Dio juarense equidad a epístola matrimonial

Durante más de un siglo, cada vez que una pareja contraía matrimonio por la vía civil se les leía la conocida Epístola de Melchor Ocampo –que formaba parte de la entonces Ley del Matrimonio Civil promulgada en 1859–; sin embargo, con el paso del tiempo sus preceptos perdieron vigencia y cada estado sustituyó el tradicional texto por uno que reconociera la equidad de género. 

A finales del 2000 se convocó a la ciudadanía de Chihuahua para la escritura de un nuevo texto al que se diera lectura en las ceremonias civiles y, luego de numerosas participaciones, el primer lugar lo obtuvo la contadora, docente y escritora juarense Laura Arroyo, quien viajó por carretera a la capital del estado para entregar el texto con el que participó. 

En enero de 2001 se estableció como oficial un escrito que por encima de la abnegación, belleza y ternura –establecidas como principales dotes de la mujer en la antigua epístola– colocó virtudes, aptitudes y cualidades que no minimizaron a la figura femenina ante el cuidado y protección del hombre, pues indicó que desde sus individualidades cada uno era equiparable al otro. 

“La Epístola de Melchor Ocampo es muy injusta y machista, yo la escuché por primera vez cuando me casé y quedé en shock”, dijo Laura, quien contrajo matrimonio por el civil en 1976, una época en que se esperaba que la mujer, explicó, venerara al sexo opuesto y lo tratara con delicadeza para no exasperar sus ánimos.

Cuando el Gobierno del Estado de principios del siglo XXI convocó a la escritura de un texto literario que sustituyera a la tradicional epístola, Laura no dudó en participar y cambiar la percepción de la relación en pareja, con el fin de equilibrar los deberes a los que tanto el hombre como la mujer se comprometen al casarse legalmente y, sobre todo, comprender la seguridad civil que el acto representa. 

“Escucha lo que tienes que hacer”, aseguró Laura que señalaban los hombres cuando contraían matrimonio en algún registro civil del Estado y se le decía a la mujer que debía obediencia a su marido porque se le consideraba la parte débil de la relación, confiada por la sociedad a la figura masculina para darle protección, alimento y dirección. 

Cuando Laura supo de la posibilidad de sustituir el texto de Melchor Ocampo se subió a su vehículo en compañía de su hermana gemela, Alejandra Arroyo, y manejó por primera vez en carretera hasta la capital del estado para entregar una versión actualizada que hiciera justicia a las cualidades femeninas y su papel dentro del matrimonio. 

Fueron tres juarenses quienes obtuvieron los primeros lugares por la escritura de un texto literario, pero sólo el de Laura se leyó por algunos años cada vez que una pareja contraía matrimonio por la vía civil. Actualmente se da lectura a una locución del Código Civil en la que, una vez más, se enaltecen las cualidades tanto de hombre como de mujer, explicó la titular del Registro Civil del Estado, Inés Aurora Martínez.

Si bien la Epístola de Melchor Ocampo entró en vigencia con la Ley del Matrimonio Civil de 1859, tan sólo unos años después –con la expedición del Código Civil de 1870– quedó vetada; sin embargo, por tradición se continuó leyendo y fue hasta los primeros años del siglo XXI que varios estados lucharon por erradicarla en su totalidad.

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