Internacional

Se disputan control del río Nilo

Más del 95% de los egipcios vive cera del río; proyecto de presa etíope provoca temores de que sus vidas serán trastocadas

The New York Times

sábado, 15 febrero 2020 | 11:52

Minia, Egipto.- El agricultor egipcio estaba de pie en su campo arrasado por el polvo, lamentando su suerte. Hace unos cuantos años, invernaderos llenos de trigo y tomate cubrían la tierra. Ahora el desierto se acercaba poco a poco.

"Mire", dijo, señalando el suelo arenoso. "Tierra infértil".

El agricultor, Hamed Jarallah, atribuía sus desgracias a la menor irrigación del sobrecargado Nilo, el río en el corazón de la mismísima identidad de Egipto. El río ya es presa de la contaminación, el cambio climático y la creciente población de Egipto, que oficialmente llegó a 100 millones de habitantes este mes.

Y ahora, añadió Jarallah, se asomaba una nueva calamidad. Una colosal presa hidroeléctrica que está siendo construida en el Nilo, a 3 mil 200 kilómetros río arriba, en las tierras bajas de Etiopía, tiene programado empezar a llenar su embalse este verano. Y amenaza con constreñir aún más el suministro de agua de Egipto.

"Estamos preocupados", dijo Jarallah. "Egipto no existiría sin el Nilo. Nuestro sustento está siendo destruido. Dios nos ayude".

La disputa entre Egipto y Etiopía por la Gran Presa del Renacimiento Etíope, de 4.5 mil millones de dólares, se ha vuelto una preocupación nacional en ambos países, avivando el patriotismo, los temores muy arraigados y hasta rumores de una guerra.

Para los etíopes, la presa es un preciado símbolo de sus ambiciones: un megaproyecto con el potencial para iluminar millones de hogares, ganar miles de millones de dólares por ventas de electricidad a países vecinos y confirmar el lugar de Etiopía como una creciente potencia africana. Después de años de progreso a tropezones, incluyendo escándalos de corrupción y la misteriosa muerte del principal ingeniero de la obra, las primeras dos turbinas están siendo instaladas. En Egipto, la presa es vista como la más fundamental de las amenazas.

"El Nilo es una cuestión de vida, un asunto de existencia para Egipto", dijo el presidente Abdel Fattah el-Sisi en Naciones Unidas, en septiembre.

Durante ocho años, funcionarios de Egipto, Etiopía y Sudán, que se ubica entre ambos, pelearon a causa de la presa. El 95 por ciento de los egipcios vive a lo largo del Nilo o en su delta, y el río proporciona casi toda su agua. Les preocupa que si la presa en Etiopía se llena demasiado rápido, podría reducirles el abasto de agua.

En noviembre, en un último y desesperado esfuerzo, las pláticas se reubicaron a Washington, donde la Casa Blanca ha sido mediadora.

En enero, Seleshi Bekele, Ministro de Agua de Etiopía, calificó a los reclamos de Egipto sobre el Nilo como "la cosa más absurda que se haya oído".

Durante milenios, los egipcios fueron los amos indiscutidos del Nilo, aprovechando el río para construir imperios antiguos y repúblicas modernas. Los faraones adoraban a los cocodrilos y utilizaron al Nilo para transportar los bloques gigantescos de granito para la Gran Pirámide de Giza. En 1970, el líder post-independencia de Egipto, Gamal Abdel Nasser, supervisó la terminación de la Presa Alta de Asuán, que controló los flujos de temporada del Nilo y transformó la agricultura egipcia. El país justificó su dominio sobre el río citando un tratado de la era colonial y un acuerdo de 1959 con Sudán.

Sin embargo, Etiopía no reconoce ni uno ni otro. Su ex líder, Mengistu Haile Mariam, propuso construir una serie de presas en 1978. El presidente de Egipto en ese entonces, Anwar Sadat, respondió: "no vamos a esperar a morir de sed en Egipto. Iremos a Etiopía y moriremos allí".

La Presa del Renacimiento abarca el Nilo Azul, el principal afluente del Nilo. El joven Primer Ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, insiste en que los temores respecto a su impacto son exagerados. Tras asumir el cargo en el 2018, voló a El Cairo para ofrecer garantías.

"Prometo que no afectaremos el suministro de agua de Egipto", aseguró.

Pero para el otoño pasado, volvieron a surgir preocupaciones y Abiy ofreció una advertencia inquietante.

"Ninguna fuerza podría evitar" la conclusión de la presa, dijo a legisladores etíopes en octubre, menos de dos semanas después de ganar el Premio Nobel de la Paz por resolver el largo conflicto de su País con Eritrea.

Añadió que si se necesitara, tendría "millones listos" para una guerra con Egipto.

Mientras las dos naciones discuten por la presa, hidrólogos dicen que las amenazas más apremiantes que enfrenta el Nilo provienen del crecimiento poblacional y el cambio climático. La población de Egipto aumenta en un millón cada seis meses, una tasa que la ONU predice que causará escasez de agua para el 2025. El creciente nivel de los mares también amenaza con mermar la costa baja de Egipto y ayudar a empujar el agua salada tierra adentro, arruinando la tierra fértil. El clima cada vez más volátil es otro riesgo.

Aguas negras fluyen al Nilo y basura obstruye los canales de riego. Sucesivos líderes egipcios se han dado gusto con impresionantes proyectos que se alimentan del río, incluyendo El-Sisi, que construye una nueva capital administrativa en el desierto en las afueras de El Cairo, lo que diezmará aún más al Nilo, opinan los expertos.

La presa se ha vuelto el centro de las preocupaciones de Egipto por el agua. La principal disputa con Etiopía es qué tan rápido debería ser llenada. Etiopía señala que en sólo cuatro años, pero Egipto, temiendo una sequía durante el periodo de llenado, ha argumentado a favor de 12 años o más.

Más allá de los argumentos técnicos, la disputa es impulsada por la política. El-Sisi, un dictador militar, es sensible a las sugerencias de que se muestra suave en cuanto a la seguridad de Egipto. Abiy, que enfrenta elecciones este año, está bajo la presión de etíopes comunes, que ayudaron a financiar la presa al comprar bonos del Gobierno. Más ampliamente, necesita cumplir con un proyecto prestigioso. Etiopía tiene una de las economías de más rápido crecimiento del mundo. La presa le da la oportunidad de convertirse en el exportador de energía más grande de África. Y, al igual que en Egipto, el Nilo es crucial para la identidad del país.

En el 2018, Semegnew Bekele, el gerente de proyecto de la presa, dijo que esta empresa "erradicaría a nuestro enemigo en común: la pobreza". Poco después, fue encontrado muerto en su auto, con una herida de bala en la cabeza. La Policía dictaminó que fue un suicidio. Semanas después, Abiy despidió al principal contratista de la presa por acusaciones de corrupción generalizada.

Pese a los reveses, los etíopes dicen estar a punto de terminar la presa. Empezaron a construirla en el 2011 en lo más álgido de la Primavera Árabe, y las hostilidades han acosado al proyecto desde el principio. En el 2013, una transmisión por televisión mostró a líderes de Egipto debatiendo sobre tácticas encubiertas para echar por tierra la presa, incluyendo un ataque con bomba.

Los etíopes dicen que los egipcios los tratan con una prepotencia que se remonta a una fallida invasión egipcia de Etiopía en la década de 1870. En octubre, un negociador etíope acusó a Egipto de buscar convertir a su País en una "colonia hidrológica".

El-Sisi insiste en que desea una resolución pacífica, emprendiendo una ofensiva diplomática para ganarse el apoyo de los vecinos de Etiopía. El Museo del Nilo, inaugurado en el 2016, enfatiza los lazos de Egipto con sus "hermanos africanos". Adentro, una cascada simboliza al Nilo avanzando por 10 países africanos antes de llegar a Egipto. Sin embargo, Egipto también ha fomentado lazos con adversarios de Etiopía, al enviar armas a Sudán del Sur, señalan investigadores de la ONU. En Etiopía, las autoridades han acusado a Egipto de patrocinar protestas y rebeliones armadas, acusaciones que El Cairo niega.

En las conversaciones, El-Sisi está en desventaja -entre más se tarden las negociaciones, más se acerca Etiopía a terminar la presa. La mano de Abiy se ve fortalecida por el creciente poder geoestratégico de Etiopía. En los últimos años, muchos países han competido por influencia en el Cuerno de África. Etiopía, el País más poblado de la región, con más de 100 millones de habitantes, es central para esos cálculos. Logró una importante victoria en las negociaciones en torno a la presa cuando convenció a Sudán, que tradicionalmente respalda a Egipto, de estar de su lado.

Las negociaciones, mediadas por la Casa Blanca y el Banco Mundial, no han salido como Egipto había esperado, dicen diplomáticos occidentales. A pesar de los lazos estrechos entre Trump y El-Sisi, Egipto ha tenido que ceder a demandas clave en materia del Nilo.

Sin embargo, ministros etíopes reconocen que Trump también los presiona a ellos para que lleguen a un acuerdo.

El Nilo termina su serpenteante trayecto de 6 mil 400 kilómetros por África en Ras el-Bar, en la costa norte de Egipto, donde se vacía al Mediterráneo. Una mañana, Ahmed el-Alfi, de 16 años, se paró en la orilla rocosa del río para pescar camarones. No estaba muy enterado de las pláticas con Etiopía, pero podía ver los problemas del río por sí mismo.

"El mar es transparente, pero el Nilo está sucio", dijo. Y, sin embargo, añadió que Egipto no tenía opción más que luchar por él.

"Sin el Nilo, no existe Egipto", declaró El-Alfi.

close
search