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Espectáculos

'Era demasiada gente', narran testigos desastre mortal en concierto de Travis Scott

Algunos asistentes trataron de llamar la atención del músico pero había tanto ruido que no los escuchaba

The New York Times

martes, 09 noviembre 2021 | 16:16

The New York Times

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Houston.- Los organizadores del concierto y los funcionarios de la ciudad de Houston sabían que la multitud que iba a asistir al festival de música planeado por Travis Scott, un rapero local favorito convertido en megaestrella, podría ser difícil de controlar. Eso fue lo que ocurrió dos años antes, la última vez que Scott celebró su Festival Astroworld.

Durante meses, se prepararon, añadieron decenas de agentes más del Departamento de Policía de Houston y más seguridad privada contratada por Live Nation, la empresa organizadora del concierto.

El jefe de la policía de Houston, Troy Finner, quien conoce personalmente a Scott y considera que el músico ha intentado beneficiar a su ciudad natal, dijo que lo visitó en su remolque antes del espectáculo del viernes y le transmitió su preocupación por la energía de la multitud, según una persona con conocimiento del relato del jefe.

Finner le dijo a Scott que su espectáculo de ese día reuniría a fanáticos muy devotos de su música.

Esa energía se había ido acumulando durante meses entre los fans que acudieron al concierto por esa atmósfera, y por la euforia de volver a ver música en directo tras la pausa ocasionada por la pandemia. Muchos volaron desde California y Colorado, otros condujeron desde Dallas y San Antonio. Las entradas costaban cientos de dólares. Entre los 50 mil espectadores había niños de primaria.

“Literalmente volamos hasta aquí solo para ir al Astroworld”, declaró Jesse Dahl, que vino desde Denver con su hijo de 9 años para disfrutar el espectáculo. “Tenía las entradas desde hace meses”.

Pero la expectativa dio paso al pavor casi tan pronto como Scott subió al escenario a las 9:00 p. m. del viernes, cuando la multitud se desbordó sin control y los peores temores de los funcionarios y organizadores del concierto se hicieron realidad. Dos adolescentes, de 14 y 16 años, estaban entre las ocho personas que murieron en medio de la aglomeración y el caos.

Mientras se investiga lo que ocurrió durante el festival en el NRG Park, los departamentos de policía y de bomberos de Houston han redactado una cronología aproximada de los acontecimientos, según las autoridades, en un intento de reconstruir los movimientos de la multitud que se agolpaba y las acciones del personal de seguridad privado y del personal médico presente, así como de los agentes de policía de la ciudad y de los trabajadores de emergencias médicas.

Una portavoz del Departamento de Policía de Houston declinó hacer comentarios sobre su cronología de los hechos o sobre las conversaciones privadas de Finner, citando la investigación pendiente.

El concierto terminó el viernes por la noche 30 minutos antes de lo previsto, pero casi 40 minutos después de que las autoridades de la ciudad lo declararan como un “evento con víctimas en masa”. Una de las preguntas surgidas a raíz de la tragedia es si las autoridades podrían haber detenido el espectáculo más temprano; algunos funcionarios manifestaron que eso conllevaba sus propios riesgos, entre ellos el de incitar a los disturbios.

El jefe de los bomberos, Samuel Peña, manifestó el domingo que Scott y los organizadores podrían haber intervenido y pausado el espectáculo.

“La única persona que realmente puede pedir y conseguir una pausa táctica cuando algo va mal es el artista. Ellos tienen ese púlpito y tienen una responsabilidad”, dijo Peña en una entrevista telefónica el domingo. “Si alguien hubiera dicho: ‘Oye, acaba con esto y enciende las luces hasta que las cosas se corrijan’—y que eso viniera de la persona con el micrófono— creo que podría haber sido muy útil”.

Scott y Live Nation se rehusaron a responder a preguntas específicas, pero han manifestado que cooperarán con la investigación. Scott, uno de los nombres más importantes del rap, con un gran número de seguidores en las redes sociales y su propio sello discográfico, declaró en un video de Instagram que no sabía lo mal que se habían puesto las cosas en el público.

Durante la mayor parte del año, Astroworld había sido un evento muy esperado.

Los fanáticos empezaron a comprar entradas —algunos pagaban 380 dólares por cada una o más— meses antes del espectáculo. En verano, las autoridades y los organizadores ya estaban en conversaciones sobre el evento.

Los organizadores del concierto prepararon dos extensos documentos de plan de emergencia, uno que abordaba la respuesta general a emergencias como el clima extremo, un francotirador o un disturbio, y otro que trataba de la respuesta médica. Los planes, consultados por The New York Times, abordaban amplias preocupaciones relacionadas con Astroworld.

El plan de seguridad de 56 páginas decía: “Basado en el diseño del sitio y en numerosas experiencias pasadas, el potencial de múltiples incidentes relacionados con el alcohol y las drogas, las posibles necesidades de evacuación y la amenaza siempre presente de una situación de víctimas en masa se identifican como preocupaciones clave”.

Por otra parte, se aconsejaba al personal que “notificara a Control de Eventos la sospecha de una víctima fallecida utilizando el código ‘Pitufo’”, mencionaba el informe. “Nunca usen el término ‘muerto’ o ‘fallecido’ por radio”. No se sabe si se siguió ese protocolo.

Mientras los fans se congregaban en Houston el jueves, los funcionarios del Departamento de Bomberos de la ciudad hicieron un recorrido por el espacio, un área al aire libre con capacidad para 200 mil personas, dijeron las autoridades. “Nuestros bomberos salieron y les hicieron ajustar algunos de sus artefactos pirotécnicos porque no coincidían con el plan presentado”, manifestó Peña en la entrevista.

Horas más tarde, cuando comenzaba la oscuridad de la madrugada, la gente empezó a hacer fila para entrar. Dupri Johnson llegó a trabajar al NRG Park a las 3:00 a. m. Más de mil personas ya estaban esperando a que se abrieran las puertas

Cuando lo hicieron, alrededor de las 10:00 a. m., la gente estaba tan entusiasmada que se precipitaron al frente. “No iban caminando. Corrieron”, dijo. “Parecía un poquito caótico”.

A mediodía, Sami Anjum llegó a empezar su labor como paramédico de campo para el espectáculo. Anjum, técnico en emergencias médicas e investigador clínico, se había enterado días antes de que trabajaría como contratista para el festival. Sabía que iba a ser una noche atareada.

“De hecho fui al evento en 2019. Así que sé que la multitud no estaba bajo control”, dijo. En esa ocasión, las turbas abrumaron al personal al derribar las rejas y precipitarse hacia la entrada. Tres personas resultaron heridas.

Afuera del lugar, el Departamento de Bomberos de Houston había ubicado unas 20 ambulancias.

Faltaban algunas horas para que una gran cantidad de pacientes empezaran a llegar a la carpa médica. Otras actuaciones del festival, que se desarrollaron en dos escenarios durante el día, transcurrieron con normalidad. “Pensamos que estaba muy tranquilo”, dijo Alex McLemore, de 26 años, quien describió la escena a principios de la tarde en una sección VIP.

Los organizadores del evento habían planeado desplegar al personal de seguridad en todo el coliseo, incluidos los caminos cercanos, las puertas de entrada, las rejas y las zonas VIP, según el informe de planificación de 56 páginas. También instalaron perímetros imponentes: cercas de dos metros y medio de altura con malla, portabicicletas, cercas para nieve y bolardos de concreto, destinados a mantener el control de multitudes. Esas vallas y barricadas eran más fuertes y más robustas que en 2019, dijeron las autoridades.

Los guardias de seguridad recibieron una lista de síntomas visibles para determinar si los asistentes necesitaban atención médica, entre los que se encontraban confusión, paso inestable, vómito y pérdida del conocimiento. “Muchos incidentes serán menores y algunos serán complejos”, advertía el reporte.

La primera oleada de personas que necesitaban atención médica empezó a llegar cerca de las 3:30 p. m., dijo Anjum. Pero nada parecía fuera de lo común para un concierto con fanáticos jóvenes donde no son poco comunes las sobredosis.

Un plan médico de 22 páginas preparado por ParaDocs requería una carpa médica con dos médicos urgenciólogos, seis enfermeros licenciados, dos paramédicos y nueve técnicos en emergencias médicas así como personal para monitorear y realizar el triage de pacientes. Había 30 catres, 12 mesas y dos sillas de ruedas en la carpa principal; alrededor de las instalaciones se ubicaron otras carpas menores.

Pero la cantidad de personas que requerían atención médica —que llegó a ser más de 300 y tal vez muchas más— pareció sobrepasar esos recursos incluso antes de que empezara la actuación de Scott.

Para las 8:15 p. m., el personal médico disponible dijo que ya no podía documentar a los pacientes porque eran demasiados. “Muchos pacientes estuvieron más de 20 minutos inconscientes antes de recibir atención médica”, dijo Anjum. Luego iniciaron el protocolo de intervención.

Los paramédicos tuvieron dificultades para llevar la cuenta de las personas que requerían naloxona, una droga que revierte los efectos de una sobredosis de opiáceos. Entre ellas hubo al menos un guardia de seguridad luego de reportar que una persona le había incrustado una jeringa cuando intentaba ayudar a otro asistente que se había desmayado.

Es posible que nunca se sepa la cantidad de naloxona que se dispensó, dijo el jefe Peña, porque muchos la llevaban consigo al evento y la emplearon, incluido el personal médico del evento, los trabajadores de emergencias médicas y la policía.

Un funcionario de ParaDocs negó la aseveración de que el evento no contaba con suficiente personal o que los problemas médicos se salieron de control antes de las 8:00 p. m.

Un reloj contaba los momentos que faltaban para la llegada de Scott. Las multitudes se abalanzaron hacia el escenario principal, no desde atrás, sino desde los lados, según Peña.

Sin embargo, para muchos en la multitud, el espectáculo seguía siendo solo un concierto, lleno de expectativas y emoción.

“Acabamos en algún lugar del medio”, dijo Armon Sayadian, de 21 años, quien acudió con su amigo Heath Bacon, de 20 años, procedentes del Valle Central de California.

Cuando una ambulancia avanzó entre la multitud, a eso de las 9:30 p. m., la música paró. Fue alrededor de esa hora que Anjum recibió su primer llamado por paro cardiaco. Le tomó 10 minutos atravesar el gentío para llegar hasta el paciente, dijo.

Al parar la música, dos hombres que parecían formar parte del séquito de Scott se le acercaron en el escenario, según un video del concierto que después fue retirado. Scott los alejó.

“Ustedes saben a qué vinieron”, dijo, dirigiéndose al público antes de volver a comenzar la música. Scott le pidió a decenas de miles de personas frente a él que hicieran “temblar el suelo”.

El llamado envió un rayo de energía entre los fanáticos de por sí enajenados, dijo Sayadian.

Todos a su alrededor empezaron a saltar y a golpear el suelo. Ellos se unieron, llevados por el mar de cuerpos. “Como que tienes que hacerlo”, dijo Sayadian.

“Te vuelves uno con la multitud”, coincidió Bacon, su amigo.

Para entonces, las ambulancias de la ciudad que se habían colocado alrededor del lugar estaban recogiendo a los pacientes y se pidieron más. Sesenta y dos ambulancias en total fueron habilitadas.

Guillermo García, un hombre de 25 años que trabaja en un almacén y manejó desde Dallas para asistir al evento, dijo que la gente empezó a caerse a su alrededor. Y pocos acudieron en su ayuda.

“Por lo general, las personas se caen y las levantas”, dijo, recordando sus experiencias previas en el evento de Astroworld en otros años. “Ahora no se podía hacer eso. Había demasiada gente. No te podías mover. En todas partes te empujaban. Cada vez que actúa, la gente se emociona”.

Scott logró acabar otra canción antes de volver a pausar la música.

“Había tantas ambulancias y patrullas”, dijo Sayadian.

Durante unos 90 minutos, a partir de las 9:30 p.m., Anjum dijo que sentía que estaba haciendo compresiones sin parar. Los pacientes yacían en el pavimento.

A las 10:00 p.m., las personas se pisoteaban dentro del evento, un acto tan inhumano, dijo Afnan Hasan, de 18 años, que sintió asco y una gran ira. “Estábamos tratando de hacer lo mejor que podíamos para levantarlos”, dijo. “Otras personas no estaban ayudando”.

Estaban tan cerca de Scott que podían hacer contacto visual con el artista y en un último esfuerzo por ayudar a los que sufrían, Hasan y un amigo gritaron e hicieron señas con la mano en dirección del cantante.

“Intentábamos gritarle para llamar su atención”, dijo Hasan, reviviendo el momento al hacer el gesto de alzar a la gente del piso. “Le decíamos: ‘La gente se está desmayando acá. Tenemos montones de gente’. No nos oía. Había mucho ruido”.

Un guardia de seguridad guió a Hasan y a su amigo lejos de la estampida a través de la zona VIP hacia la calle.

Al irse, Hasan vio a un joven de rodillas y miró cómo otro hombre lo pisó con fuerza bruta.

El espectáculo terminó aproximadamente a las 10:15 p. m. Las autoridades dijeron que el lugar se despejó sin incidentes. Las salidas eran lo suficientemente anchas. Al cabo de una hora todos se habían marchado.

Para ese entonces, dijo Anjum, hacía rato que se les había agotado la naloxona. Más de dos decenas de personas fueron trasladadas a hospitales. Ocho estaban muertas. La causa de los fallecimientos está por determinarse una vez que se realicen los reportes toxicológicos, un procedimiento que podría tardar semanas.

Para Hasan, las imágenes de esa noche quedarán grabadas en su mente al menos por un tiempo. Al cerrar los ojos, dijo, lo único que logra ver es al joven arrodillado a punto de perder el conocimiento. Su cabeza se bamboleaba, como si le faltaran fuerzas para levantarla.

“Yo le decía a la gente: ‘Hay alguien en el suelo!’”, recordó. “‘¡Cuidado!’”.

Hasan se pregunta quién era ese hombre y si pudo regresar a su casa.

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