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Estado

Detonó pandemia depresión y ansiedad

Atendieron psicológicamente a más de 37 mil chihuahuenses entre 2018 y 2021

Argelia Domínguez
El Diario de Chihuahua

lunes, 25 abril 2022 | 12:16

Tomada de internet | Imagen ilustrativa

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Chihuahua– Desde el inicio de la pandemia se disparó la asistencia de las personas a servicios psicológicos y psiquiátricos, ya que de acuerdo con cifras proporcionadas por el Instituto Chihuahuense de Salud Mental, entre 2018 y 2021 se han atendido a 37 mil 349 personas por diversos padecimientos relacionados a la salud mental.

Sin embargo, pese a la importancia que ha tomado este tema durante los últimos años, la atención a los padecimientos psicoafectivos sigue siendo un tema complejo, poco entendido por la sociedad e, incluso, por las personas que atraviesan por algún trastorno. 

Griselda Garza Domínguez, doctora en psicoterapia psicoanalítica con 39 años de ejercicio profesional, destacó que la salud mental no es un estigma y su atención tampoco es un privilegio, sino que constituye un derecho que tienen todas las personas y debe tomarse con la misma seriedad y cuidado que el resto de los problemas de salud. 

Garza Domínguez dijo que la salud mental significa encontrar un equilibrio u homeostasis entre las áreas biológica, mental, espiritual y psicológica de las personas. Detalló que se mide con base en cuatro ejes: la valoración de la autoestima, la calidad de vínculos que la persona establece, la afectividad y la adaptación o manejo de agentes estresantes, todos ellos interrelacionados entre sí. 

La experta refirió que cuando una persona identifique algún desajuste en algún de estos ejes, es recomendable buscar atención profesional. Incluso, dijo, el escenario óptimo es que todos pudieran asistir a algún tipo de terapia dos veces al año. 

La doctora subrayó la importancia de buscar apoyo, aun cuando no existan situaciones de crisis, pues una de las máximas de la salud mental es “conócete a ti mismo”, lo que permite hacer una valoración constante del estado emocional, psicológico y espiritual de la persona.

Agregó que, no obstante, es impostergable pedir ayuda cuando un paciente comienza a ver su vida cotidiana afectada, como no poder establecer relaciones interpersonales saludables, excluirse de la vida familiar, no poder continuar con actividades laborales o académicas, verse incapacitado para formar nuevas amistades o vínculos o sumirse en un estado de depresión severo. 

Reconoció que aunque se han desvanecido varios tabúes que existían dos o tres décadas atrás, muchas personas siguen viendo la atención de trastornos y padecimientos mentales con renuencia y, en la sociedad, como muchas otras en Latinoamérica, los prejuicios no se han erradicado del todo. 

A nivel personal, dijo, muchos pacientes prefieren no acudir a los expertos para recuperarse de un trastorno, primero, porque no dimensionan el problema, no tienen “consciencia de enfermedad” o insight para reconocer que algo está afectando sus vidas. En estos casos, aun cuando el paciente es llevado a tratamiento, el progreso puede verse frenado por la poca colaboración y compromiso en la terapia.

Abundó que también hay un aspecto narcisista que impide a las personas aceptar la ayuda que requieren o las lleva a menospreciar la labor de los profesionales de la salud mental. Tampoco se sienten preparados para enfrentarse consigo mismos, pues entrar a un proceso de terapia implica ahondar en aspectos que prefieren mantener ocultos, así como establecer una relación de confianza con el terapeuta o psiquiatra. 

También expresó que la desigualdad económica puede ser un factor que influye en que las personas no se traten adecuadamente. Por ello reparó en que existen instituciones que atienden a personas de escasos recursos, como el Centro de Atención y Prevención Psicológicas (Cappsi) o el Centro de Atención a la Violencia contra las Mujeres (Cavim), entre otros, pero es fundamental que en estos casos también se derriben las resistencias que los mismos pacientes imponen. 

Estos aspectos personales se ven reforzados por el contexto social, que aún no está plenamente preparado para asumir que los trastornos mentales existen como cualquier otra enfermedad física. Insistió en que a pesar de la relevancia que se ha colocado sobre la salud mental, no hay un completo entendimiento de que su cuidado requiere de tratamientos específicos y que un individuo que padece algún trastorno puede desempeñarse en la vida cotidiana si se atiende correctamente. 

Debido a esto, la doctora narró que, por desgracia, ha llegado a recomendar a pacientes que no comenten en sus trabajos que están bajo un tratamiento psiquiátrico para no enfrentar algún tipo de discriminación, o que ha visto a padres de familia asustados al ver que sus hijos pequeños presentan algún problema como déficit de atención o autismo. 

Por ello, hizo un llamado a la población para que confíen en la ciencia y en los avances que se han tenido en la psiquiatría, la neurología y la psicología como herramientas para mejorar su calidad de vida, pues no atender este aspecto de la salud puede derivar en consecuencias graves. 

Ejemplos claros son los cuadros de depresión mayor, fases de hipomanía en el trastorno bipolar, psicosis o esquizofrenia que pueden llegar a la autolesión, arbitrios sociales o el suicidio. Además, la falta de seguimiento a cualquier trastorno hace que su intensidad y periodicidad aumenten, incapacitando a la persona que lo padece. 

Incrementan trastornos

Sobre la incidencia de enfermedades mentales, la psicóloga manifestó que desde el 2010 la Organización Mundial de la Salud (OMS) pronosticó que para 2020 la depresión se convertiría en el segundo trastorno mental más recurrente, lo que se vio reforzado por la pandemia de Covid-19 que se vivió ese año. 

En su experiencia clínica identificó que la crisis sanitaria disparó la asistencia de las personas a servicios psicológicos y psiquiátricos. La mayor cantidad de pacientes que buscaron ayuda presentaban trastorno de ansiedad generalizada, hipocondriasis debido al temor de enfermar, fobias, sobre todo la social debido al aislamiento; cuadros depresivos y distimia, que es una forma más leve de depresión que de igual manera impacta en las actividades de quienes la sufren. 

Hizo referencia también al caso de los niños que, efectivamente, comenzaron a sufrir con mayor frecuencia trastorno de ansiedad, aunque muchas veces se le confunde con trastorno de déficit de atención, por lo que es fundamental que se les canalice con profesionales para hacer un diagnóstico adecuado y brindarles el tratamiento que requieren. 

De acuerdo con cifras proporcionadas por el Instituto Chihuahuense de Salud Mental, entre 2018 y 2021 se han atendido 37 mil 349 personas por diversos padecimientos relacionados a la salud mental, como ansiedad generalizada, trastorno de estrés postraumático, depresión y trastorno mixto. 

En 2020, año en que se detonó la pandemia, se brindaron 10 mil 258 servicios, que corresponden al 27.46 por ciento de todas las atenciones en esos cuatro años y que representó un incremento del 24.56 por ciento respecto al 2019, cuando se registraron 8 mil 235 casos. 

En 2020 se atendieron 6 mil 21 casos de ansiedad generalizada, padecimiento que más repunte tuvo respecto a los dos años anteriores, pues en 2018 se reportaron 4 mil 63 servicios y en 2019 fueron 3 mil 898. Además, se atendieron 83 casos de trastorno de estrés postraumático, dos mil 825 de depresión y mil 329 casos de trastornos mixtos. 

La estadística oficial muestra que en 2021, cuando aún se vivieron períodos de aislamiento por el Covid-19, hubo una ligera reducción del 4.57 por ciento en el número de atenciones totales, al reportarse 9 mil 789. Sin embargo, destaca que los casos de depresión no sólo no se redujeron, sino que pasaron de 2 mil 825 a 3 mil 59.

La propia Griselda Garza apuntó que los efectos mentales de la pandemia no sólo se reflejarán en los años en lo que se vivió la crisis con mayor intensidad, sino que habrá también consecuencias de la postpandemia que ya pueden empezar a observarse con el retorno paulatino a ciertas actividades sociales, por lo que recomendó seguir atendiendo cualquier alerta o foco rojo que las personas o las familias perciban en sus comportamientos y dinámicas. 

adominguez@diarioch.com.mx

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