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Estados Unidos

Así ha sido Twitter sin Trump

A 100 días desde que Twitter expulsó a Donald Trump, en EU algunos viven más tranquilos y algunos extrañan al villano. Así lo cuentan

The New York Times

lunes, 19 abril 2021 | 11:59

Peter and Maria Hoey / The New York Times

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Washington— ¿Qué es ese sonido relajante que Gary Cavali escucha emanando de Twitter estos días? Es el sonido del silencio. Específicamente, es el silencio del ex Presidente Donald Trump.

"Mi presión arterial ha bajado 20 puntos", dijo Cavalli, de 71 años, cuyo obsesivo monitoreo de los mensajes de odio de Trump terminó para siempre cuando Twitter suspendió permanentemente la cuenta del ex Mandatario en enero. "No tener que leer sus últimos tuits deshonestos me ha hecho la vida mucho más feliz".

Parece que fue ayer, o tal vez hace toda una vida, que Trump se pavoneaba por los pasillos de Twitter como si fuera el dueño del lugar, elogiándose a sí mismo y denigrando a sus enemigos en un flujo interminable de DIATRIBAS EN MAYÚSCULAS mal puntuadas, creativamente escritas y objetivamente cuestionables que enardecieron, deleitaron y aterrorizaron a la nación en distintos niveles. Todo eso terminó el 8 de enero, dos días después de que una multitud, incitada por sus incendiarios comentarios, irrumpió en el Capitolio de Estados Unidos en un esfuerzo mal concebido para anular los resultados de las elecciones presidenciales.

Han pasado cien días desde el inicio de la prohibición, una medida que planteó cuestiones de libertad de expresión y censura en la era de las redes sociales, molestó a los republicanos pro-Trump y enfureció aún más a un ahora ex Presidente que todavía se niega a aceptar el hecho de que perdió las elecciones.

Para muchos de los detractores de Trump, la ausencia de un aluvión diario del ex Presidente se siente más cercano de un regreso a la normalidad que cualquier cosa, hasta ahora, en 2021.

"Dormí mejor legítimamente con él fuera de Twitter", dijo Mario Marval, de 35 años, gerente de programas y veterano de la Fuerza Aérea en el área de Cincinnati. "Me permitió reflexionar sobre cómo él se volvió en un vacío de atención".

Para Matt Leece, de 29 años, profesor de música en Bloomsburg, Pensilvania, la suspensión de Twitter fue similar a una limpieza del aire: "Es como vivir en una ciudad eternamente ahogada en esmog, y, de repente, un día te despiertas y el cielo está azul, los pájaros cantan, y finalmente puedes tomar un gran respiro no tóxico".

Sin embargo, para millones de leales a Trump, su silencio ha significado la pérdida de su campeón favorito y la mayor arma en su lucha contra la izquierda.

"Extraño tener su voz fuerte, conservadora y obstinada en Twitter", dijo Kelly Clobes, de 39 años, gerente comercial en el sur de Wisconsin. "A otras personas se les ha permitido tener libertad de expresión y decir lo que piensan, y no se les ha prohibido. A menos que vayas a hacerlo en todos los ámbitos, no deberías hacérselo a él".

Incluso en Twitter, un foro conocido por convertir pequeñas diferencias en completa hostilidad, el feed de Trump era único. Y su volumen era enorme. Desde 2009, cuando publicó su primer tuit ("¡Asegúrate de sintonizar y ver a Donald Trump en Late Night con David Letterman mientras presenta la lista de los diez mejores esta noche!"), hasta el 8 de enero de este año, cuando publicó el último ("A todos los que han preguntado, no iré a la Inauguración el 20 de enero"), Trump tuiteó más de 56 mil veces, según un archivo en línea.

Algunas mañanas, mientras estaba en la Presidencia, tuiteaba con tanta frecuencia que costaba creer que hacía alguna otra cosa.

Ya fuera que uno lo amara o lo odiara, era imposible ignorar el feed de Twitter de Trump, que fluía directamente desde la plataforma a la psique de la nación. Sus tuits eran citados, analizados, diseccionados, elogiados y ridiculizados en los medios de comunicación e internet, y aparecían a menudo en las conversaciones de la gente: "No puedo creer que haya dicho eso".

Para sus opositores, había cierto morbo en revisar lo que había dicho, una especie de necesidad masoquista de leer los tuits para sentir indignación.

Twitter le ofreció a Trump un foro abierto las 24 horas del día para expresar su desprecio e ira, un canal directo para hablarle a su base en internet, explicó Seth Norrholm, profesor asociado de psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad Estatal de Wayne en Detroit y experto en estrés postraumático.

Cada vez que usaba mayúsculas, dijo Norrholm, era como si "un abusador estuviera gritando declaraciones degradantes" al pueblo estadounidense.

Aunque está fuera de la vista y fuera de la mente, lo que ha ayudado a mucha gente a dejarlo pasar, Trump se ha negado a marcharse en silencio, continuó Norrholm.

De hecho, abrió una especie de oficina presidencial en el exilio en Mar-a-Lago, su centro turístico de Florida, que emerge intermitentemente para emitir declaraciones en papel membretado cuasipresidencial y para burlarse de los republicanos que considera insuficientemente leales.

Y muchos fanáticos de Trump lo extrañan desesperadamente, en parte porque su identidad está muy ligada a la suya.

El mes pasado, un tuit quejumbroso de Rudy Giuliani, ex Alcalde de Nueva York y abogado y amigo personal del ex Presidente, que lamentaba la ausencia de Trump en la plataforma, recibió más de 66 mil me gusta. También inspiró un regreso al tipo de pelea que Trump solía provocar en Twitter, cuando los indignados anti-Trump entraron a la discusión para decir a Giuliani exactamente lo que podía hacer con su opinión.

Joe Walsh, un ex congresista republicano que antes apoyaba al ex Presidente y que ahora es locutor de radio antiTrump, dijo que incluso algunas personas que odian al ex Mandatario están sufriendo una especie de retirada, con sus vidas más vacías ahora que Trump ya no está presente para fungir como el villano.

"Entiendo completamente que es genial y moderno decir: 'Voy a ignorar al tipo anterior', hay mucho arte escénico en torno a eso, pero mucha gente extraña poder atacarlo o hablar de él todos los días", dijo Walsh.

"Todos somos tribales y queremos elegir nuestros bandos, y Trump facilitó esa línea divisoria. ¿Cuál es su posición respecto al plan de infraestructura de Biden? Eso está un poco más matizado".

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