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Juárez

Viajó solo mil 970 km

Entre lágrimas decide volver a Guatemala

Juan salió de casa con 17 años de edad, se hizo adulto en el camino, y tras cuatro intentos de cruzar a EU, ayer renunció al sueño americano

Hérika Martínez Prado
El Diario de Juárez

sábado, 08 mayo 2021 | 06:00

Hérika Martínez Prado / El Diario de Juárez | Muy cerca del río Bravo, cansado, sin dinero y añorando estar con su familia

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Ciudad Juárez— Juan tenía 17 años cuando salió de una comunidad indígena de Guatemala para ir solo hasta Estados Unidos, pero “creció” en el camino y después de atravesar todo México, a veces en soledad y a veces junto a otros migrantes, al llegar a Ciudad Juárez cumplió la mayoría de edad.

Convencido de querer llegar con su tío al estado de Florida “para luchar por algo mejor” y convertirse en enfermero, el adolescente cruzó cuatro veces las fronteras de Juárez a El Paso y a Sunland Park, pero siempre fue rechazado por el Gobierno de Joe Biden, por lo que cansado y sin dinero, ayer decidió entregarse a las autoridades mexicanas. 

“Yo le pedí una señal a Dios, le dije que me ayudara para saber qué hacer; y soñé que estaba en mi casa con mi familia”, narró parado a la orilla del río Bravo, después de hablar por teléfono con su madre y decirle entre lágrimas que ya quería regresar a casa, porque después de viajar solo más de mil 970 kilómetros descubrió que llegar a Estados Unidos es muy difícil. 

Juan aprendió el español en la escuela, pero su madre adoptiva únicamente habla Q’anjob’al, lengua indígena maya que se habla en San Juan Ixcoy del departamento de Huehuetenango, Guatemala, por lo que ambos conversaron en ese dialecto y las lágrimas de Juan mojaban su cubrebocas mientras su mamá le decía que lo esperaba en casa. 

“A mi papá no lo conozco, me dijeron que había muerto en México, y de mi mamá no sabemos nada, desde pequeño me dejó con mis abuelos y mis tíos, pero mi tía y mi tío son mis papás. Apenas tenía un año y mi mamá me dejó con ellos, y yo los respeto porque han sido los mejores padres conmigo”, dijo el joven que decidió migrar a Estados Unidos luego de que sus padres vendieron sus 50 gallinas y su tío, desde Florida, le pagó a un “coyote” para que lo llevara con él. 

Juan cursaba el segundo grado de educación básica en su país, pero interrumpió sus estudios desde que salió de su casa. 

La travesía

“Yo salí de Guatemala el 25 de abril, el domingo salí de mi casa en Guatemala, dejé a mis padres para yo venir a luchar en Estados Unidos. Salí al municipio, paré un bus y llegué a Huehuetenango y ahí subí a otro camión para ir a La Mesilla, luego subí a un carro para que me trajera a la frontera gracias a Dios, pero luego entré a otro carro y me llevaron a una casa para estar cuatro días ahí. Al día siguiente salí de esa casa para viajar hacia aquí. Estuve todo el tiempo viajando en camionetas, en bus, todo el tiempo, de día y de noche, hasta el día domingo que llegué aquí a Juárez”, relató. 

Dijo que los “guías” (como le llaman los centroamericanos a los traficantes de personas) le daban comida en las casas a donde llegaba. Y en el camino algunos días viajó con otra migrante, una mujer quien lo ayudó porque a él se le acabó el dinero. 

“Mi tío le pagó a un señor para que me viajara para aquí, porque yo quería cruzar para luchar, para salir adelante con mi familia… y venía con una señora y ella me trataba bien, a veces solo bajábamos del bus un rato para comprar algo y ella me compró algo para comer, algo para tomar, para que yo tuviera más fuerzas. Porque yo no traigo nada, yo no tengo dinero ahora… por eso me voy a entregar a Migración de México para que me devuelvan a mi país”, narró. 

1, 2, 3 y 4 intentos

El primero de mayo Juan cumplió los 18 años, el día que llegó a esta frontera, pero pudo cruzar hasta el domingo 2 de mayo y ya era mayor de edad.

Dijo que se reunió con un grupo de migrantes conformado por unas 11 personas, que fueron llevadas en un vehículo hasta que tuvieron que caminar por cerca de tres horas por los cerros y finalmente vieron a lo lejos el muro fronterizo. Luego, al ver a los agentes de la Patrulla Fronteriza se entregaron para solicitar asilo político, pero solo estuvieron unas horas detenidos y ese mismo día fueron expulsados a Juárez de manera exprés bajo el Título 42. 

“Los de Migración me tiraron mi mochila, en donde estaba mi ropa y un telefonito que traía”, lamentó el guatemalteco quien al regresar a México, esa misma tarde, volvió a cruzar la frontera para entregarse una vez más a los agentes estadounidenses.

Después de permanecer esa noche en la estación de la Patrulla Fronteriza, el lunes en la mañana fue devuelto a México por el puente internacional Paso del Norte-Santa Fe. 

“Yo les dije que tenía 17 y ellos me dijeron que yo tenía 18… Yo ando en los 17”, dijo al explicar que nació en 2003 pero de acuerdo con sus usos y costumbres dirá que ha vivido 18 años hasta que termine de vivirlos y cumpla los 19. 

“Así es nuestra costumbre, aún no he cumplido 18, el otro año voy a cumplir 18, con una celebración”, explicó. 

Al regresar a Juárez por segunda ocasión, Juan fue acogido por un hombre en esta frontera quien le daba de comer y lo dejó dormir unos días en su casa hasta la mañana del jueves, cuando cruzó la tercera vez la frontera, esta vez cerca del Puente Negro, en donde se entregó, pero volvió a ser expulsado en unas horas. 

Convencido de que tenía que llegar a Estados Unidos, la misma tarde del jueves intentó una vez más llegar hasta Florida, pero esta vez cruzó el río y nunca fue detenido. 

“Estuve parado ahí nada más, yo pensé que me iban a agarrar y no me agarraron. Nada más a otros muchachos fueron a agarrar y se los llevaron”, narró quien tuvo que regresar a México. 

Quiere ser enfermero

Ayer volvió a acudir al río internacional, pero esta vez para entregarse ante las autoridades migratorias mexicanas, convencido de querer regresar a su casa. 

“En Guatemala la vida es difícil para uno que quiere luchar. Yo quiero hacer muchas cosas, quiero hacer deporte, quiero una carrera de enfermero. Yo quiero ser un enfermero para poder ayudar a las personas en algo muy especial, en su salud. Yo quería luchar para salir adelante, por eso venía hacia aquí y dejé todo y ya no seguí estudiando, estoy en segundo básicas. Ahora no sé si voy a poder regresar a la escuela cuando vuelva”, dijo. 

Con una bolsa de plástico en la que guardaba la ropa que le dio la Patrulla Fronteriza para que vistiera cuando estuvo detenido, el guatemalteco de aproximadamente 1.55 metros de altura y unos 60 kilogramos de peso, observó el muro fronterizo desde el bordo del río Bravo antes de irse con los agentes mexicanos de migración. 

“Como ya no me dieron la oportunidad de pasar a Estados Unidos ahora me voy a entregar a Migración de México para que me puedan volver a mi tierra, a mi país.  Yo quería entrar, pero la verdad está muy difícil para uno que se viene por aquí”, dijo Juan, quien en su lugar de origen le ayudaba a sus padres a cuidar a los pollos y gallinas. 

“Si otros niños (migrantes) me preguntan, les quiero decir que es muy difícil para uno que quiere ir a Estados Unidos, no es fácil, piénsenlo dos veces, ahí pueden estar mejor, en su casa. Yo quiero volver a mi país”, confesó. 

Según las últimas cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), en promedio, cada 13 minutos cruza la frontera un niño o adolescente solo o en compañía de otro menor de edad, en el sector El Paso. 

hmartinez@redaccion.diario.com.mx

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