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Estado

Cumple Pamela 10 años de ausencia

La madre denunció que las autoridades locales y federales no han hecho nada para encontrarla

Salud Ochoa
El Diario de Chihuahua

sábado, 25 julio 2020 | 18:23

El Diario

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“Hay años que se pasan volando…y otros no tanto. Este es uno de los rápidos. Ha pasado tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos se cumplen 10 años de tu desaparición, pero aun así no dejo de extrañarte cada día, cada segundo de mi vida. 

Ya no recuerdo tu carita, tu olor, ni siquiera tu voz, pero todos los días sueño con volver a verte y escucharte decir que nos amas”, dice Vania, la hija mayor de Pamela Portillo Hernández, quien este 25 de julio cumple diez años desaparecida, tiempo en el que las autoridades no han dado una respuesta a la familia. 

La noche del 24 de julio de 2010, Vania, de 6 años, aguardaba junto con su hermana Dana –de 4- en casa de su tía en espera de que su madre fuera a recogerlas. Pamela nunca llegó porque en algún punto fue interceptada y secuestrada. 

Desde ese momento y hasta la fecha no hay rastro alguno de la joven, que en aquel entonces contaba con 22 años de edad, trabajaba y estudiaba al mismo tiempo porque su mayor sueño era comprarse una casa. 

Lourdes Hernández, madre de Pamela, señala que, tras una década de ausencia, las autoridades estatales y federales no han hecho nada, no hay rastro de su hija pero tampoco de los culpables. Lo que sí hay, asegura Lourdes, son testigos que la autoridad se ha negado a llamar o dar a conocer su declaración porque pertenecen a la milicia. 

“Esos testigos son militares que ya no están en la ciudad y no los llaman porque tienen fuero, y si ellos no quieren venir o la Sedena no los hace venir, no vienen. Siempre nos dicen que Sedena simplemente tiene sus expedientes herméticos, guardados, y no da información de nada. Total que aquí en el estado a mi hija no se le busca cómo debería de buscársele”. 

Lourdes explica que ante la omisión de la autoridad local optó por llevarse el expediente de Pamela ante la justicia federal, donde se encontró con la misma indiferencia ante el tema de las personas desaparecidas. 

“Es lo mismo, siempre están diciendo que no hay recursos para la búsqueda. Ya se hizo una comisión de búsqueda nacional y otra estatal, pero de mi hija nada. De manera local se hizo una comisión de familiares pero no los incluyen en las búsquedas que hacen los ministeriales. 

Las hacen solos sin decirnos nada, y ya cuando regresan nos dicen si encontraron algo o simplemente no encontraron nada, pero no se llevan testigos de la búsqueda. Lo siento, yo no confío en ellos y menos así”, dice Lourdes mientras las palabras de su nieta hacen alusión a que el tiempo lo cura todo, pero ni el tiempo puede quitar el dolor ante la ausencia forzada de una madre. 

“Desearía poder despertar y ver que todo fue un mal sueño, pero en lugar de eso despierto y le rezo a Dios para que les dé un poquito de compasión a las personas que te llevaron y ojalá entendieran lo que sentimos, que no es nada fácil de llevar en nuestra vida. Cada noche de estos 10 años he llorado tu ausencia. Te extraño mamita”. 

Después que un hijo desaparece ya no se vive, se sobrevive. Cada día es como morir a cuentagotas: Lourdes

La angustia, el dolor, la frustración y el coraje se han acumulado durante estos años en el corazón de Lourdes, quien asegura que la búsqueda de su hija es lo único que la mantiene en pie y lo que la hace seguir respirando es la esperanza de encontrarla con vida. 

Todo este tiempo ha sido muy difícil, asegura, porque no hay un solo momento en el que no la recuerde, y cada hora de los 3 mil 650 días que han pasado desde la última vez que habló con ella por teléfono es como estar muriendo a cuentagotas. 

Con lágrimas que ha aprendido a guardar pero que de pronto le ahogan la voz, la madre de Pamela sostiene que “vivir la desaparición de tu hija es muy pesado, no saber dónde está, si come, si duerme, si vive, no saber nada…. es muy difícil. 

A veces si estoy contenta me siento culpable, porque cómo puedo estar así si ella a lo mejor está mal, si voy a hacer algo pienso si ella estará bien, cuando como me pregunto si ella tiene hambre…es muy difícil”, insiste. Las lágrimas ganan la batalla por momentos mientras la voz de Lourdes baja de tono casi hasta perderse. 

¿Cómo se vive con algo así? “no se vive, se sobrevive, haces lo que tienes que hacer pero ya no es lo mismo. Hace 10 años que Pamela no está y es como si yo me hubiera ido con ella. Era mi única hija y ahora no está”. 

Hace una pausa para tomar aire y exhibir la fuerza que la dado la ausencia forzada de su hija. No hay miedo, asegura, a nada ni a nadie a pesar de las palabras, las amenazas directas o veladas, de las balas y los señalamientos porque “cuando pierdes a un hijo así, de esta forma, pierdes el miedo a todo, el único temor que tengo es morirme sin verla de nuevo, sin saber dónde está”. 

Las garras afiladas del dolor atacan de nuevo, Lourdes lo enfrenta y vuelve a dar la batalla como guerrera al fin y al cabo. “He visto mamás que se mueren con la duda y la incertidumbre de no saber de sus hijos, ojalá dios me diga dónde está Pamela antes de irme. Ese es el único miedo, por lo demás ya no le tengo miedo a nada ni a nadie”.

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