Estado

Estoy disfrutando del regalo de la vida: pasajera

Karla Ávila agradece a Dios que el percance del vuelo 2039 de Aeroméxico Connect no culminara en una tragedia

El Diario de Juárez

domingo, 14 abril 2019 | 06:00

“Ahora estoy con mi familia en el Lago Colina, disfrutando del mejor regalo que puedo tener: la vida”, comenta Karla Ávila, quien agradece a Dios que el percance del vuelo 2039 de Aeroméxico Connect no culminara en una tragedia.

Esa tarde, ella y cuatro compañeros de trabajo llegaron al aeropuerto Internacional Roberto Fierro. Se dirigían a la ciudad de Monterrey para participar en un curso de capacitación que tendría lugar a la mañana siguiente.

Una semana antes Karla había viajado a la ciudad de México. Viajar en avión no le asustaba pero cuando ingresó al Embraer E170, algo en su interior le inquietó.

“Regularmente no me gusta viajar en esos aviones que traen dos asientos de cada lado, me hace sentir incómoda”, confiesa.

Sin embargo, cuando faltaban pocos minutos para las siete de la noche estaba lista para disfrutar del vuelo. De pronto todo cambió.

“Desde que iba agarrando velocidad para el despegue iba descontrolado el avión. Sentí un movimiento brusco. El avión se inclinó. El joven que estaba sentado a mi lado, justo en la ventanilla, comenzó a gritar: ¡Ya valimos! ¡Ya valimos! ¡Ya párenlo!”.

Él fue quien dio la voz de alarma. Enseguida, recuerda Karla, se desataron los gritos. Había hombres y mujeres que lloraban, otros rezaban, una persona se levantó y vomitó.

Para Karla los minutos que transcurrieron tras el accidentado despegue se convirtieron en una eternidad.

“Le preguntábamos a la aeromoza el por qué el avión no se devolvía, y ella respondía que el Capitán estaba solicitándolas indicaciones”.

Minutos después iniciaron las maniobras de regreso. Un aterrizaje complicado y llenó de tensión.

“Cuando nos permitieron bajar, observamos que había trabajadores alrededor de la llanta y la tenían cubierta”, comentó.

Una vez en tierra ni Karla ni sus compañeros quisieron permanecer más tiempo en el aeropuerto. Consideraron que lo vivido era un mal presagio, y prefirieron regresar a casa, sin reclamar nada a la aerolínea, sólo agradeciendo haber salido sanos y salvos del percance.

Haciendo una mirada retrospectiva, hoy Karla Ávila, madre de un niño de 9 años se considera afortunada. El repaso de la ocurrido le ha hecho valorara la vida. (El Diario)

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