A propósito del reconocimiento a Enrique Cortázar con la entrega de la presea Gawí Tónara, que reconoce a los pilares culturales chihuahuenses, la periodista y escritora mexicana y el prestigiado flautista Horacio Franco, comparten textos anecdóticos, que dan cuenta del quehacer del gestor cultural y poeta
Elena Poniatowska / El Diario
martes, 06 octubre 2020 | 19:01“Los consejeros culturales suelen tomarse muy en serio y ser pomposos. Nada más lejos de eso que la actitud de Enrique Cortázar, quien ríe con facilidad y pone el punto agudo de su inteligencia en cada inerte pensamiento. Diplomático de buen corazón, Cortázar aligera el peso de cualquier conversación. Ser recibido en Chihuahua por él, apenas se abre la puerta del avión, es un gusto y la certeza de varias horas de plática inteligente, animada y generosa. Su don de gentes sólo podría compararse al de Rafael Barajas “El Fisgón”, quién jamás se hace publicidad y rehúye entrevistas y elogios cortesanos. Ahora mismo, si Cortázar nos hubiera informado en la pantalla todas las noches de los avances y las tristezas de la pandemia, tendríamos la certeza de que le habría ido mucho mejor que al doctor Hugo López-Gatell.
Poeta, Enrique Cortázar tiene la sabiduría del corazón. Intuye cómo tratar a cada una de las ‘vedettes’ que vienen de México creyendo que parten plaza. Con razón ha sido coordinador de actividades culturales en Ciudad Juárez, Chihuahua, en que ha demostrado que sabe cómo acomodar en un jarrito todos los egos de sus invitados de la Secretaría de Cultura y las de los creadores eméritos del Colegio Nacional y la de sus invitados de todos los enclaves de alta cultura de nuestro país.
Es muy justo e indispensable que se le otorgue esta presea Gawí Tonará (los pilares del mundo) a Enrique Cortázar. Hace años, pensó en invitarnos a dar conferencias a Octavio Paz, nuestro Premio Nobel, Paco Ignacio Taibo, actual director del Fondo de Cultura Económica, Carlos Montemayor, el angelical poeta Ángel González, Alejandro Aura, Horacio Franco, Eduardo del Río ‘Rius’, Emmanuel Carballo, Elías Nandino, José Luis Cuevas, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y a mí a Ciudad Juárez y logró llenar el teatro a nuestro favor. También nos hizo felices al recibirnos como reyes, ofrecernos una cena en su casa que presidía su mujer Sarah y acceder a nuestros caprichos. Monsiváis quería comprar discos y películas del otro lado; José Emilio Pacheco, libros; José Luis Cuevas, papel y carboncillos; yo, regalos para mis diez nietos. Enrique y la invaluable Sarah, -que hoy recordamos con encanto y agradecimiento-, cumplían todos nuestros antojos y nos llevaban de compras sin mostrar un segundo de aburrimiento. Al contrario, festejaban nuestros chistes que a veces no eran ni tan chistosos.
A todos los invitados nos serenaba descender del avión y ver entre quienes esperaban a los pasajeros a un joven alto, sonriente y muy agradable que festejaba todas nuestras ocurrencias y nunca se quejaba de nuestras múltiples solicitudes y urgencias.
Por eso, Enrique Cortázar merece con creces la presea Gawí Tónara, ya que, poeta él mismo, ha sabido impulsar a la cultura de Chihuahua y ha tenido la generosidad de invitar a chilangos que se toman muy en serio a hacer exposiciones y dar conferencias en Ciudad Juárez frente a un público atento y muy generoso.
Es ya un lugar común citar a José Vasconcelos y repetir como perico que nuestro Ulises criollo solía vaticinar que “ahí donde comienza la carne asada se acaba la cultura”. A nombre de mis compañeros José Emilio Pacheco, José Luis Cuevas y Carlos Monsiváis, que nos miran desde el cielo, doy las gracias por este reconocimiento que nadie mejor que Enrique Cortázar merece porque ha unido la cultura de Chihuahua (desde su maestría en Educación y Literatura, en Harvard), a la de los intelectuales chilangos que alguna vez se creyeron ‘divinos’ y ha logrado acercarlos a los estudiantes de Chihuahua al presentarlos en público envarias ciudades del norte, como la de Tijuana, la de Phoenix, Arizona, Alburquerque, San Antonio, El Paso y Ciudad Juárez. Ecléctico, Cortázar recurre a figuras muy diversas que ha sabido presentar no solo en universidades mexicanas sino en centros culturales y universidades estadounidenses en las que muchos jóvenes mexicanos se apasionan por lo que sucede del otro lado de la frontera.
Cortázar ha unido a Ciudad Juárez a las grandes instancias culturales de México, a Bellas Artes, al Fondo de Cultura Económica, al Colegio Nacional, a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, al Instituto Nacional de Bellas Artes, sin presumir jamás de su propia poesía. Todo ha sabido hacerlo con una naturalidad principesca.
Ojalá y tengamos a Enrique Cortázar para largo porque es un ejemplo para todos, la imagen misma de lo que tiene que ser un director cultural en nuestro querido país, México”
Elena Poniatowska,
escritora
“Es hoy por hoy la encarnación del funcionario público y gestor cultural funcional y humanista del que todos los mexicanos conscientes quisiéramos ver replicado en todos los rincones y sectores de nuestro país. No es fácil en un país con los vericuetos culturales que tiene México, tan permeados en muchas ocasiones por la grilla, politiquería, amiguismos y demás vicios arraigados a nuestra sociedad, encontrar tal garbanzo de a libra como él. Enrique siempre ha sido, -aparte de ser un sensible y finísimo poeta- un real funcionario público íntegro que sabe servir. Sirve a la sociedad, sirve a la cultura, sirve a los artistas y sirve al país. Se informa de quién es quién, tiene un enorme olfato de sabueso y un sentido común y cultural enormes para indagar, investigar y empaparse de los nuevos valores mexicanos y tendencias vanguardistas. Solo patriotas como él, -comparable con el difunto Embajador Jesús Puente Leyva, el Embajador Jorge Chen Charpentier, o el más joven pero proactivo Cónsul Jonathan
Chait-, pueden hacer labores por y para México con tal sentido, trascendencia y rigor diplomático y cultural que dejan huella tanto en los artistas como en los ciudadanos a quienes los eventos que él organiza. O para la Iniciativa Privada. Enrique no hace diferencia entre uno y otro sector porque su sentido cultural es absolutamente imparcial y democrático, importándole sólo la verdadera trascendencia del milagro cultural y humano.
Cabe señalar además que como esposo y padre ha sido uno de los hombres más comprensivos, cariñosos y humanos que he conocido en mi vida. No es común encontrar una persona con esa calidad humana.
Enhorabuena a Enrique por el tan merecido premio Gawí Tonará”
Horacio Franco,
músico, profesor y director de orquesta