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Internacional
martes, 19 septiembre 2023 | 18:15
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Ciudad de México.- La extinción de la paloma migratoria, el tigre de Tasmania y el baiji o delfín del río Yangtsé representó no sólo el fin de esas especies, sino de todo su género (categoría más alta en la que los taxónomos clasifican a las especies).
No son las únicas víctimas de la sexta extinción masiva, un evento en desarrollo caracterizado porque acciones humanas desaparecen especies de animales vertebrados cientos de veces más rápido que como ocurriría sin la influencia de las personas.
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Hasta ahora, las investigaciones se habían centrado en la extinción de especies, pero un nuevo estudio publicado en "Proceedings of the National Academy of Sciences" (PNAS) muestra que géneros enteros están desapareciendo. A decir de los autores, se trata de una mutilación del árbol de la vida.
Los científicos examinaron 5 mil 400 géneros de animales vertebrados terrestres. Un total de 73 se extinguieron desde el año mil 500 d.C. Las aves experimentaron las mayores pérdidas, pues desaparecieron 44 de sus géneros, seguidas por los mamíferos, los anfibios y los reptiles.
El ritmo actual de extinción de géneros de vertebrados es 35 veces más alto que el del último millón de años. Sin la influencia humana, la Tierra probablemente sólo habría perdido dos géneros en ese período, de acuerdo con una publicación en Stanford News.
En 500 años, las acciones humanas han desencadenado una oleada de extinciones de géneros que de otro modo habrían ocurrido en 18 mil años, situación a la que los autores llaman "aniquilación biológica".
"Lo que estamos perdiendo son nuestros únicos compañeros vivos conocidos en todo el universo", advirtió Paul R. Ehrlich, coautor del estudio e investigador del Centro de Biología de la Conservación de la Universidad Stanford, ubicada en Estados Unidos.
¿Qué es el árbol de la vida? El concepto de árbol de la vida se remonta al siglo 19, cuando Charles Darwin y Ernst Haeckel interpretaron e ilustraron como un árbol las relaciones de parentesco entre los seres vivos, de acuerdo con el Real Jardín Botánico de España.
Según ambos, la biodiversidad de la Tierra se generó mediante el principio de antepasado-descendiente, representado en ramas que derivan unas de otras.
Gerardo Ceballos, coautor del estudio e investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, sostiene que la pérdida de géneros es más grave que la de especies porque cuando una especie muere, otras del mismo género pueden ocupar, al menos parcialmente, su rol en el ecosistema. Además, las especies sustitutas poseen mucho material genético del organismo extinto, así que retienen gran parte de su potencial evolutivo.
En términos del árbol de la vida, si una ramita (especie) se cae, otras cercanas pueden llenar el espacio de aquella caída relativamente rápido.
Sin embargo, cuando una rama entera (género) cae, deja un gran agujero en el dosel arbóreo, es decir, queda vacío un espacio en el hábitat formado por las copas de los árboles.
Millones de años son necesarios para recuperarse esa pérdida porque se requiere un proceso evolucionario de especiación, ahonda Ceballos.
"A largo plazo, estamos haciendo una gran mella en la evolución de la vida en el planeta, pero también en este siglo lo que estamos haciendo al árbol de la vida causará mucho sufrimiento a la humanidad", alertó.
A decir del académico, gran parte de la civilización humana depende de los servicios que provee la biodiversidad de la Tierra, por lo que los seres humanos no pueden esperar tantos años para que se recuperen los géneros extintos.
Un ejemplo de las repercusiones es la propagación de la enfermedad Lyme, que se contrae por picaduras de garrapatas infectadas. Los ratones de patas blancas son los principales portadores de dicho parásito.
Antes competían con las palomas migratorias por comida, pero con la extinción de tales aves y el declive de otros depredadores, como lobos y pumas, las poblaciones de ratones han crecido y, con ellas, los casos de enfermedad de Lyme en personas.
Con el fin de prevenir más extinciones que resulten en crisis sociales, Ehrlich y Ceballos urgen mayores esfuerzos de conservación en los trópicos porque las regiones tropicales concentran tanto los géneros extintos como aquellos con una única especie sobreviviente.
Gran parte del problema es el creciente tamaño de la población humano y su consumismo en aumento, especialmente porque es muy desigual.
"La idea de que se pueden continuar con esas cosas y salvar la biodiversidad es una locura. Es como sentarse en una rama y cortarla al mismo tiempo", consideró Ehrlich.
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