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Estados Unidos

Los países ricos firmaron una posibilidad para vacunar al mundo

Y el gobierno de Estados Unidos controlará esa patente

The New York Times

domingo, 21 marzo 2021 | 17:29

The New York Times

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Estados Unidos— En los próximos días, finalmente se emitirá una patente sobre un invento de cinco años, una hazaña de ingeniería molecular que está en el corazón de al menos cinco importantes vacunas contra el Covid-19. Y el gobierno de Estados Unidos controlará esa patente.

La nueva patente presenta una oportunidad, y algunos argumentan que es la última mejor oportunidad, para ejercer influencia sobre las compañías farmacéuticas que producen las vacunas y presionarlas para que amplíen el acceso a los países menos ricos.

La pregunta es si el gobierno hará algo.

El rápido desarrollo de las vacunas contra el Covid-19, lograda a una velocidad récord y financiada con fondos públicos masivos en Estados Unidos, la Unión Europea y Gran Bretaña, representa un gran triunfo de la pandemia. Los gobiernos se asociaron con los fabricantes de medicamentos, invirtiendo miles de millones de dólares para adquirir materias primas, financiar ensayos clínicos y modernizar las fábricas. Miles de millones más se comprometieron a comprar el producto terminado.

Pero este éxito occidental ha creado una gran desigualdad. Los residentes de países ricos y de ingresos medios han recibido alrededor del 90 por ciento de los casi 400 millones de vacunas entregadas hasta ahora. Según las proyecciones actuales, muchos de los demás tendrán que esperar años.

Un coro creciente de funcionarios de salud y grupos de defensa en todo el mundo están pidiendo a los gobiernos occidentales que utilicen poderes agresivos, la mayoría de ellos rara vez o nunca antes utilizados, para obligar a las empresas a publicar recetas de vacunas, compartir sus conocimientos y aumentar la fabricación. Los defensores de la salud pública han pedido ayuda, incluso pidiendo a la administración de Biden que use su patente para impulsar un mayor acceso a las vacunas.

Los gobiernos se han resistido. Al asociarse con las compañías farmacéuticas, los líderes occidentales compraron su camino al frente de la línea. Pero también ignoraron años de advertencias y llamadas explícitas de la Organización Mundial de la Salud, para incluir un lenguaje contractual que hubiera garantizado dosis para los países pobres o alentado a las empresas a compartir sus conocimientos y las patentes que controlan.

La perspectiva de miles de millones de personas esperando años para ser vacunadas representa una amenaza para la salud incluso para los países más ricos. Un ejemplo: en Gran Bretaña, donde el lanzamiento de la vacuna ha sido sólido, los funcionarios de salud están rastreando una variante del virus que surgió en Sudáfrica, donde la cobertura de la vacuna es débil. Esa variante puede mitigar el efecto de las vacunas, lo que significa que incluso las personas vacunadas podrían enfermarse.

Los funcionarios de salud occidentales dijeron que nunca tuvieron la intención de excluir a otros. Pero con sus propios países enfrentando un número masivo de muertes, la atención se centró en casa. El intercambio de patentes, dijeron, simplemente nunca surgió. 

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