado un aumento anual en el número de asesinadas.

Pero, “hablar del feminicidio en Ciudad Juárez no es hablar de una categoría homogénea. Hay un feminicidio íntimo, familiar, infantil, hay un feminicidio sexual sistémico organizado… casi todo mundo nos conoce por eso, por las niñas y mujeres que fueron desaparecidas, que fueron torturadas, mutiladas, y sus cuerpos abandonados en los lotes baldíos o en el desierto”, explicó.

La violencia contra las mujeres en esta frontera es ejercida, por un lado, por el crimen organizado, hombres desconocidos que pueden ser conocidos de las víctimas, por los hombres que matan a las mujeres en las relaciones de pareja o noviazgo. Y también hay un número de niñas que son asesinadas y que cuentan como un feminicidio infantil, ante la falta de una política para atención a una niñez que es violentada de forma emocional, psicológica y sexual.

Monárrez Fragoso señaló además el feminicidio sexual sistémico organizado, un término acuñado por ella en 2004 que tiene que ver con que las niñas y mujeres tienen códigos. Son económicamente vulnerables, sus cuerpos tienen firmas al ser encontrados, es decir, el daño físico que les hacen y que hoy se llama tortura sexual, y son parte de un hecho organizado.

Sus cuerpos son encontrados en “escenarios sexualmente transgresores, donde van y arrojan los cuerpos de las niñas y de las mujeres. En esos sitios del desierto, tan desolados, donde se van como si fuera un coleccionista, que va avisando esos huesos en el desierto, para parafrasear al periodista Sergio González”, externó la investigadora. 

Tumbas en el desierto

Entre las al menos 2 mil 248 asesinadas se encuentran quienes han formado parte de los cinco cementerios clandestinos de mujeres encontrados en la historia de esta frontera.

El primero de ellos en 1995, en Lote Bravo, donde fueron encontrados ocho cuerpos un año después.

En 1996, los cadáveres de otras ocho mujeres fueron hallados en Lomas de Poleo, al norponiente de la ciudad, en medio del desierto.

El tercer “tiradero” se descubrió en 2001, cuando ocho cuerpos más fueron encontrados en el Campo Algodonero, ubicado entre las avenidas Paseo de la Victoria y Ejército Nacional.

Entre los años 2002 y 2003 las autoridades hallaron los cuerpos de seis mujeres en el cerro de Cristo Negro.

Después de cuatro años de desapariciones, en 2012 las autoridades descubrieron en el Arroyo El Navajo lo que hasta ahora es el mayor cementerio clandestino de mujeres, con 16 jóvenes localizadas e identificadas oficialmente.

“El feminicidio es la última de las violencias extremas en contra de las mujeres. No sólo se asesina el cuerpo biológico de la mujer, se asesina también lo que ha significado la construcción cultural de su cuerpo, con la pasividad y la tolerancia de un Estado masculinizado”, señala la misma Monárrez Fragoso en su artículo “Feminicidio sexual sistémico: impunidad histórica constante en Ciudad Juárez, víctimas y perpetradores”.

la cruz   

Voces sin Eco fue la primera organización compuesta únicamente por madres y familiares de víctimas en Ciudad Juárez. Se formó el 18 de julio de 1998 y terminó el 9 de julio de 2001. A ellos se les debe el signo que ha traspasado fronteras: el de las cruces del feminicidio, recordó la investigadora de El Colef.

“No hay que olvidar nunca de dónde procede esa serie de simbolismos… las cruces que se convierten en murales públicos, se han convertido en una demanda de justicia internacional por el feminicidio, las ponen en todas partes como demanda de justicia”, destacó sobre las cruces negras pintadas sobre un cuadro rosa con las que activistas y familiares han tapizado las calles.

Desde la teología feminista se dice que el símbolo de las cruces es hablar “de los sufrimientos como herencia de toda vida humana (…) Desde el momento en que se habla de las cruces en plural, la cruz de Jesús se convierte en una cruz entre otras cruces, aun tratándose de la cruz de un inocente. Sabemos que son precisamente los inocentes, los excluidos y los marginados, así como también aquellos y aquellas que luchan por la justicia y por el respeto de los derechos, quienes por lo general cargan las cruces más pesadas y contradictorias”, señala Ivone Gebara en “El rostro oculto del mal”. 

El color del feminismo

El violeta ha sido tomado como una bandera feminista, de acuerdo con Nuria Varela, en “Feminismo para principiantes”. La leyenda cuenta que dicho color se adoptó en honor a las 129 mujeres que murieron en una fábrica textil de Estados Unidos en 1908, cuando estando en huelga el propietario le prendió fuego a la empresa con ellas dentro. Se dice que las telas con las que estaban trabajando eran color violeta, incluso que el humo que salía de la fábrica era de ese color.

Tras dicho suceso, cada 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de las Mujeres, y ante las leyendas del color, las feministas han tomado el violeta como bandera.

‘Nos tenemos que organizar’

“Entre más pasa el tiempo nos damos cuenta que se van archivando los casos; también la inacción fomenta la impunidad, porque las va dejando en el olvido y entre más tiempo pasa en un caso es más complicado resolverlo. La impunidad que se favorece cuando el Ministerio Público no hace bien su trabajo creo que es lo que permite que otros agresores, que otros feminicidas sepan que no van a tener ningún castigo o que sus condenas van a ser muy pequeñas. Y eso fomenta el ciclo de la violencia, no se ataca de raíz y le apuestan al olvido de los casos”, señaló la defensora de los derechos de las mujeres Lydia Graco.

Destacó que aunque debe permanecer la exigencia de justicia y el reclamo a las autoridades para que cumplan su trabajo, la comunidad debe seguir organizándose y autocuidándose.

“Lo que deberíamos hacer es seguirnos organizando, porque en principio fueron las madres, las víctimas, pero ahora nos toca a nosotras. Quizá no hemos sido víctimas, pero todo este sistema nos puede tocar en algún momento”, dijo durante el evento de exigencia de justicia a un año del asesinato de su amiga Isabel Cabanillas de la Torre.

La organización de mujeres “permite, dentro de nuestras lógicas, acuerparnos, crear códigos de seguridad, porque nos hemos dado cuenta que las autoridades no nos van a proteger”.

A lo largo de los años, madres de las mujeres asesinadas y activistas se han enfocado en la exigencia de la seguridad para las mujeres. Organizaciones como Grupo Compañeros, Casa Amiga Esther Chávez Cano, Nuestras Hijas de Regreso a Casa y la Red Mesa de Mujeres de Ciudad Juárez trabajan por los derechos de las mujeres, pero también colectivos de jóvenes feministas, quienes de manera independiente se manifiestan en las calles y las redes sociales para exigir un alto a la violencia de género, como Hijas de su Maquilera Madre. 

Cifras rasuradas

El número de víctimas según la FGE no contabiliza los restos de mujeres hallados años después de reportada su desaparición

Mujeres asesinadas en Ciudad Juárez (1993-2021)

Fuente: 

Fiscalía General del Estado 

1993   19

1994   19

1995   36

1996   37

1997   32

1998   36

1999   18

2000   32

2001   37

2002   36

2003   28

2004   19

2005   33

2006   20

2007   25

2008   87

2009   164

2010   304

2011   195

2012   94

2013   93

2014   45

2015   54

2016   57

2017   96

2018   105

2019   180

2020   182

2021   12

Total   2,095

Fuente Julia Monárrez:

1993   24

1994   20

1995   48

1996   45

1997   40

1998   37

1999   25

2000   38

2001   41

2002   41

2003   30

2004   20

2005   34

2006   23

2007   32

2008   132

2009   201

2010   305

2011   216

2012   89

2013   51

2014   41

2015   50

2016   65

2017   105

2018   132

2019   145

2020   168

Total   2,198

En 2020:

- 20 de los casos fueron tipificados como feminicidio por las autoridades.

- 24 mujeres más fueron víctimas de tentativa de homicidio. 

(Con información de Luz del Carmen Sosa)

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