Estados Unidos

Tras comentarios racistas, republicanos se niegan a desafiar al presidente

La mayoría de los miembros del partido han guardado silencio sobre los ataques de Trump a legisadoras demócratas

The New York Times

martes, 16 julio 2019 | 10:45

Washington.- Al no condenar al presidente Trump por sus comentarios dirigidos a cuatro congresistas demócratas de color ilustra el dominio que Trump tiene sobre su partido, al igual que la creencia de muchos republicanos de que un ataque al progresismo debería ser un elemento central de la campaña del 2020.

Aunque un puñado de republicanos reprendieron a Trump el lunes, la mayoría de los líderes del partido en la Cámara de Representantes y el Senado, y un gran número de sus miembros de base, guardaron silencio sobre los tuits del fin de semana que el presidente lanzó a las disidentes, sugiriendo que “regresaran” a los países de donde vinieron. El lunes, el mandatario volvió a lanzar nuevos comentarios segundando los primeros, utilizando un lenguaje áspero con el que se dirigió a las “personas que odian a Estados Unidos”, una acusación inflamatoria contra miembros electos de la Cámara.

Pero ahora que Trump goza de una mayor popularidad entre los votantes republicanos más que entre los miembros republicanos en el Congreso, la mayoría se resiste a enfrentarse al presidente y arriesgase a sufrir represalias. El caso del representante Justin Amash, el legislador de Michigan que se vio obligado a abandonar al partido luego de que se atreviera a sugerir que Trump debería ser destituido, sirve como advertencia.

Al mismo tiempo, muchos republicanos buscan etiquetar a las cuatro congresistas y sus ideas como “izquierdistas”, considerándolas como un potencial vehículo para lanzar una crítica radical contra los demócratas en el 2020. En una presentación Fox News, el senador Lindsey Graham, republicano de Carolina del Sur, llamó a las cuatro “un puñado de comunistas”, yendo aún más lejos que el presidente, quien dijo que sólo estaba dispuesto a catalogarlas como “socialistas”.

Tanto la urgencia de los republicanos por asignar etiquetas extremistas a los demócratas como la reacción demócrata en contra Trump, tildándolo de ser un presunto racista y supremacista blanco presagian ya una amarga campaña para el 2020.

Los republicanos sentirse incómodos  ante algunos de los comentarios e insultos de Trump. Pueden hacer muecas ante sus falsedades fácilmente desenmascaradas. Pueden entornar los ojos ante su falta de comprensión de los fundamentos del gobierno. Para muchos, la misma personalidad del mandatario les resulta desagradable. Pero ahora es su candidato.

A pesar de los ocasionales distanciamientos, los republicanos han aprendido a ignorar las batallas en Twitter  en las que casi a diario Trump se ve involucrado.

También han adquirido experiencia en cómo presionar diplomáticamente al presidente y desafiar sus puntos de vista, aunque generalmente lo hacen privado para evitar incitar su ira.

Reconociendo este patrón, el senador Chuck Schumer demócrata de Nueva York, y líder minoritario, acusó a los republicanos del Senado el lunes de cobardía. “Se ha vuelto terriblemente común que muchos de mis colegas republicanos dejen pasar estos momentos por alto sin decir ni una palabra”, dijo Schumer. “Los líderes republicanos rara vez critican al presidente directamente, incluso en una situación como esta que claramente lo amerita”.

Jeff Flake, exsenador republicano de Arizona cuya carrera en el Congreso llegó a su fin tras un enfrentamiento con Trump, dijo que simpatizaba con sus excolegas de no tomar en cuenta todos los comentarios hechos por el presidente. “Pero hay momentos en que los comentarios del presidente son tan viles y ofensivos que les corresponde a los republicanos responder y condenarlos”, dijo en Twitter. “Éste es uno de esos momentos”.

En lugar de ello, a los republicanos les preocupa que, incluso en un momento en que el presidente esté generando divisiones dentro y fuera del partido, una crítica leve o injustificada podría instar a Trump a deshacerse de ellos, un resultado que podría arruinar sus carreras políticas.

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