Estados Unidos

Nuestras políticas hacia Latinoamérica están moralmente en bancarrota: Biden

El exvicepresidente y candidato a la presidencia de Estados Unidos, Joe Biden, opina sobre la situación de los inmigrantes en su país

El Diario de Juárez

lunes, 24 junio 2019 | 08:31

Associated Press

La semana pasada nos brindaron más pruebas de que la estrategia de reelección del presidente Trump, la cual se encuentra moralmente en bancarrota, se basa en denigrar a los inmigrantes para obtener puntos políticos e implementando medidas que aseguran que los solicitantes de asilo y los refugiados sigan llegando a nuestra frontera, escribió Joe Biden para el Miami Herald.

Trump amenazó con la deportación inminente de millones de inmigrantes indocumentados apenas unas horas después de que su Departamento de Estado confirmara que suspendería la ayuda a El Salvador, Guatemala y Honduras, los mismos países de donde huyen la mayoría de los migrantes. Está claro que Trump solo está interesado en usar sus políticas para atacar la dignidad de la comunidad hispana y asustar a los votantes para que acudan a las urnas el día de las elecciones, sin abordar los desafíos reales que enfrenta nuestro hemisferio.

Somos una nación de leyes y una nación de inmigrantes. Nuestro país está formado por personas aspirantes y trabajadoras de todas las culturas, de todas las naciones —y esa es una fuerza indiscutible. No hay mejor ejemplo de la riqueza que hemos podido alcanzar, cuando comprendemos que Estados Unidos está estrechamente unido con nuestros vecinos en Latinoamérica y el Caribe, que la ciudad de Miami. El próximo presidente debe instituir una reforma migratoria efectiva mientras restaura las políticas regionales basadas en el respeto.

Esto comienza reconociendo que los dreamers son estadounidenses y que el Congreso debe hacerlo oficial. Los millones de personas indocumentadas en Estados Unidos solo pueden ser sacados de las sombras a través de un trato justo, no por medio de horrendas amenazas. Los esfuerzos de Trump para revocar el estado de protección temporal (TPS) en todos los ámbitos han inyectado una incertidumbre innecesaria en las vidas de miles de familias. Nuestro sistema de asilo debe mejorar, pero la respuesta es racionalizarlo y fortalecerlo para beneficio de las solicitudes legítimas de aquellos que huyen de la persecución, al mismo tiempo que reduce un potencial abuso.

Y es imperativo que aseguremos nuestras fronteras, pero “Construir el muro” es un eslogan divorciado de la realidad.

El muro No detendrá el flujo de narcóticos ilegales o el tráfico de personas, tales amenazas entran principalmente a través de los puertos de entrada legales. Tampoco detendrá a los solicitantes de asilo que huyen de las condiciones más desesperadas que se puedan imaginar y que tienen derecho a que sus casos sean atendidos. Tampoco se detendrá el número de indocumentados, la mayoría de los cuales tienen visas legales que han excedido el tiempo que les permite quedarse en el país.

Debemos concentrarnos en mejorar los procedimientos de selección en nuestros puertos legales de entrada y hacer inversiones inteligentes en tecnología fronteriza. Estas son políticas sensatas que harán más por nuestra seguridad de lo que un muro podría hacer.

La verdadera solución a este desafío se puede encontrar en la creciente prosperidad de México y en la mejorada situación en materia de seguridad en El Salvador, ambas vinculadas a niveles más bajos de migración. Como vicepresidente, dirigí un importante esfuerzo bipartidista para abordar las causas fundamentales que empujan a las personas a huir, aliviando la presión en nuestra frontera al mejorar la seguridad, reducir la desigualdad y expandir las oportunidades económicas en Centroamérica para que las personas se sientan seguras de quedarse en sus países de origen. Íbamos progresando hasta que el presidente Trump reemplazó nuestra sólida estrategia con la hostilidad y una retórica inflamatoria.

Bajo el mandato de Trump, ha habido horribles escenas en la frontera de niños que permanecen en jaulas, solicitantes de asilo a los que se les ataca con gas lacrimógeno, niños siendo arrebatados de los brazos de sus madres —acciones que subvierten los valores estadounidenses y erosionan nuestra capacidad de liderar en el escenario mundial.

En un momento en que los desafíos a los que nos enfrentamos exigen una respuesta regional unida, Trump invoca repetidamente a la actitud racista para describir a cualquier persona proveniente del sur del Río Bravo, lo que incluye llamar a los migrantes “animales”. Los grupos delictivos transnacionales, el cambio climático y las amenazas a la democracia y al estado de derecho, las políticas equivocadas de Trump nos están desviando del camino correcto.

Trump ha juzgado mal lo que se necesita para restaurar la democracia en Venezuela, y su creciente beligerancia amenaza a la coalición internacional de más de 50 países que reconocen a Juan Guaidó como el presidente interino de Venezuela. Hasta la fecha, el gobierno ha hecho todos los esfuerzos para capitalizar políticamente la crisis venezolana, pero su negativa a otorgar el TPS a los miles de venezolanos que huyen de la persecución demuestra que le importa poco el sufrimiento del pueblo venezolano.

Si a eso le sumamos la burla de México por parte de Trump con la amenaza de aranceles, insultos a socios vitales como Colombia y limitando cruelmente la capacidad de los cubanoamericanos de reunirse y apoyar a sus familias en Cuba, la política de la administración hacia Latinoamérica, en el mejor de los casos, es una Recopilación de la era de la Guerra Fría y, en el peor de los casos, un desastre ineficaz. Los fracasos de Trump en la región son aún más peligrosos debido a que China y Rusia cada vez tienen una mayor ingerencia en las Américas, y eso es antes de que abordemos las crisis en Nicaragua, Haití, Honduras y otros lugares.

Como vicepresidente, dirigí los compromisos del gobierno de Obama-Biden con la región, reforzando nuestras alianzas y construyendo relaciones enraizadas en el respeto, lo cual arrojó resultados reales.

Después de cuatro años de Trump, quien se ha dedicado a demoler nuestros lazos hemisféricos, un liderazgo estadounidense, con experiencia y respeto, será vital para reparar la cooperación y abordar los desafíos regionales compartidos. Si soy elegido presidente, mi primer paso será asegurar que nuestras políticas en las Américas reflejen una vez más nuestros valores estadounidenses.

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