Avizoran tras el muro su ‘sueño americano’

Ciudad Juárez.— Cerca del punto marcado con el número 21 en el muro fronterizo del lado estadounidense que divide Ciudad Juárez de El Paso, se encuentra un acceso en el que se observó ayer una fila inicial de al menos 50 personas que creció en los siguientes minutos.

Eran migrantes que intentaban ingresar al país norteamericano en plena víspera de Año Nuevo, pese a la revocación de la suspensión del Título 42 en que terminó la orden de la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos el 15 de noviembre y que debió haber tenido efecto el pasado 21 de diciembre. 

Hasta ese punto aún no se habían colocado paneles de malla metálica, aunque sí un poco antes, a la altura del acceso a donde estaba el altar con la “Cruz del Migrante”, una cruz cristiana hecha de madera donde oró el papa Francisco por la población en situación de movilidad durante su visita a esta ciudad el 17 de febrero de 2016. 

En aquella ocasión, el jefe de la Iglesia católica señaló en la homilía de la celebración religiosa que encabezó en El Punto que “no podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas”, y llamó a recordar que los migrantes son “hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado”.

Ahora, desde el punto donde antes estuvo el campamento migrante de personas originarias de Venezuela se erige una malla de metal que en su base tiene ya (hasta la altura del Puente Negro) concertinas (alambre con navajas cada dos centímetros) y sacos naranjas con peso para evitar la caída de los paneles.

Por detrás de la malla, un vehículo tipo Humvee con numeración improvisada con pintura clara en una de las ventanas laterales resguarda cada 20 metros aproximadamente el acceso al país vecino. La cuenta de estas unidades llega a 43, únicamente de las que están en la infraestructura del río Bravo, sin contar las que resguardan los accesos situados en varios puntos del muro que también tienen alambre de púas en la base.

Pese a estas barreras, el flujo de personas en movilidad, que era menor al de otros días, seguía constante y no permitía que la fila bajara, la seguía nutriendo.