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Internacional

Narra médico mexicano horrores en Siria

Enrique García lleva cuatro años como parte del equipo de Médicos Sin Fronteras, pero no fue hasta hace unas semanas en Siria que conoció en carne propia lo que es 'morir de miedo'

Emilia Martínez
Agencia Reforma

domingo, 12 marzo 2023 | 10:40

Agencia Reforma

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Aleppo.- Enrique García Quiroz lleva cuatro años como parte del equipo de Médicos Sin Fronteras. Ha estado en República Centroafricana, en el Congo, Nigeria y en Gaza, pero no fue hasta hace unas semanas en Siria que conoció en carne propia lo que es "morir de miedo", cuando dos poderosos sismos de 7.8 y 7.5 grados azotaron este país y la vecina Turquía el 6 de febrero.

Este médico mexicano alzó la mano para ir a Siria, nación que lleva 12 años de guerra civil, con el fin de ayudar a combatir el brote de cólera que aqueja a su población.

Llegó hace cuatro meses y, pese a las circunstancias que ya conocía del país -falta de infraestructura, desplazamiento masivo, enfermedades-, las consecuencias del los terremotos en la salud de la población lo conmocionaron.

"Después de 12 años de guerra, de tener el trauma de haber pasado por todo este conflicto y de estar todavía bajo bombardeo diario y continuo de ambas partes, a esto le sumas los dos años de pandemia, le sumas que durante los últimos seis meses hemos trabajado en una epidemia de cólera, y ahora le sumas también el terremoto", describe el médico en entrevista con Grupo Reforma.

"No sabes el miedo que están pasando con cualquier movimiento de mesa. O sea, pasas tú y tocas la mesa y la gente sale corriendo, los niños empiezan a llorar porque tienen miedo. Ese término de morir de miedo yo nunca lo había visto, y la gente aquí está muriendo de miedo literalmente, no en sentido figurativo, sino que ataques al corazón. Se lanzan por las ventanas, se golpean entre ellos y mueren literalmente de miedo".

Este médico mexicano reconoce los riesgos de trabajar en una zona de guerra, y si bien la organización tiene diversos protocolos para garantizar su seguridad y la de los pacientes, los retos a los que él se enfrenta, subraya, no se comparan con los de la población siria.

Ha sido más de una década de dolor para ellos, dice García Quiroz en entrevista desde Gaziantep, ciudad turca a poco más de dos horas de Alepo y donde muchas organizaciones de ayuda con las que Médicos Sin Fronteras trabaja están instaladas.

La organización opera con diversos partners internacionales y locales. Los médicos sirios, señala el mexicano, se han convertido en su familia.

"Para mí, su dolor es mi dolor", comparte.

"El reto más importante no ha sido mío, para mí el reto más importante ha sido para mis compañeros sirios que están trabajando ahí, que ellos, por ejemplo, todos los días están durmiendo en la calle, están durmiendo en los coches. En cuanto cayeron al suelo (tras los terremotos) se levantaron, fueron al hospital a ayudar y están trabajando ahí para la gente".

Dos semanas después de esos terremotos, una mujer dio a luz en un hospital de campaña instalado por Médicos Sin Fronteras.

Fue un parto difícil, enfatiza García Quiroz. Durante las cuatro horas que duró, la madre no hizo ningún sonido.

"No se quejó ni una sola vez. Por un lado preocupante porque sabes el dolor que esa madre tiene, tanto físico como emocional del momento, pero también preocupante porque sabes que no está llorando porque esa preocupación ya es la de menos, y ese dolor ya es el de menos, el dolor que tiene y el cansancio de los últimos días es tal que ya no es capaz de quejarse durante un parto dificilísimo de cuatro horas", señala.

"Y ves al bebé que sale ahí como si nada, que no sabe a lo que se va a enfrentar y a lo que viene, que posiblemente la mitad de su familia la ha perdido en los últimos 15 días".

Más de 6 mil personas fallecieron en Siria por los terremotos del 6 de febrero, y miles más quedaron desplazados. Alepo tiene una población aproximada de 3 millones de personas, de las cuales 2 millones son desplazados de la guerra civil.

"Son desplazados no por primera vez, la guerra los ha ido moviendo de un punto para otro, y tú ves casas de campaña por todos lados", describe el médico.

"Es gente que ha sabido sobrellevar muchísimos traumas, muchísimos dolores, que siguen ahí luchando por tener una esperanza, por salir adelante".

Vivir bajo bombardeo diario

Luego de trabajar en el Congo, Nigeria, República Centroafricana, Turquía y la Franja de Gaza, García Quiroz quiso ir a Siria, no sólo por un interés particular en la política, cultura y sociedad de Medio Oriente, sino porque su perfil funcionaba bien para las necesidades sanitarias de la población.

"La misión de Siria me parecía muy interesante, a parte de pertinente después de 12 años de estar en guerra. Después de haber pasado por una pandemia, sale un brote de cólera, en el cual yo también tenía muchísima experiencia, me parecía que mi presencia podía tener un valor añadido", explica.

Los sirios, dice, enfrentan necesidades tan básicas como comida, vivienda, servicios médicos, acceso a agua potable.

"Después de 12 años de guerra, de tener el trauma de haber pasado por todo este conflicto y de estar todavía bajo bombardeo diario y continuo de ambas partes, a esto le sumas los dos años de pandemia, le sumas que durante los últimos seis meses hemos trabajado en una epidemia de cólera y ahora le sumas también el terremoto", expone.

"No tienen dónde vivir. Hay ciudades enteras que están viviendo en la calle ahora mismo con temperaturas bajo cero y no tienen con qué cubrirse... se tiene que reconstruir todo esto".

Los campos de desplazados, indica, no tienen la capacidad para recibir a todos aquellos que perdieron su hogar.

"Estamos estimando ahora con toda la destrucción que tuvo el terremoto que para que lleguen a donde estaban en enero, van a pasar aproximadamente seis años de reconstrucción, entonces viene un periodo muy difícil para ellos, que tienen que estar mentalmente preparados".

Además de brindar atención física, Médicos Sin Fronteras implementa actividades para reducir el estrés postraumático entre la población y reducir las muertes por miedo o causadas por el miedo, es decir aquellos que por el trauma sufren un ataque cardiaco o se lesionan físicamente.

En cuanto a la ayuda humanitaria, García Quiroz señala que sí llega pero de manera muy lenta y muy limitada, entre otras razones, por el bloqueo internacional que existe contra el régimen del presidente Bashar a-Assad. Actualmente, sólo hay un puerto de entrada de ayuda para la zona de los rebeldes en el norte de Siria, que es el cruce de Bab al-Hawa con Turquía.

"Es urgente que se activen más puntos de entrada de ayuda humanitaria por todo el norte de Alepo y por todo el norte-oeste de Alepo", sostiene el mexicano.

A decir de García Quiroz, el pueblo sirio tiene todo lo necesario para salir adelante una vez que acabe la guerra.

"Mis compañeros sirios con los que trabajo son gente súper desarrollada, ingenieros médicos técnicos súper preparados, con una capacidad de trabajo, una capacidad intelectual, una capacidad de debate impresionante, son unos profesionales de los pies a la cabeza", destaca.

"Cuando este país y cuando el conflicto termine, es gente con una capacidad impresionante para sacar a su país adelante, para implementar sistemas políticos muy avanzados, sistemas estructurales civiles muy avanzados. Yo tengo la esperanza de que esto que yo veo ahora y que vi desde que llegué, cuando termine la guerra pueda ser una sociedad que salga adelante muy bien".

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