Barr y un fiscal de alto rango lanzan amplia revisión de la indagatoria de Rusia

Washington— Después de que un avión que transportaba al procurador general, William P. Barr, aterrizara en Roma a finales del mes pasado, algunos diplomáticos y funcionarios de inteligencia de la Embajada de Estados Unidos no estaban seguros de por qué había venido a la Ciudad Eterna. 

Más tarde se sorprendieron, según dijeron dos funcionarios, al descubrir que había eludido los protocolos para organizar el viaje, donde se reunió con funcionarios políticos y de inteligencia italianos.

Todo sobre la visita fue inusual, más aún el compañero del procurador general y su misión. Barr y un importante fiscal federal, John H. Durham, quien está revisando los orígenes de la investigación de Rusia, buscaban evidencia que pudiera reforzar una teoría de conspiración fomentada por el presidente Trump: que algunos de los aliados más cercanos de Estados Unidos conspiraron con sus enemigos del “estado profundo” en el 2016 para tratar de evitar que ganara la presidencia.

Trump hizo mención de la teoría en sus interacciones con líderes mundiales días después de que el fiscal especial, Robert S. Mueller III, rindiera testimonio ante los legisladores en julio de que su investigación no encontró evidencia suficiente para acusar a los asociados de Trump de conspirar con Rusia para ayudar a subvertir la elección. 

Un envalentonado Trump —que podría beneficiarse políticamente si Durham descubriera hechos que socavabaran la investigación de Mueller— comenzó a presionar a los aliados para que cooperaran con la revisión.

El viaje a Italia generó críticas de que Barr estaba haciendo el trabajo sucio del presidente y dirigiendo una investigación supuestamente independiente. Pero Barr parece haber aceptado su papel, lo que indica que ha hecho de la investigación una prioridad y la está supervisando personalmente.