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Internacional

Vladimir Putin y sus 22 años en la presidencia de Rusia

El mandatario se transformó de un líder visto como un estadista a un tirano empeñado en restaurar la gloria rusa

The New York Times

domingo, 27 marzo 2022 | 16:45

Associated Press

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Hablando en lo que él llamó “el idioma de Goethe, Schiller y Kant”, aprendido durante su tiempo como miembro de la KGB oficial en Dresden, el presidente Vladimir V. Putin se dirigió al Parlamento alemán el 25 de septiembre de 2001. “Rusia es una nación europea amiga”, declaró. “La paz estable en el continente es un objetivo primordial para nuestra nación”.

El líder ruso, elegido el año anterior a la edad de 47 años y después de un ascenso meteórico desde la oscuridad, describió los "derechos y libertades democráticos" como el "objetivo clave de la política interna de Rusia". Los miembros del Bundestag dieron una ovación de pie, conmovidos por la reconciliación que Putin parecía encarnar en una ciudad, Berlín, que durante mucho tiempo simbolizó la división entre Occidente y el mundo totalitario soviético.

Norbert Röttgen, un representante de centroderecha que encabezó el Comité de Asuntos Exteriores del Parlamento durante varios años, fue uno de los que se puso de pie. “Putin nos capturó”, dijo. “La voz era bastante suave, en alemán, una voz que te tienta a creer lo que te dicen. Teníamos alguna razón para pensar que había una perspectiva viable de unión”.

Hoy, con toda la unión destrozada, Ucrania arde, golpeada por el ejército invasor que envió Putin para demostrar su convicción de que la nacionalidad ucraniana es un mito. Más de 3.7 millones de ucranianos son refugiados; los muertos se acumulan en una guerra de un mes; y esa voz ronroneante de Putin se ha transformado en la diatriba enojada de un hombre encorvado que descarta como “escoria y traidores” a cualquier ruso que se resista a la violencia de su estricta dictadura.

Sus oponentes, una “quinta columna” manipulada por Occidente, enfrentarán un destino desagradable, prometió Putin este mes, haciendo una mueca cuando su guerra relámpago planificada en Ucrania se estancó. Los verdaderos rusos, dijo, “los escupirían como un mosquito que accidentalmente voló a sus bocas” y así lograrían “una autopurificación necesaria de la sociedad”.

Éste ya no era el lenguaje de Kant, sino la exaltación nacionalista y fascista ligada a la ruda y pendenciera juventud de San Petersburgo de Putin.

Entre estas voces de la razón y la incitación, entre estos dos hombres aparentemente diferentes, yacen 22 años de poder y cinco presidentes estadounidenses. Mientras China ascendía, mientras Estados Unidos luchaba y perdía sus eternas guerras en Irak y Afganistán, mientras la tecnología conectaba el mundo en red, un enigma ruso tomaba forma en el Kremlin.

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