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Estado

Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas

Dos mil 190 días de incertidumbre

Se cumplen 6 años de la desaparición múltiple en Galeana y no hay rastro de las víctimas ni resultados en la investigación

Salud Ochoa
El Diario de Chihuahua

lunes, 30 agosto 2021 | 07:24

El Diario de Chihuahua | Familiares de los desaparecidos exigen respuestas

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Chihuahua– Este 29 de agosto se cumplieron seis años de la desaparición múltiple en Galeana, cuyas víctimas fueron siete hombres que trabajaban en la instalación de antenas de la Red Nacional de Telecomunicaciones contra el narcotráfico, sistema de comunicación encriptada para las policías Estatal y Federal.

Para Yesenia Carrera han sido 2 mil 190 días de incertidumbre, de dolor y lágrimas, pero también de lucha constante contra la desaparición y la muerte. Ganó la batalla contra el cáncer, pero no ha logrado encontrar a su hijo, que un día cualquiera consiguió empleo sin saber que eso sería el primer paso a la desaparición.

Carlos Antonio Perales Carrera (hijo de Yesenia) era parte del grupo de siete personas, entre ellas un menor de edad, que instalaban equipo de radiocomunicación  para la Fiscalía General del Estado (FGE), misma que dio a conocer que las víctimas eran Dámaso Luna Cevallos, de 17 años; Elisardo González Gardea, José Refugio Gardea, Miguel Reyes Martínez, otro identificado por su apodo de “El Buga”, y Ramón García Betance, subcontratista y jefe del grupo. La última vez que se supo de ellos fue el 29 de agosto, cuando se les pagó por su trabajo.

Días antes Yesenia vio salir a su hijo de su casa en la colonia La Esperanza, en Chihuahua capital, sin imaginar que aquello sería una despedida –quizá definitiva– y que tras años de ausencia, búsqueda, rastreos, marchas y oraciones, la investigación no tiene resultado.

“En estos años no ha pasado nada, hay muchas diligencias, pero en sí nada relacionado con ellos. Yo no lo pienso ni deseo encontrarlo muerto, pero voy a los rastreos con mucha actitud y porque quiero confirmar que sí los hagan. Los he acompañado, pero no con la certeza de encontrar a mi hijo, sino con la idea de que tal vez pueda ayudar a encontrar a alguien más. No pierdo la esperanza de que en donde sea que esté, Dios le permita regresar. Quiero volver a abrazarlo”, dijo Yesenia.

Sin embargo, aunque la madre reconoce que se ha trabajado en la investigación, no ha habido hasta ahora alguna persona que quiera colaborar con la autoridad, de tal forma que cuando se hacen las indagatorias nadie dice nada, nadie vio nada, no hay un punto del cual partir para avanzar hacia la verdad histórica.

En estos años, el hijo de Carlos Antonio llegó a la adolescencia, Yesenia enfrentó y ganó la batalla contra el cáncer, la fiscalía realizó algunas investigaciones sin resultados. El regreso parece cada vez más lejano.

“Cuando él se fue yo estaba en proceso del cáncer. Él estaba muy preocupado por mí y yo tuve que echarle muchas ganas para salir adelante, poder buscarlo porque si yo no lo busco quién lo va a buscar. No podía dejarle la responsabilidad a mi hija. Superé el cáncer, pero soy una muerta viviente porque no puedo ser feliz. Sé que hay muchas cosas alrededor y que debo agradecer cada despertar que Dios me da porque estoy viva, pero no puedo ser feliz porque me falta él y no sé cómo está. Si recibiera por lo menos una llamada en la que me dijera algo quizá me calmaría, pero sin saber nada es muy difícil”.

Yesenia cuenta que en un intento por retomar la vida cotidiana, a veces acude a fiestas, pero termina arruinándolas porque no puede disfrutar de nada y al ver que los demás se divierten, mejor se aparta, porque siente no tener el derecho de estar allí cuando no sabe dónde está su hijo. 

Al principio –continúa– pensaba que no iba a poder vivir, pero al ver a otras personas que tienen más tiempo buscando a sus familiares desaparecidos, se arma de valor para continuar porque sabe que aún tiene quién necesita de ella.

“Tengo que poder por amor a mi hijos. Mi nieto ya cumplió 13 años y debo apoyarlo porque la desaparición de su papá le afectó mucho. Se acuerda mucho de él, pregunta quién se lo llevó, pero cómo le explico quién se lo llevó si ni siquiera yo sé”, dice, desesperada hasta las lágrimas que no puede contener.

 “Yo me pregunto cómo he podido vivir sin ver a mi hijo, ni yo lo entiendo, son como 2 mil 190 días sin él. Cada día digo: otro días más sin verlo. Nunca lo he soñado y creo que es una señal de que está vivo. Me acuesto pensando en él, a las 11 de la noche me duermo y a las 3:00 de la mañana ya estoy despierta. Rezo, pido por él, por todos”.

Este 29 de agosto se cumple un año más de la ausencia de Carlos Antonio y en la mente de Yesenia, las dudas y preguntas siguen replicándose como el tañer de las campanas que doblan una y otra vez por todos los que no están.

LA HISTORIA

El 28 de agosto de 2015 los trabajadores informaron a su familia que regresarían la semana siguiente.

El 29 de agosto se les informó que fueran a cobrar su pago a una tienda de la comunidad LeBaron.

Esa fue la última vez que se tuvo contacto con ellos. A partir de allí y hasta la fecha, no hay ningún rastro de que ellos estén vivos o muertos. 

De acuerdo con la versión de familiares, el 28 de agosto los trabajadores dijeron que regresarían a casa el viernes de la siguiente semana, porque se les terminaba el material, pero tras llamadas reiteradas los teléfonos celulares se apagaron.

La denuncia por desaparición de hechos se inscribió bajo el número 10-2015-0000109, interpuesta ante la FGE el 3 de septiembre de ese mismo año; sin embargo, al día de hoy no hay resultados de la investigación.

Tras la desaparición de los siete trabajadores, el Gobierno dijo que se realizaban investigaciones para determinar la forma y el día en que pudieron haber sido privados de la libertad. En aquel momento, la FGE a través de la oficina de Comunicación Social dio a conocer que la investigación para localizar a las víctimas estaba iniciada.

Aseguró también que se realizaron pruebas genéticas a los familiares de los desaparecidos y se investigaba la actividad telefónica que tuvieron los días antes de desaparecer. De igual forma, analizaban algunos videos localizados en la colonia donde tuvieron actividad por última vez y se hacían entrevistas con gente de la comunidad. 

Los hoy desaparecidos realizaban un trabajo de instalación de antenas de la Red Nacional de Telecomunicaciones contra el narcotráfico, por lo que se dijo que existía el temor que su desaparición estuviera relacionada con el crimen organizado, en un intento de evitar la instalación de dicha infraestructura.

Los trabajadores fueron subcontratados por la empresa Ciycsa, responsable de la construcción e instalación de cuatro antenas que formaban parte del proyecto de la FGE financiado por el Gobierno de Estados Unidos a través de la Iniciativa Mérida. 

Dos meses antes de los hechos habían instalado la primera antena en la comunidad de Flores Magón, donde según los familiares de los desaparecidos, recibieron amenazas de muerte. 

Las víctimas eran los obreros que se encargaban de poner desde una planta de cemento, bases de luz y hasta un cuarto de block donde irían las máquinas.

Gabino Gómez, miembro del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres (CEDHM) y quien ha acompañado a los familiares de las víctimas, señala que en todos estos años, se han hecho dos rastreos en busca de los jóvenes, sin tener éxito en ninguno de ellos.

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