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Estado

Vivió bombardeos rusos en Kiev

‘¡Salva a mi hijo, por favor!’

Detrás de su salida de Ucrania, hay una historia de amor a la familia y de esperanza, pese a perderlo todo

Efrén Guzmán De la Rosa
El Diario de Chihuahua

miércoles, 02 marzo 2022 | 11:41

Cortesía | Ivette Rossano con su familia y mascota en el metro, usado como refugio | El trayecto realizado para salir del país en conflicto

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Chihuahua.— “¡Yo seguramente no podré salir, pero salva a mi hijo por favor!”, dijo Mykhailo Naumov a su esposa Ivette Rossano García, originaria de Chihuahua, cuando los bombardeos eran más intensos en Kiev, capital de Ucrania tras la invasión rusa.

La súplica se la hizo el 24 de febrero, día en que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, publicó el decreto en que todos los hombres del país entre 18 y 60 tenían que enlistarse en el Ejército para combatir a las fuerzas rusas.

Para ella, ese momento ha sido uno de los más fuertes que ha tenido que enfrentar desde la invasión de Rusia a Ucrania. “Imaginarme que mi esposo va a la guerra mientras yo estoy en México con nuestro Lenny... mil cosas cruzaron por mi mente”, afirma la mujer.

Detrás de la salida de Ucrania de Ivette Rossano, hay una historia de amor a la familia y de esperanza, pese a perderlo todo.

Ella se casó con “Misha” en noviembre 2020 y se fue a vivir a Kiev, Ucrania en febrero de 2021. Cuando se casó con Mykhailo Naumov él ya tenía un hijo de ocho años (actualmente tiene 9) y entre todos formaron una familia. 

“Para mí ha sido un proceso de adaptación muy fuerte estar recién casada y tener un hijo con el que apenas puedo cruzar palabras (él habla ruso y ucraniano y está aprendiendo español e inglés, mientras yo aprendo ruso)”, explica.

Pero las cosas salieron bien, y con el apoyo de la embajada de México toda la familia pudo salir de Ucrania y llegar a Rumania. “Afortunadamente mi esposo está con nosotros y todos iremos a Chihuahua por ahora”, dice en una entrevista vía WhatsApp que se realizó en varios días por la situación por la que pasaban.

“Mexico tiene sus propias guerras, con el narco principalmente… he vivido en Ciudad Juárez (Chihuahua) y en Reynosa (Tamaulipas); así que no es precisamente un país en el que reine la paz y la armonía, pero ciertamente no es nada similar a esto; despertar por el ruido de los misiles y las explosiones es algo que no tiene comparación”, dice en respuesta al impacto que ha dejado la guerra en ella viniendo de un país como el nuestro. 

Ya en Rumania, recuerda el día de la invasión y lo que tuvieron hacer para sobrevivir con todo y su mascota, un perro salchicha que se negaron a dejar atrás. “El primer día nos resguardamos en el metro que hace las veces de búnker y esperamos las instrucciones por parte de la embajada. No entendía lo que estaba sucediendo, pero me despertaron a las 5:00 de la mañana unos estruendos”, recuerda.

“Cuando estábamos en Kiev, nos refugiábamos en el metro, porque ahí podíamos estar con mascotas y yo tengo una perrita salchicha. Estoy realmente impactada con la fortaleza y actitud de los ucranianos. Muchos se mantienen tranquilos a pesar del ataque de Rusia”, dijo en una entrevista.

“Eran las 5:10 de la mañana; estábamos dormidos cuando comenzaron a escucharse los ataques cerca. La embajada se comunicó a las 6:24 am, dijeron que tan pronto lo autorizaran y fuera seguro, nos estarían llevando a Ivano-Frankivsk y posteriormente a Rumania”, dice.

Para ella la situación era algo “completamente nuevo”. “Yo soy mexicana y aunque tenemos algunos conflictos con los cárteles, mentiría si dijera que no tengo miedo”, agrega.

El primer día del ataque, desde la ventana de su departamento alcanzó a ver a varios vecinos que caminan con las maletas por la calle.

“Cuando ya fue ‘seguro’ salir de la ciudad, nos organizamos con otros mexicanos y formamos una minicaravana de cuatro vehículos para salir de Ucrania por la frontera por Rumania”, dice. Ya era el quinto día de los ataques, pero nunca les faltó comida ni agua.

Luego de cinco días de haber iniciado la invasión, Ivette y su familia consiguieron llegar a Rumania después de tres días de travesía y se alojaron en un hotel en espera de ser repatriados.

“¡Lo logramos! Fueron tres días bien bien bien complicados, pero lo logramos, por fin ayer en la madrugada (el lunes) cruzamos la frontera con Rumania y ya estamos aquí con los demás mexicanos”, detalla.

“Estaba haciendo un frío tremendo, tengo unos videos en los que estamos en la fila nevando (para entrar a Rumania) y nosotros con un niño, un perro. Fue decir ‘tengo un niño’, y me puse así como mamá loca de que ‘mi niño ya tiene mucho frío, tenemos demasiadas horas aquí’, así fuimos avanzando hasta adelante”, recuerda.

Antes de cruzar, Ivette Rossano relata que vivieron momentos de angustia.

Explicó que cuando ya estaban por cruzar la frontera entre Ucrania y Rumania leyeron algunas excepciones.

Por ejemplo, que una de las situaciones que podrían permitir que un ucraniano saliera del país pese al decreto es que podía pasar si los niños no tenían ningún otro padre u otro adulto que pueda atenderlos.

Entonces pasaron primero su esposo y su hijo junto con otras diez personas delante de ella a pesar de que el niño carecía de documentos ucranianos, ya que sólo tenía acta de nacimiento de Australia.

Ivette Rossano García tiene 41 años y es originaria de la ciudad de Chihuahua. Es licenciada en Comercio Internacional egresada del Tec de Monterrey (Itesm).

Antes de la invasión, Mykhailo Naumov, su esposo, trabajaba como programador y ella era directora de ventas internacionales para una marca de sidra ucraniana. Su esposo y su hijo tienen la nacionalidad de Ucrania y Australia.

El Diario (ED)— ¿Está recibiendo el apoyo del Gobierno de México?

Ivette Rossano (IR)— Sí, un absoluto reconocimiento a la labor de la embajadora de México en Ucrania y su equipo, así como al embajador de México en Rumania y su equipo. Han sido piezas claves, y en verdad que han hecho todo lo humanamente posible por ayudarnos.

ED— ¿Cuál es su situación actual?

IR— Estamos en Rumania esperando que más familias mexicanas crucen la frontera. De aquí iremos a Bucarest donde un avión de la Fuerza Aérea Mexicana nos espera para llevarnos a México.

ED— ¿Piensa venirse a radicar a Chihuahua?

IR— No sabemos aún, nuestro hogar está en Kiev, ahora mismo tenemos demasiadas cosas en qué pensar y ya organizaremos eso cuando estemos allá.

ED— ¿Qué mensaje le manda a Chihuahua, a México como una persona que está viviendo esta situación?

IR— Leí el comentario de una amiga que me pareció muy acertado y quisiera citarla: ‘En algunos años las nuevas generaciones van a voltear a vernos como parte de la historia y nos juzgarán con sus ojos. Habrá quienes fueron partícipes directos en la tragedia y otros lo serán por omisión o indiferencia. En tiempos de suma trascendencia no hay cabida para la indecisión. Toda acción cuenta’: M. Hurtado. 

Y básicamente ese sería el mensaje… hay una cantidad enorme de información errónea por todas partes, leí por ahí que algunos piensan que este conflicto ni siquiera es real; ojalá fuera un invento de los medios.

Ojalá millones de personas no estuvieran perdiendo su hogar y luchando como lo hacen en este momento. 

Seamos sensibles, empáticos, mandemos buenos pensamientos a toda esa gente que necesita de los mejores pensamientos que podamos generar; donen al ejército ucraniano o a las organizaciones que apoyan a las mujeres que ahora estarán sin esposos a cargo de sus hijos, sin casa, sin trabajo.

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