Internacional

Conduce Guaidó a Venezuela por una difícil encrucijada

El presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela recibe llamadas de líderes mundiales mientras enfrenta el complejo camino para derrocar a Nicolás Maduro

The New York Times

lunes, 04 febrero 2019 | 08:55

Caracas.- Las llamadas de los líderes del mundo se estaban acumulando. El primer ministro de Dinamarca estaba tratando de comunicarse con él, al igual que Justin Trudeau.

Sin embargo, parecía que Juan Guaidó, el joven legislador venezolano que lidera una iniciativa para hacer a un lado al gobierno autoritario del país, no tenía prisa por hablar con ellos: sostenía la mano de una mujer cuyo hijo había sido baleado por las fuerzas de seguridad durante una manifestación nocturna.

“Esto no puede ser en vano”, le dijo Guaidó a la mujer, Ana Cecilia Buitrago, el domingo por la mañana, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

“Mi hijo tenía un gran corazón”, dijo Buitrago, de 58 años, con voz temblorosa. Su hijo, Jhonny Godoy, de 29 años, fue asesinado el 25 de enero afuera de su modesta casa en Caracas. “Este gobierno tiene que caer para que podamos ponerle fin a toda esta miseria”.

La muerte de Godoy ocurrió días después de que Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, lanzara una audaz iniciativa para obligar a Nicolás Maduro a dejar la presidencia. Guaidó argumentó que Maduro había “usurpado” el poder cuando tomó el cargo el 10 de enero, después de una elección que muchos consideraron amañada.

Desde entonces, Guaidó, un hombre delgado de 35 años, ha pasado largos días trabajando para obtener más apoyo en el extranjero mientras aprovecha el que ya tiene y sigue creciendo en Venezuela. El objetivo es que los más altos funcionarios del gobierno, sobre todo los líderes militares, le den la espalda a Maduro.

Aunque aún no se sabe con certeza si Guaidó logrará entrar al palacio presidencial, el número de ciudadanos venezolanos y potencias extranjeras que se están poniendo de su lado va en aumento.

Hasta ahora, más de veinte países lo han reconocido como presidente interino del país, entre ellos Estados Unidos, Canadá y la mayor parte del continente americano. Varios países de la Unión Europea le impusieron a Maduro como límite el domingo a la medianoche para hacer un llamado a favor de elecciones libres y justas. Francia y Austria señalaron que reconocerán a Guaidó cuando pase la fecha límite.

Si la apuesta de Guaidó tiene éxito, él y los líderes aliados de la oposición habrán logrado una hazaña asombrosa: encabezar una transición pacífica a la democracia que, esperan, pondrá a Venezuela en el camino hacia la recuperación después de años de colapso económico, corrupción generalizada y un gobierno con un control férreo.

Su éxito sería más sorprendente si consideramos el improvisado plan que han montado Guaidó y sus aliados, al parecer de la noche a la mañana, para derrocar a un gobierno armado y autoritario cuyos líderes han sido acusados de convertir al Estado en una enorme empresa criminal.

Mientras intenta reunir apoyo nacional e internacional, Guaidó ha estado recorriendo Caracas con mínima seguridad, a veces eludiendo el tráfico a bordo de una motocicleta. Recibe llamadas de los líderes del mundo, así como de diplomáticos y políticos venezolanos, en un celular al que llega un torrente de mensajes de texto y cuya batería parece estar siempre a punto de acabarse.

Aunque su ascenso repentino ha sido abrumador,  Guaidó no da señales de sentirse desestabilizado. Se muestra tranquilo mientras un equipo voluntario de asistentes que lo acompañan va de un lado a otro frenéticamente. La única señal externa de que esta nueva vida tumultuosa está afectando a Guaidó es lo áspero de su voz. De noche, cuando deja de recibir llamadas y visitas, dijo Guaidó, no tiene problemas para quedarse dormido.

“Duermo plácidamente”, dijo Guaidó en una entrevista mientras su auto se movía furtivamente a través del tránsito de Caracas, y agregó que había aprendido a dormir como bebé bajo condiciones difíciles cuando él y otros líderes de la oposición montaron una huelga de hambre de quince días en 2015, durante la cual durmieron en colchones en la calle para presionar al gobierno con el fin de que estableciera una fecha para las elecciones legislativas. “Es una ventaja”.

Sin embargo, Guaidó se da cuenta de que el camino que recorre está lleno de peligros.

Los líderes de la oposición esperaban que cuando Guaidó se autoproclamara líder legítimo del país en un gran mitin en las calles, los líderes de las fuerzas armadas le dieran la espalda a Maduro en poco tiempo. Aunque ha habido algunas deserciones de alto perfil, los principales dirigentes militares se han presentado públicamente en los mítines de Maduro, lo cual podría presagiar un enfrentamiento prolongado.

“Estamos viendo progreso, pero no tan rápido como nos gustaría”, dijo Guaidó, y agregó que el miedo sigue siendo un gran impedimento, sobre todo entre los soldados de bajo nivel que apoyan lo que está haciendo la oposición.

En efecto, el éxito de Guaidó no está garantizado. Maduro aún tiene el control de muchos de los mecanismos de poder, entre ellos la radiodifusora del Estado, un poder judicial dócil, los líderes militares del país y las fuerzas paramilitares implacables conocidas como colectivos.

Incluso con esos desafíos, Guaidó dice que ve un camino claro a la victoria, aunque su plan esté entrando a una fase peligrosa.

Las sanciones al petróleo impuestas por Estados Unidos la semana pasada pronto estrangularán la economía del país, de por sí devastada, lo cual muy probablemente provocará escasez de combustible y hará que los alimentos y los medicamentos sean aún más escasos.

Preparándose para los efectos desestabilizadores de las sanciones, Guaidó y sus aliados en la comunidad internacional dijeron que tenían el propósito de comenzar a enviar ayuda humanitaria al país esta semana. Eso podría socavar a Maduro, que hace poco ridiculizó la posibilidad diciendo: “No somos un país de pordioseros”.

Guaidó y sus aliados creen que esta semana, con la llegada de la ayuda, será posiblemente un momento decisivo para el movimiento que les ha dado esperanza a millones de venezolanos, pero que aún deben tomar medidas que mejoren sus vidas de manera significativa.

“Hay entre 250 mil y 300 mil venezolanos al borde de la muerte”, dijo Guaidó mientras atravesaba la ciudad desde su apartamento en el este de Caracas hasta el hogar de Buitrago. “Literalmente, tienen una sentencia de muerte si no reciben atención urgente”.

Si logra tomar la presidencia, Guaidó tendrá que tratar de solucionar los enormes problemas del país sin tener experiencia previa al frente de un gobierno.

Fernando Cutz, exfuncionario de la Casa Blanca que trabajó en políticas relacionadas con Venezuela, dijo que Guaidó era “el hombre adecuado en el momento adecuado”. Sin embargo, aunque Guaidó logre derrocar a Maduro, los próximos pasos serán peligrosos.

“Las cosas probablemente empeorarán para el pueblo venezolano antes de que mejoren cuando en realidad se empiecen a tomar medidas a favor del bien colectivo”, comentó Cruz. Manejar una transición, agregó, “será una tarea monumental que requerirá de visión, habilidad, paciencia y mucho tiempo”.

Desde que se volvió el líder indiscutible de la oposición a mediados de enero —al parecer de la noche a la mañana—, Guaidó ha ocupado sus días con una serie de reuniones clandestinas con funcionarios de gobierno, mítines en los que sus fanáticos muestran una devoción casi de culto y un sinfín de llamadas telefónicas.

Tras proclamarse líder legítimo del país, Guaidó ha vivido con la amenaza constante de que lo arresten y de la violencia, y a menudo despierta preguntándose si pasará las próximas noches tras las rejas.

Un grupo de agentes de inteligencia lo detuvo brevemente el 13 de enero y Maduro lo ha desacreditado como el personaje traidor de un complot orquestado por Estados Unidos para reclamar las vastas reservas venezolanas de petróleo.

Guaidó argumenta que, debido a que Maduro resultó electo en una votación amañada, la presidencia técnicamente está vacante, y que, como presidente de la Asamblea Nacional, tiene el derecho constitucional de presidir un gobierno interino hasta que se lleven a cabo otras elecciones.

Aunque las fuerzas armadas llegaran a respaldar a Guaidó, lo cual en efecto implicaría el fin del régimen de Maduro, Guaidó dijo que le preocupaban las acciones de las fuerzas paramilitares que probablemente seguirían siendo leales a Maduro.

“No podemos permitir que la situación prolifere”, dijo, y planteó un paralelismo con la lucha que Colombia ha enfrentado con las guerrillas y los grupos paramilitares a lo largo de los años. “Podría haber graves consecuencias, incluso a corto plazo”.

El domingo por la mañana, mientras visitaba a Buitrago, la atención de Guaidó seguía repartida entre una serie de preocupaciones a corto y largo plazo. Para consolarla a la madre del joven asesinado, Guaidó buscó debajo de su camisa un rosario que había usado en días recientes.

“Me dieron esto para que me protegiera”, le dijo, poniéndolo suavemente en su palma. “Es un regalo”.

Guaidó pareció sentir pena de tener que dar por terminada la visita cuando sus asistentes le susurraron que Trudeau, el primer ministro de Canadá, había estado tratando de comunicarse con él. Así que se disculpó y se sentó en el sofá de Buitrago para recibir las llamadas.

Cuando Trudeau se comunicó con él, Guaidó le agradeció por haberlo reconocido como líder legítimo de Venezuela.

Guaidó instó al líder canadiense a que no se viera influenciado por el grupo de gobernantes que está haciendo un llamado a favor de nuevas negociaciones respaldadas internacionalmente entre el gobierno y la oposición para acabar con el enfrentamiento.

“Este no es momento para el diálogo”, dijo Guaidó con firmeza.

Guaidó dijo que depende mucho de la capacidad de establecer redes de ayuda para recibir alimentos, medicina y suministros para los hospitales. Su equipo espera contar con Cáritas y otros voluntarios para iniciar los primeros envíos esta semana.

La combinación de los efectos de las sanciones estadounidenses en torno al petróleo, que se espera que recorten fuentes importantes de ingresos para Maduro, y el intento de entregar ayuda humanitaria, aumentarán el nivel del enfrentamiento. Los economistas creen que la escasez de alimentos y combustible probablemente empeorará a corto plazo.

“Habrá un momento de tensión” con Maduro, dijo Guaidó. “Sin embargo, destruyeron nuestro futuro, y ahora debemos asegurarnos de que no puedan destruir el presente”.

Mientras Guaidó se preparaba para irse de la casa, Buitrago dijo que la visita había calmado su dolor.

“Este gesto vino del corazón”, dijo, mientras sostenía el rosario. “Lo tendré conmigo hasta que muera”.

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