La lucha contra la pandemia de Biden: dentro de los reveses del primer año

Nueva York— La doctora Rochelle Walensky quedó atónita. Trabajando desde su casa en las afueras de Boston un viernes por la noche a fines de julio, la directora del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades acababa de enterarse por miembros de su personal que los estadounidenses vacunados estaban propagando el coronavirus.

Las vacunas habían sido el núcleo de la estrategia pandémica del presidente Biden desde el momento en que asumió el cargo. Pero cuando se le informó a Walensky sobre un grupo de casos en Provincetown, Massachusetts, la realidad se hizo evidente. La variante Delta, que había devastado otras partes del mundo, se estaba apoderando de Estados Unidos. Y resultó que estar vacunado no evitaría que las personas se infectaran con la variante o la transmitieran.

Fue un momento de “dolor en el corazón”, recordó Walensky en una entrevista reciente. El descubrimiento puso en tela de juicio el enfoque casi inquebrantable de la administración de Biden en la vacunación como el camino para salir de la pandemia. E hizo que el mensaje de Biden del 4 de julio de que la nación se había movido “más cerca que nunca de declarar nuestra independencia de un virus mortal” sonara ingenuo.

Biden asumió el cargo en enero pasado con una estrategia de respuesta al coronavirus de 200 páginas, prometiendo un “esfuerzo a gran escala” basado en la ciencia y la competencia. El descubrimiento de julio del CDC marcó el punto en el que el virus comenzó a exponer sin piedad los desafíos que presentaría para su gestión de la pandemia.

Biden y su equipo han acertado mucho, incluida la aplicación de al menos una dosis de una vacuna en casi el 85 por ciento de los estadounidenses mayores de 12 años y la implementación de tratamientos que salvan vidas. Esos logros han puesto a Estados Unidos en un lugar mucho mejor para combatir el virus que hace un año, con la mayoría de las escuelas y negocios abiertos, incluso con la variante Ómicron más contagiosa.

Dos años después de la pandemia, incluso cuando la variante Ómicron ha comenzado a retroceder en algunas partes del país, Biden enfrenta enormes presiones económicas y políticas. Ha rechazado los confinamientos, el cierre de escuelas u otras medidas extremas que podrían ayudar a contener futuras mutaciones.

Biden ha luchado contra el virus al mismo tiempo que intenta avanzar en otras prioridades: un acuerdo de infraestructura bipartidista, nombramientos para el tribunal federal y una legislación de gasto social de gran alcance. En agosto y septiembre, cuando Delta se disparó, la Casa Blanca se vio consumida por una salida caótica de la guerra de 20 años de Estados Unidos en Afganistán.