Internacional

Estrategias de Trump contra amenazas nucleares no están funcionando

La Casa Blanca ha adoptado enfoques muy distintos en las negociaciones con Irán y Corea del Norte

El Diario de Juárez

miércoles, 19 junio 2019 | 09:34

Londres.- Heredar una crisis nuclear puede parecer una desgracia, pero enfrascarse en una segunda parece ser un descuido.

Irán y Corea del Norte ofrecen versiones muy diferentes de la misma amenaza, y la Casa Blanca ha adoptado enfoques muy distintos para hacerles frente.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, heredó una economía en ascenso, la suspensión de dos de las guerras más largas de Estados Unidos y el final en puerta del EIIL. Pero no pudo apreciar uno de los regalos más delicados que Obama le entregó: el acuerdo nuclear con Irán.

Sí, es un acuerdo defectuoso en algunos aspectos, y no restringe el comportamiento regional de Irán por completo. Pero sí se logra lidiar con el problema más peligroso —la intención de Irán de llegar a fabricar una bomba atómica.

Trump, sin embargo, solo vio las fallas del acuerdo. Escuchó a un triunvirato de asesores, al secretario de Estado Mike Pompeo, al asesor de seguridad nacional John Bolton y al líder israelí Benjamin Netanyahu —creyendo que con duras amenazas, de llegar a tomar una severa acción, podrían revertir el comportamiento de Irán y debilitar al país.

Pero la respuesta de Irán al incidente con los barcos petroleros en el Golfo de Omán —una dura retórica y el lento retroceso de las limitaciones en el enriquecimiento de uranio establecidas por el acuerdo nuclear— muestra que no el país está preparado para bajar la guardia. Y a falta de amigos en una conflictiva región, no puede permitirse ni una sola muestra de debilidad.

Aún así, Estados Unidos, en lugar de centrarse en la diplomacia, su comandante en jefe dice que realmente no quiere la guerra y que estaría dispuesto a hablar con Teherán. Pero el envío de mil tropas adicionales a la región ahoga toda posibilidad de diálogo.

Mientras tanto, en Corea del Norte, el presidente Trump lanzó aquella provocadora consigna de “fuego y furia”, pero rápidamente se dio cuenta de lo ardiente y furioso que podría ser un conflicto directo con una potencia nuclear inestable.

Hay tropas estadounidenses directamente en la línea de fuego de los proyectiles de Pyongyang. Y Seúl, una ciudad de casi diez millones de habitantes, también puede estar en peligro. Un error de cálculo con Kim Jong Un podría matar a millones en horas. Sus cohetes, si bien son torpes y probablemente no estén armados con ojivas nucleares miniaturizadas, podrían llegar algún día a territorio estadounidense.

Por lo tanto, Trump optó por ignorar en gran medida la urgencia de esta amenaza y concentrarse en su habilidad para cerrar la brecha a través del carisma personal.

Es inquietante escuchar al hombre más poderoso del mundo hablar sobre las hermosas cartas que recibe de un dictador cuyos misiles representan quizás la amenaza más grave para Estados Unidos. Pero el círculo interno de Trump sabe muy bien, tal como lo sabía Obama, que es poco probable que Pyongyang opte por el desarme voluntariamente a menos que los beneficios económicos, junto con la presión de China, los abrumen.

Mientras tanto, Corea del Norte continúa desarrollando su arsenal sin control, acercándose al punto en el que Washington ya no podrá ignorar su alcance nuclear.

Así que vemos una crisis en la que se ha abandonado una diplomacia cuidadosamente construida en favor de amenazas militares vacías, y otra en la que se está utilizando una diplomacia torpe e impulsada por la personalidad para tratar de evitar una amenaza nuclear  ineludible.

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