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Estado

De la chutama al hass chihuahuense

Noel Chávez, alcalde de Guadalupe y Calvo, es desde hace tiempo el principal impulsor de la siembra de árboles de aguacate en aquel extenso territorio aproximado a los mil 500 kilómetros cuadrados

El Diario de Chihuahua

domingo, 25 octubre 2020 | 08:44

Francisco López/El Diario

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Chihuahua.- El paladar regionalista de la chef María sostiene que es más sabroso un aguacate chihuahuense que un michoacano; sea en rajas, o partido a la mitad... o muy maduro, o en su punto. Servido en guacamole con sus obligados cebolla, tomate y chile; en taco, o en totopo de tostada de maíz. 

Ambos aguacates son del tipo Hass pero son cosechados a más de mil 300 kilómetros de distancia entre el padre mundial de este fruto, Michoacán, y el modesto aspirante a entre-abrir la puerta de la competencia hacia el mercado asiático, Chihuahua. 

La evaluación objetiva de María –pseudónimo de una chef de Chihuahua en el Distrito Uno que nos aportó su opinión- concluye, “ya en serio”, que ambos sabores “son igual de exquisitos. Con los ojos tapados no podría distinguir a uno del otro, ni al momento de saborearlos, menos como aceites o mascarillas”, bromea. 

-“Son muy apetitosos. Me comería varios porque son muy ricos e igual de sanos”, remata. 

Este fruto plantado en las barrancas subtropicales de nuestro estado todavía no alcanza la producción suficiente para su comercialización y posterior llegada a las mesas chihuahuenses o para su exportación. 

Existen ya miles de pequeños árboles plantados en decenas de huertas que han empezado a producir fruto “de prueba” para el consumo de sus propietarios y comunidades regionales. 

El potencial inmediato para la región es de 100 mil árboles en los próximos tres años (sembrados y en distintas etapas de producción) y una cosecha calculada de cinco mil toneladas del mundialmente célebre fruto. De esos 100 mil hay 20 mil todavía en un vivero listos para ser trasplantados al inicio del año entrante. La semilla es chihuahuense... injertada con el Hass de Michoacán. 

DÓNDE ESTÁN LAS HUERTAS Y POR QUÉ? 

El Presidente Municipal de Guadalupe y Calvo, Noel Chávez, es desde hace tiempo el principal impulsor de la siembra de árboles de aguacate en aquel extenso territorio aproximado a los mil 500 kilómetros cuadrados. 

Guarda la esperanza que venga una reconversión de la siembra de mariguana y amapola (chutama, es llamada allá) por el también llamado “oro verde” o “fruto único”. Más de 100 mil toneladas exporta México a los Estados Unidos cada año. 

“La verdadera lucha contra el narcotráfico es esta. Es una opción muy productiva para las gentes de esta zona”, dice muy convencido del plan el también ingeniero forestal; conocedor a detalle de las penurias de la zona pero también de las incalculables fortalezas y oportunidades para la laboriosa población con dicho proyecto ya en marcha. 

Guadalupe y Calvo está ubicado en el extremo sur del estado, en los linderos con Sinaloa y Durango. Por pavimento lo separan solo 250 kilómetros hacia Parral (cuatro horas en vehículo terrestre), y por terracería 100 kilómetros más hacia Badiraguato (350 en total); por poco tiempo, pues está por ser concluido el camino de pavimento que acortará las actuales nueve horas y media a solo tres horas y media...Una hora más a Culiacán...y a tiro de piedra Mazatlán. Cuando mucho siete horas desde la cabecera municipal. 

Cuenta el municipio con el honor de pertenecer al frío corazón de la Sierra Madre Occidental y su grandioso volcán extinto, el ermitaño feliz Cerro del Mohinora, elevado a tres mil 300 metros sobre el nivel del mar. 

Pero en un contraste justo entre el atractivo de las súper oxigenadas montañas de bosques únicos, fríos, cuando mucho templados, la naturaleza se abrió paso por los barrancos con climas cálidos y semitropicales en el propio territorio chihuahuense antes de tomar rumbo a Sinaloa y hacia el Océano Pacífico. Sin negarlo un lugar turisteable obligado. 

Cuando mucho son dos horas de trayecto por camino de terracería entre la cabecera municipal guadalupecalvense y la población llamada Dolores, una perseverante comunidad centro de las huertas aguacateras. 

En una comunidad llamada Arroyo Chiquito hay sembrados mil 540 árboles; 120 en Basanopa, casi dos mil en mero Dolores, 300 en El Carnero, 150 en El Platanar, otros 150 en El Zapote, 5 mil 500 en Galeana, 2 mil 190 en San Ignacio de los Sotelo, 400 en San Miguel, 200 en San Rafael, 630 en Santa Rita, 50 en Santo Domingo, 800 en Triana, 400 en San Gerónimo, y 15 mil en San Francisco de los Salgueiro. 

Prácticamente en toda la región la siembra tradicional no alimentaria ha sido de mariguana y amapola. Los pequeños, medianos y grandes aspirantes a productores de aguacate están buscando la oportunidad de la conversión sea con recursos propios o combinados con algunos apoyos gubernamentales. 

Es una zona subtropical y con mucha lluvia pero con grandes barrancos que retienen poca del agua caída; así que es obligada la construcción de pozos, presones e infraestructura general para el riego por goteo. “La inversión es fuerte pero ya la entramos y no podemos acobardarnos”, dice uno de los productores fuertes. 

Son barrancos fértiles literalmente en las faldas del Mohinora pero casi dos kilómetros y medio de sus abruptos pliegues hacia abajo. Dolores está a solo 850 metros sobre el nivel del mar. 

“Es el mejor clima, la mejor tierra y el mejor momento para cambiar. La siembra de enervantes no es una decisión que estuvo en manos de la mayoría de los agricultores. Les fue heredada. Hoy vemos ahí una cuenca aguacatera en pleno crecimiento y motivados rostros de nuestros productores. Muy pronto estaremos listos con todas las normas de calidad y con todas las certificaciones fiscales de rigor no para competir con Michoacán hacia los Estados Unidos sino para abrir mercado hacia el continente asiático. Es el plan”, dice lleno de optimismo el alcalde Noel Chávez.

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