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Estados Unidos > Elecciones 2020
viernes, 30 octubre 2020 | 11:49
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Nueva York— Una elección presidencial que ha llevado a una nación a beber está siendo librada hasta el final por dos hombres que no lo hacen.
Por primera vez en la historia moderna, los dos principales candidatos a la Casa Blanca son abstemios. El presidente Trump y su oponente demócrata, Joseph R. Biden Jr., no han tomado una bebida alcohólica en el transcurso de sus vidas, según sus propios relatos.
Esta campaña de abstemios, y el hecho de que esta circunstancia haya atraído tan poca atención, es hasta cierto punto una prueba de cómo está cambiando la cultura de la política, que alguna vez fue la de beber mucho. Los candidatos, los asistentes de campaña y los reporteros beben menos, conscientes del escrutinio que viene en la era de los teléfonos celulares y Twitter, sin mencionar las demandas incesantes de una campaña las 24 horas del día.
Pero también afecta a la forma en que Biden y Trump, a pesar de todas sus marcadas diferencias, comparten algunas similitudes en carácter y antecedentes, según los biógrafos y otras personas que los han observado a lo largo de los años. Cada uno de ellos creció en familias ensombrecidas por el espectro del alcoholismo: el hermano de Trump murió a causa de él, y uno de los tíos favoritos de Biden, con quien vivió mientras crecía, era un gran bebedor.
Ambos se han distanciado de los circuitos sociales de borrachera en Washington y Nueva York, Biden porque viajaba a casa con su familia en Delaware todas las noches y Trump porque tiende a sentirse más cómodo en casa viendo la televisión.
Pero más que nada, es un testimonio de la naturaleza de dos hombres ferozmente ambiciosos y su cálculo de que el alcohol los pondría en desventaja, ya sea en el mundo de la política o el desarrollo de la ciudad de Nueva York, o en la gestión de un casino.
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